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Renuncia el juez que redujo la pena a un abusador porque el niño ya había sido violado

El juez Horacio Piombo (derecha), que acaba de renunciar a su cargo por la sentencia que firmó junto a Benjamín Sal Llargués (izq) por la que rebajaban la pena a un abusador.

Natalia Chientaroli

Buenos Aires —

Los argumentos de su sentencia escandalizaron a la Argentina y traspasaron las fronteras del país generando repercusión en decenas de medios de comunicación internacionales. El fallo que firmó Horacio Pombo junto a Benjamín Sal Llargués, en el que le reducían la condena a un hombre que había abusado de un niño de seis años, parece haber acabado con su carrera. La decisión que tomaron se basaba en que el pequeño ya había sido violado y tenía “tendencias homosexuales”, lo que les valió las críticas unánimes tanto del mundo político como de la sociedad.

Y aunque durante estas semanas –el caso salió a la luz el pasado 18 de mayo– ambos magistrados se dedicaron a defender púbicamente el fallo, el peso del repudio generalizado, incluso entre los juristas, empujó a Piombo a una decisión que en un proncipio había descartado por completo. Ha renunciado a su cargo como juez de Casación de la Provincia de Buenos Aires.

Ya había dejado su puesto en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde impartía Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado. El Consejo Directivo de la facultad analizaba suspenderlo como titular de esas materias desde que la polémica saltó a los medios.

“No es gravemente ultrajante”

Mario Tolosa era el vicepresidente de un club deportivo en una localidad bonaerense. El 6 de marzo de 2010 abusó del pequeño, de seis años, en el vestuario de esa institución. El pequeño se lo contó a su abuela, y tras la denuncia un tribunal condenó a Tolosa a seis años de cárcel. La sentencia consideró el hecho como “gravemente ultrajante”. Pero el 2 de junio de 2014 los jueces de casación Piombo y Sal Llargués revisaron la sentencia y le quitaron el agravante. El razonamiento que volcaron en el fallo era que el delito no podía ser “gravemente ultrajante” porque el pequeño ya había sufrido abusos –presuntamente una violación– por parte de su padre. Como consecuencia, la pena para el abusador se quedó a la mitad: tres años y dos meses. El fallo de los magistrados fue apelado y se encuentra a consideración de la Suprema Corte bonaerense.

Los jueces también mencionaron en el escrito que el pequeño tiene una determinada orientación sexual. “No puede ser ultrajado un niño que está acostumbrado a ser ultrajado en su casa y que tiene una orientación homosexual”, afirma el escrito. Un escrito y unos argumentos que ambos han defendido en radios y canales de televisión una vez instalada la polémica. “El niño ya había sido introducido en ese mundo oscuro” o “un delito no es gravemente ultrajante porque se cometa contra un menor” fueron algunas de las frases que avivaron las llamas del escándalo. Ellos insistían en que no se trataba de una cuestión de convicciones personales sino que dictaban sentencia “con la ley en la mano”.

Pero con los días iban apareciendo más sentencias polémicas de Piombo y Sal Llargués. Por ejemplo, la que rebajaba 13 años la pena a un violador serial que atacaba a jóvenes pasajeras que se subían a su taxi “teniendo en cuenta que no gravitan ilícitos tales que impliquen la muerte de una persona”. Es decir: los magistrados consideraron que la pena era demasiado elevada porque las víctimas no llegaron a ser asesinadas.

Además, los jueces van a enfrentarse a un juicio político por otro fallo dictado en 2011, y por la que redujeron la pena de 18 a 9 años a un pastor religioso que había violado a dos menores y las había dejado embarazadas. El argumento fue que las víctimas“ viven en comunidades en las que el nivel social acepta las relaciones sexuales a edades muy bajas”.

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