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Disparar al aire para mostrar alegría es una tradición letal en Líbano

La campaña Eleguns permite a los clientes incluso elegir entre varios falsos tiradores profesionales.

Fátima Subeh Marzo

Disparar al aire como manifestación de alegría y festejo es una tradición muy arraigada en todo el mundo árabe. En las 50.000 bodas que se celebran cada año en Líbano, sacar el arma –una pistola o un kalashnikov– y vaciar el cargador es casi una tentación irresistible.

Eso hace que se pueda pasar de la felicidad a la tragedia en cuestión de segundos. En 2017, hubo 90 incidentes con muertos o heridos por disparos de celebración en todo el país, según un recuento de la ONG libanesa Permanent Peace Movement (PPM).

La ley lo prohíbe con penas de entre seis meses hasta tres años de prisión, y eso en caso de que sólo haya heridos. A veces, incluso hay detenidos, como los once que fueron arrestados por disparos con los que celebraban los resultados de las elecciones locales de 2016. Pero la prohibición raramente se cumple y es raro que los casos lleguen a juicio. La ley es de 1959 y no se ha cambiado la sanción económica que supone disparar al aire con lo que la cantidad es ridícula actualmente. 

El primer ministro, Saad Hariri, y el líder de Hizbolá, Hasán Nasralá, han reclamado a sus seguidores que abandonen esta práctica, pero sin mucho éxito hasta ahora.

PPM está intentando la vía de la concienciación. Ha puesto en marcha el proyecto Eleguns, que ha conseguido que ciudadanos libaneses a través de las redes sociales, los medios de comunicación e incluso algunos políticos, hablen sobre los riesgos que conlleva el uso de armas de fuego durante las celebraciones.

Es una compañía en la que los futuros cónyuges pueden contratar un escuadrón de profesionales para llevar a cabo un espectáculo de disparos al aire el día de su boda, a cambio de una tarifa de entre 300 y 400 dólares por servicio. Pero la empresa es ficticia y todo se trata de una burla ideada por PPM.

“Charlando un día con un amigo, le contaba las veces que atendí a personas heridas por disparos al aire cuando era voluntario de la Cruz Roja. Sabíamos que pronto se iba a celebrar una feria de bodas en Beirut y nos hicimos una pregunta. ¿Cómo reaccionaría la gente si montáramos una empresa que te permitiera contratar un grupo de profesionales que fueran a disparar a tu boda? Y así empezó todo”, cuenta Jean al Azar, un joven libanés de 32 años, activista y coordinador del proyecto Eleguns.

El primer paso para promocionar la empresa ficticia fue la creación de una página web con toda la gama de tiradores, armas y precios que pueden elegir los clientes. Incluso se les invita a escoger entre diferentes “estilos” de escuadrón. Se ofrece el clásico Kalashnikov o pistolas más modernas como la Glock 19.

Hasta se puede escoger el género: “En la web se puede elegir que sean mujeres las cabecillas de estos escuadrones el día del espectáculo, todo dependiendo del gusto de los futuros novios” continúa Jean. Y, por último, los uniformes: desde trajes antiguos para bodas más tradicionales hasta trajes de chaqueta para las menos.

El momento de contar la verdad

Cuando las parejas deciden finalmente contratar el servicio a través de la web, se encuentran con un párrafo que desvela que todo es una campaña de concienciación: “El coste real de este servicio de armas puede ser la vida de tus amigos y familiares. Ayúdanos a erradicar los disparos de celebración, una tradición ilegal que se cobra decenas de vidas inocentes al año”.

La campaña fue aún más lejos cuando sus propulsores colocaron un puesto en el Wedding Folies de Beirut (feria de bodas para futuros novios) en noviembre.

Las cámaras ocultas registraron las reacciones de las parejas. Aquellos que estaban interesados en un espectáculo de armas fueron animados a personalizar el servicio de acuerdo con su presupuesto. “La gente estaba emocionada. Venían a preguntar precios, condiciones... Después revelamos que todo era mentira y que Eleguns formaba parte de un plan de concienciación. Les pedíamos que vieran los vídeos en los que contaban sus experiencias los familiares o amigos de los muertos por balas perdidas. La mayoría se sentían avergonzados y arrepentidos por querer contratarnos”, explica el joven libanés.

Otros, aunque los menos, no cedieron: “Los accidentes ocurren porque la gente no sabe disparar y eso a nosotros no nos va a pasar”, decían.

439 parejas interesadas

Después de la revelación, los jóvenes detrás de la campaña animaron a las parejas a firmar un documento de compromiso en el que aseguran que no permitirán armas de fuego en las celebraciones de sus bodas e hicieron un listado con las diferentes respuestas de las 439 parejas que acudieron para contratar el servicio. Un buen número de personas cambió de opinión acerca de las armas de fuego y felicitaron a los propulsores de la campaña.

Disparar al aire en celebraciones siempre ha sido una tradición más común en las áreas rurales del país. Sin embargo, lo que vieron en la feria de bodas Jean y su equipo les convenció de lo contrario: “Siempre pensamos que era una tradición sobre todo rural, de la gente del campo, pero nos encontramos a parejas muy jóvenes, educadas y con una mentalidad abierta, estudiantes universitarios interesados en contratar nuestro servicio. Esto es lo que más nos sorprendió, y para mal, claro”.

Hanna Hammoud tenía 21 años y estudiaba física en la universidad. Su familia vivía en la pequeña región libanesa de Hush al Harima. El pasado agosto, durante la boda de un familiar, Hanna se encontraba en el balcón de su casa cuando un chico joven cogió un arma y disparó dos veces al aire con motivo de la celebración. Una bala atravesó la cabeza de Hanna, y está cayó del balcón.

“No me podía creer que hubiera perdido la vida de esa forma. Cuando me lo dijeron estuve un rato en shock hasta que rompí a llorar. Hanna y yo éramos muy amigos, nos conocimos en 2013 precisamente en una asociación en la universidad, Kifah Al Tabala, que lucha por frenar el tráfico de armas en Líbano, entre otras cosas”, cuenta Mohamad Allaw, amigo de Hanna desde hace años.

Tras la muerte de la joven, Kifah al Tabala, la asociación de la que ella era miembro y que trabaja en proyectos relacionados con la educación y la cultura, lanzó la campaña 'Hanna: terminemos con el armamento fuera de la ley' para concienciar sobre el peligro de la utilización de las armas de fuego.

Pero los disparos no sólo se producen en bodas, sino también en graduaciones, funerales, vísperas de año nuevo y otras celebraciones. “Tener un arma en Líbano es completamente ilegal si no eres policía o soldado. Sin embargo, en el mercado negro se puede comprar una pistola hasta por 150 dólares, que es un precio insignificante”, explica Jean.

PPM calcula que en Líbano hay cuatro millones de armas en manos de particulares en un país que cuenta con seis millones de habitantes. Sólo hay registradas 30.000 licencias de armas en manos privadas.

También es habitual escuchar disparos cuando algún político termina su discurso y sus seguidores más apasionados salen a la calle a rendir homenaje a su figura. El lugar dónde ocurren los accidentes puede ser cualquiera: a las puertas de iglesias o mezquitas, frente a la casa de los novios, en los banquetes o en la propia calle.

“El año pasado un niño murió en la graduación de un amigo suyo porque el padre de este se puso a disparar. Salió en todos los periódicos nacionales, pero los disparos continúan”, recuerda Jean.

Tras el éxito de la campaña, el equipo de Eleguns está llevando a cabo otras medidas de concienciación. “Estamos hablando con figuras religiosas para que durante los cursos prematrimoniales se convenza a los novios para que no permitan que nadie dispare durante sus bodas y con las organizadoras de bodas para que estipulen una cláusula en los contratos que prohíba las armas en las celebraciones”.

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