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El consenso, una palabra esquiva en la OEA cuando se trata de Venezuela

El consenso, una palabra esquiva en la OEA cuando se trata de Venezuela

EFE

Medellín (Colombia) —

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La crisis de Venezuela dominó de principio a fin la 49 Asamblea General de la OEA celebrada en Medellín donde el organismo reforzó su apoyo a la Asamblea Nacional como autoridad legítima del país petrolero pero sin mostrar una ruta clara para la “restauración pacífica de la democracia”.

La reunión, que fue convocada por Colombia con el lema “Innovando para fortalecer el multilateralismo hemisférico”, pasó de puntillas por esa iniciativa y se centró en la discusión sobre cómo proceder con Venezuela para encontrarle salidas a su grave crisis.

Sin embargo, dada la polarización regional existente, con el Grupo de Lima del lado del jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por 54 países, y buena parte de las naciones caribeñas alineadas con el régimen de Nicolás Maduro, la reunión estuvo lejos de alcanzar un consenso que fortalecería no solo la lucha por el pueblo venezolano sino a la propia OEA.

“No se puede tapar el sol con un barril de petróleo”, criticó el representante de Guaidó en el Grupo de Lima, Julio Borges, en respuesta al ministro asesor de la Presidencia de Nicaragua para las Relaciones Internacionales, Valdrack Jaentschke Whitaker, quien rompió una lanza por Maduro en la votación de la resolución que subió el estatus de sus representantes en la OEA.

En su última sesión la Asamblea General aprobó este viernes una resolución en la que acepta al designado por la Asamblea Nacional como “representante permanente” de ese país hasta que se celebren nuevas elecciones.

En abril pasado el Consejo Permanente había reconocido a Gustavo Tarre como representante de la Asamblea Nacional, y con la aprobada este viernes su estatus sube en Washington.

Pero a diferencia de los numerosos casos en los que las decisiones de la OEA se han adoptado por consenso, esta vez han aflorado las diferencias políticas que rodean las discusiones sobre Venezuela.

No es que el consenso sea una regla en la OEA -de hecho el Artículo 59 establece que las decisiones de la Asamblea General “se adoptarán por el voto de la mayoría absoluta de los Estados miembros”, mientras que el Artículo 89 señala que las del Consejo Permanente requieren “el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros”- pero la unanimidad refuerza cualquier determinación.

“En Venezuela existe el Gobierno constitucional que dirige el compañero Nicolás Maduro”, dijo Jaentschke Whitaker cuando expresó su desacuerdo con el apoyo de la mayoría de los miembros de la OEA a la delegación de Guaidó.

Su posición reforzó la expresada la víspera por el subsecretario de Relaciones Exteriores de Uruguay, Ariel Bergamino, quien en la primera sesión plenaria anunció la retirada de su país de la Asamblea General, disconforme con el nivel de participación otorgado a los representantes de Guaidó.

“A partir de esta situación que desnuda un progresivo y sistemático vaciamiento de la institucionalidad y la normativa de esta organización, Uruguay se retirará de esta Asamblea”, argumentó Bergamino.

El diplomático fue más allá y reveló que su país no apoyará la reelección del secretario general, el también uruguayo Luis Almagro, quien aspira a renovar en 2020 su periodo de cinco años.

La postura de Uruguay no debe sorprender ya que tradicionalmente mantuvo una relación cercana con el Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y con Maduro y además integra junto a México, Bolivia y la Comunidad del Caribe (Caricom) el Mecanismo de Montevideo, una iniciativa para impulsar el diálogo político en Venezuela.

Ese bando se ha fortalecido en la OEA con la llegada al poder en México de Andrés Manuel López Obrador, que marcó un distanciamiento del país del Grupo de Lima, del cual era miembro muy activo durante la anterior administración de Enrique Peña Nieto.

El giro de 180 grados se notó en Medellín donde la embajadora de México ante la OEA, Luz Elena Baños, manifestó que el organismo continental “no tiene facultades para reconocer gobiernos” y lamentó “que se violente la normatividad” existente.

El aliado que perdió la Asamblea Nacional venezolana lo ganó por el lado de Brasil, cuyo presidente, Jair Bolsonaro, hace parte del grupo más alineado con Estados Unidos junto con países como Colombia, Chile y Paraguay.

Por eso el embajador de Brasil en la OEA, Fernando Simas Magalhães, subrayó que la delegación de Guaidó fue “acreditada por un gobierno legítimo constituido en los términos de la Constitución de Venezuela (...) para restaurar la democracia en ese país”.

De esta forma, la delegación de Guaidó se va de Medellín con una muestra más de apoyo a su causa en la OEA, pero sin tener claro todavía como hacer para que esa lucha por la democracia dé más resultados.

Jaime Ortega Carrascal

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