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Trump culpa a Delta y a los manifestantes del caos causado en aeropuertos por su veto

Miles de personas protestan por las medidas migratorias del presidente Trump, frente a la Casa Blanca en Washington.

elDiario.es

La culpa es de todos, menos de él. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha resumido el caos provocado en los aeropuertos del país por su veto a los ciudadanos de siete países musulmanes en dos tuits que acusan a una compañía aérea y a las protestas.

Los “grandes problemas en los aeropuertos fueron causados por un apagón informático de Delta, los manifestantes y las lágrimas del senador (Chuck) Schumer” explicó Trump. Se supone que la última referencia es irónica. 

Los problemas informáticos de Delta sí existieron durante unas horas, pero se solventaron en la noche del domingo. El caos se extendió durante casi todo el fin de semana.

“Sólo 109 personas de 325.000 fueron detenidas y recluidas para ser interrogadas”, dijo también Trump. El presidente no cuenta los numerosos casos de personas a los que las compañías aéreas impidieron coger un avión desde distintos aeropuertos del mundo por proceder de alguno de los países vetados. 

Movilización contra el decreto

Miles de estadounidenses se han concentrado en las principales ciudades del país durante el fin de semana para protestar contra la orden de Donald Trump que veta el acceso a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. El domingo se cumplió la segunda jornada consecutiva de protestas, que comenzaron a registrarse en varios aeropuertos del país como consecuencia de las primeras detenciones a refugiados y migrantes.

“No al odio, no al miedo, los refugiados son bienvenidos aquí”. Esta ha sido la consigna más repetida entre los manifestantes, que se han concentrado en Nueva York, Boston, Dallas y Washington para protestar contra la última medida del presidente Trump.

El veto provisional, que impide la entrada a personas procedentes de Libia, Sudán, Somalia, Siria, Yemen e Irán, generó una gran confusión en aeropuertos de todo el mundo. Cientos de viajeros se quedaban en tierra al ver bloqueado su acceso a territorio estadounidense, mientras que cerca de 200 pasajeros eran retenidos a su llegada al país, incluso aquellos que tenían un permiso de residencia permanente, según recoge la Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU).

En respuesta a las detenciones, comenzaron a registrarse de forma espontánea las primeras manifestaciones en aeropuertos, que reclamaban la puesta en libertad de los detenidos. “Estamos intentando liberar a la gente tan pronto como podemos de lo que creemos es una detención ilegal”, señalaba el congresista Hakeem Jeffries en declaraciones a The Guardian.

Una jueza federal bloqueó a última hora del sábado parte del polémico veto, en respuesta a una demanda de ACLU contra el decreto de Trump, que puso en duda su constitucionalidad. La jueza Ann M. Donnelly, del Tribunal del Distrito Federal de Brooklyn (Nueva York), dictó que los refugiados u otras personas afectadas por la medidas no podían ser deportados a sus países. Tras el dictamen de la magistrada, jueces federales en Virginia, Seattle y Boston tomaron decisiones similares.

La decisión de la jueza no obligaba a ponerlos en libertad, pero al impedir su deportación hacía más probable que se les permitiera entrar en el país tras un interrogatorio que en todos los casos duraba varias horas. 

La reacción popular y las dudas legales sobre el decreto hicieron que el Gobierno norteamericano decidiera ceder sobre uno de sus aspectos más polémicos. El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo en un comunicado que los extranjeros con residencia legal en el país –los que poseen la llamada green card– nacidos en los siete países podrán regresar desde el extranjero. A última hora del domingo, todos los retenidos que cumplían estas características fueron puestos en libertad.

Manifestaciones por todo el país

El domingo las protestas se trasladaron a las principales ciudades norteamericanas. Cargadas con pancartas en las que se leían consignas como “Refugiados bienvenidos” o “Quiero a mis vecinos musulmanes”, miles de personas salieron a las calles para exigir la retirada “del veto contra los musulmanes”.

Aunque en un comunicado Trump insistía en que la prohibición no está dirigida contra esta comunidad religiosa, uno de sus asesores reconocía este domingo que el presidente le pidió expresamente que buscara una fórmula legal para vetar a musulmanes.

Las protestas se concentraron mayoritariamente en Nueva York, Washington, Boston y Dallas, donde los manifestantes también exigieron al presidente Trump que pusiera fin a sus intenciones para construir un muro en la frontera con México.

Pese a las críticas de líderes internacionales, legisladores demócratas e incluso republicanos y los fallos adversos de varios jueces federales, ni el presidente ni su administración han mostrado signos de dar marcha atrás en el proceso.

“Nuestro país necesita fronteras sólidas y una vigilancia extrema, AHORA. Miren lo que está sucediendo en toda Europa y, ciertamente, en el mundo - ¡un lío terrible!”, escribía este domingo desde su cuenta de Twitter Donald Trump.

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