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Estados Unidos cierra el círculo de la mayor trama de evasión de sanciones de la historia

Boceto del día del juicio a Mehmet Hakan Atilla en el que Reza Zarrab (de espaldas) detalla ante el juez la trama elaborada para eludir las sanciones estadounidenses.

Javier Biosca Azcoiti

La mayor trama de evasión de sanciones internacionales de la historia se acerca a su fin y es otro factor que complica las relaciones entre Turquía y Estados Unidos. Este miércoles, el juez estadounidense iba a anunciar el tiempo que pasará en prisión Mehmet Hakan Atilla, exdirector general adjunto del mayor banco público de Turquía, Halkbank. Unas horas antes de la sesión, el magistrado prefirió hacerle unas preguntas adicionales y posponer la decisión de su pena hasta el 7 de mayo.

Atilla, condenado por conspiración, fraude bancario, blanqueo de capitales y violación de la ley de sanciones de EEUU, es una figura menor en esta inmensa trama que permitió a Irán, según los expertos, conseguir unos 100.000 millones de dólares con la probable ayuda y consentimiento de Turquía y violando el estricto régimen de sanciones impuesto por Washington.

Todo comenzó la noche del 1 de enero de 2013, cuando un avión procedente de Accra, Ghana, con destino al aeropuerto Sabiha Gökçen de Estambul fue desviado al otro aeropuerto de la ciudad a causa de la densa niebla. Agentes de aduanas descubrieron que el avión contenía más de una tonelada de oro. El responsable de aquella operación era Reza Zarrab, un famoso empresario turco-iraní con conexiones en las más altas esferas de ambos países.

El segundo episodio tuvo lugar el 17 de diciembre de ese mismo año. Zarrab y otras 51 personas fueron detenidas, incluidos 43 miembros de la Administración de Erdogan, y se requisaron 17,5 millones de dólares en efectivo. Entre los detenidos estaban los hijos de tres ministros y el jefe de Atilla, Suleyman Aslan –consejero delegado de Halkbank–, en cuya casa se encontraron 4,5 millones de dólares en efectivo escondidos en cajas de zapatos. El dinero correspondía presuntamente a sobornos entregados por Zarrab.

La guerra sucia

Cuando estalló el escándalo en Turquía, Erdogan lo calificó como un intento de golpe judicial orquestado por el Movimiento Gulen –cuyos miembros ocupan puestos destacados en la Policía y el poder judicial– basado en pruebas falsas. Entre los pinchazos telefónicos se difundió una conversación que supuestamente mantuvieron el propio Erdogan con su hijo, Bilal, según varios medios turcos:

— Se están registrando las casas de 18 personas ahora mismo con esta gran operación de corrupción. Lo que tengas en casa, sácalo, ¿vale?

— Papá, ¿qué podría tener en casa? Está tu dinero en la caja fuerte.

— Sí, eso es lo que te digo.

Poco después:

— ¿Te has deshecho de todo o...?

— No, no todo, papá. Quedan unos 30 millones de euros que no hemos podido liquidar.

El presidente turco alegó que se trata de un montaje, algo que no es nuevo en Turquía. En 2013, los tribunales juzgaron un supuesto intento de golpe de Estado por parte de los militares que sirvió para expulsar a miembros de las Fuerzas Armadas. Posteriormente se descubrió que se había basado sobre pruebas falsas, como un documento que supuestamente estaba fechado en 2003, pero que se había realizado con la versión de 2007 del programa Microsoft Word. Así se juega la guerra sucia por el poder en Turquía.

Finalmente, nadie fue procesado y el caso Zarrab acabó en nada. Incluso devolvieron el dinero confiscado (con intereses) a los investigados.

EEUU no quedó satisfecho por el proceso seguido en Turquía, que más bien parecía un intento de esconder todo lo ocurrido, y continuó investigando. Tres ministros turcos acabaron dimitiendo y uno de ellos acusó directamente a Erdogan: “Él también debería dimitir”.

Un viaje a Disney que acaba en prisión

El nuevo capítulo se abrió tras un error fatal del propio Zarrab. En marzo de 2016, Zarrab viajaba con su familia a Disney World, pero aquello acabó siendo un viaje a prisión. Lo mismo le ocurrió a Atilla un año después a su paso por Nueva York.

“Está usted siendo detenido porque tenemos pruebas de su participación junto con Reza [Zarrab] y sus esfuerzos para esquivar las sanciones de Estados Unidos. Antes de que diga nada, entendemos que hay otros que jugaron un papel más importante que usted en este esfuerzo y creemos que tiene información sobre esa gente”, comunicó uno de los agentes a Atilla poco después de ser detenido.

Pero no sería el banquero quien les diese información, ya que este insistió en su inocencia y finalmente ha acabado condenado.

Zarrab había seguido la misma estrategia que Atilla, pero en septiembre de 2017, tras un año y medio en prisión y pocas semanas antes del juicio, desapareció. El registro de prisión afirmaba que había sido puesto en libertad, pero su estado no se hizo público hasta la fecha exacta del juicio, el 29 de noviembre de 2017.

Entonces se supo que Zarrab se había declarado culpable y había llegado a un acuerdo con el fiscal. Iba a soltar todo lo que sabía, o lo que decía saber. La desaparición de Zarrab se debió a su entrada en el programa de protección de testigos, donde todo indica que continúa.

Las autoridades estadounidenses han acusado a nueve personas supuestamente involucradas en la trama, pero solo han podido detener a Zarrab y Atilla porque son los que han pisado suelo estadounidense. Entre los acusados está el exministro de Economía, Zafer Çağlayan, que supuestamente recibió entre 40 y 50 millones de dólares.

El funcionamiento de la trama

Durante una semana, y con Atilla sentando en el banquillo, Zarrab expuso al detalle la trama que dirigía. Con dibujos y esquemas incluidos. La trama funcionaba de la siguiente manera. Irán vende petróleo a Turquía, quien realiza el pago en liras turcas –una moneda de escaso valor en el mercado internacional– en una cuenta de la compañía estatal de petróleo iraní en el banco Halkbank.

A continuación entra en juego Zarrab, que transfiere ese dinero a una de sus cuentas y lo utiliza para comprar oro en Turquía. Zarrab hace el envío de oro a Irán –un producto que en esos años no estaba aún prohibido por las sanciones –, pero este llega a Dubai, donde se vende por dinero en efectivo en la moneda local, dirhams. Desde Dubai, el dinero acaba diluyéndose por el sistema internacional, pasando por bancos estadounidenses, hasta llegar finalmente en dólares a cuentas bancarias en Irán.

Tal y como explicó el fiscal del caso tras la condena a Atilla: “Se puede ayudar deliberadamente a Irán y a otras naciones sancionadas a evadir la legislación estadounidense o se puede elegir ser parte de la comunidad bancaria internacional que opera en dólares. Pero no se pueden hacer las dos cosas”.

En su momento de mayor actividad, Zarrab movía casi una tonelada de oro al día, según declaró ante el tribunal. También afirmó que durante cuatro años fue capaz de sacar prácticamente todos los miles de millones iraníes bloqueados en Turquía. Y afirmó que cobraba entre cuatro y cinco dólares por cada 1.000 dólares que movía, generando, según él, 150 millones de dólares.

Erdogan ha denunciado que se trata de un ataque políticamente motivado. El caso abierto en los tribunales estadounidenses ha tensado las relaciones entre EEUU y Turquía porque echaría por tierra la teoría de Erdogan de que todo es un montaje.

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