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Josetxo Ordóñez (Arrels): “Los derechos humanos no son iguales para todos”

Josetxo Ordóñez (Arrels): "Los derechos humanos no son iguales para todos"
Barcelona —

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Barcelona, 12 jun (EFE).- Refugiados, inmigrantes, personas sin hogar, con identidades de género distintas... los derechos humanos no llegan igual a todo el mundo, según denuncia el presidente de la Fundación Arrels, profesor de Derecho y abogado de la Fundación Migra Studium, Josetxo Ordóñez, que pide reformular la ONU para que garantice realmente estos derechos.

En una entrevista con Efe, Ordóñez (Pamplona, 1973), autor del último cuaderno de la Fundación Cristianismo y Justicia, de la que también es miembro, denuncia el surgimiento de una nueva visión mundial de los derechos humanos que hace que “se olviden de una parte de la humanidad”.

En el cuaderno, que lleva por título “Pasión, muerte y resurrección de los Derechos Humanos”, Ordóñez desmiente el tópico de que todas las personas tienen los mismos derechos. Para ello, pone el ejemplo del guineano Mamadou Bah, un arquetipo de todos aquellos que para llegar a tener derechos deben huir de su país y hacer grandes esfuerzos.

Ordóñez, que es profesor de Derecho Internacional en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona (UB), asegura que todo el mundo considera de manera errónea que los derechos humanos “son una cosa que cae del cielo”, y niega que todos gocen de ellos por el mero hecho de ser personas.

El abogado argumenta que en la raíz del incumplimiento de los derechos humanos está el hecho de que se haya dejado en manos de los Estados el que los garantice.

Ordóñez apunta que para que los derechos humanos puedan llegar a todo el mundo se debería poder definir derechos en instancias inferiores y superiores al Estado.

Señala, en este sentido, que debería haber alguna institución por encima de los países que les obligase a cumplir con ellos, una especie de Naciones Unidas con nuevas funciones.

El olvido es un concepto recurrente en boca de Ordóñez: “Las mujeres, por ejemplo, fueron olvidadas por las anteriores oleadas de derechos, y ahora teóricamente están incluidas”, pero remarca que, con cada redefinición de derechos, nacen más olvidados: “Ahora son los indígenas, los inmigrantes, los refugiados...”.

“La crisis de la democracia es la crisis del Estado-nación que se muestra incapaz de sostener los derechos, por eso hace falta algún poder global que los garantice”, reitera Ordóñez.

El olvido, según el abogado, se cierne sobre todas las comunidades humanas que no encajan con la visión occidental del ser humano: “Los derechos humanos son fruto de un contexto histórico de después de la Segunda Guerra Mundial, y se construyen alrededor de la idea del individuo”.

Ordóñez opina que la visión individualista se ideó en instancias occidentales y se proclamó como universal, mientras que en otras partes del mundo pueden no coincidir con ella: “La dignidad puede verse desde muchos prismas, y las mismas comunidades humanas deberían poder definirla sin que nadie les imponga una verdad única”.

Una idea que se implanta desde altas instancias hacia abajo, dice Ordóñez, será ineficaz, porque no contempla la diversidad de necesidades de toda la humanidad, abocando los derechos humanos actuales a una utopía inaplicable en muchas zonas “olvidadas”.

Explica que actualmente las regulaciones impregnan demasiados ámbitos de la vida en nombre de la “seguridad jurídica”, un entramado de regulaciones que se construye desde los intereses del Estado y reducen al mínimo el potencial de emancipación humana del Derecho.

Ordóñez pone como ejemplo el final del feudalismo, un régimen que era muy regulatorio y que se rompió con la Revolución Francesa: “El fin del feudalismo trajo tras él un renacimiento jurídico basado en el Derecho Romano que se alarga hasta hoy”.

“Actualmente estamos otra vez ahogados por la regulación -concluye Ordóñez-, y el problema es que ese orden no funciona: se han hecho genocidios en nombre de la ley, ahora nos estamos cargando el planeta… es inevitable repensar nuestra democracia, y eso empieza transformando qué son los derechos humanos”.

Iñaki Martínez Azpiroz

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