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“Antes de su kibutz, había un pueblo palestino”

El israelí Eitan Bronstain (d), encargado de la exposición fotográfica, señala las instantáneas del nieto del dueño la vivienda, Ahmed Abu Sitta (Abu Ala), que hoy vive en Gaza, mientras explica a su hija la historia del exilio palestino con la creación del Estado de Israel en 1948. Conmoción o negación: la exposición organizada por este israelí en la única casa que quedó en la villa palestina de Al Main tras el exilio de 1948 no deja indiferente a los actuales residentes judíos junto a Gaza, que desconocían la historia de quienes habitaban lo que hoy son sus kibutz. EFE/ Laura Fernández Palomo

EFE

Eshkol (Israel) —

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Conmoción o negación: la exposición organizada por un israelí en la única casa que quedó en la villa palestina de Al Main tras el exilio de 1948 no deja indiferente a los actuales residentes judíos junto a Gaza, que desconocían la historia de quienes habitaban lo que hoy son sus kibutz.

“Estoy con el corazón encogido”, aprieta el puño el israelí Gadi Moses, que ha salido en medio de la proyección del documental donde el nieto del dueño de la casa, Ahmed Abu Sitta (Abu Ala), cuenta cómo era su pueblo natal y cómo su familia quedó refugiada en la localidad gazatí de Jan Younes, a escasos siete kilómetros de allí, hoy separados por una verja metálica.

“Pero creo que no muestra toda la historia”, añade Moses, quien asegura a Efe que se debate entre el corazón y la cabeza.

Es uno de los algo más de 100 visitantes, la mayoría residentes de los kibutz colindantes - comunidades agrícolas de origen socialista -, que ha acudido esta semana a la exposición del israelí Eitan Brostein creada, en hebreo, para que el público local conozca un pasado del que pocos tenían referencias.

“La historia del 48 (la creación del Estado de Israel y el exilio de más de 700.000 palestinos) no nos afecta más que el presente”, medita Moses y asegura que las nuevas generaciones no entenderán la exposición porque lo que les preocupa es el miedo de sus hijos.

Y es que en este simbólico paraje de cultivos, al que se accede por carreteras con refugios anti-bombas junto a las marquesinas de los autobuses y desde donde se divisa Gaza, han caído en las últimas décadas miles de proyectiles de milicias palestinas.

Así que las reacciones están polarizadas, asegura Bronstein, “algunos se conmueven con la historia y otros la rechazan. Incluso no la creen porque Israel fue creado en esta negación”.

“Nuestra identidad como israelíes está basada en la negación de la historia palestina”, valora Bronstein, fundador de la iniciativa De-Colonizer, que documenta la historia de la Palestina histórica y la Nakba (catástrofe en árabe) y ha creado un mapa en el que localiza las ruinas de unas 500 villas árabes que quedaron total o parcialmente destruidas con la creación del Estado de Israel.

Con la ayuda de Abu Ala y una foto aérea de Al Main de 1945, Bronstein ha conseguido localizar piedras que un día fueron la tienda de comestibles, el colegio, el pozo de regadío y residencias, de una población de más de mil palestinos, hoy refugiados.

Solo queda intacta la vivienda del abuelo de Abu Ala que era conocida como “La Casa Blanca” por los residentes de los kibutz, hoy convertida en una galería que durante cinco días ha mostrado la desconocida historia de la villa.

“La clásica historia sionista es que las zonas estaban despobladas, pero hoy hay poca gente que mantenga esa mentira. Actualmente Israel lo que hace es confundir entre la Nakba y la guerra (de la Independencia, 1948)”, cuando el exilio y la destrucción de villas palestinas comenzó antes y continuó después.

“De aquí, de allí” reta de esta manera a las narrativas sobre lo ocurrido en aquellos años, al tiempo que pone sobre la mesa el polémico “derecho de los refugiados palestinos a regresar”, reconocido en las resoluciones internacionales y que Israel rechaza.

Es una de las preguntas que Bronstein plantea también a los visitantes, y ante la que Moses defiende su residencia como un “motivo nacional”, mientras que lo que critica es la “actual ocupación judía del territorio palestino de Cisjordania” (que comenzó en 1967), pero también el ataque a civiles desde Gaza.

“Si quieres atacar al Ejército, adelante, no hay problema, pero cuando comenzaron atacando a la gente perdieron la razón”, asegura.

La superposición de narrativas e historias personales, los debates entre la solución de un solo estado o dos se reflejan en las conversaciones de los visitantes que, a su vez, coinciden en un progresivo deterioro de la situación.

“Pienso que ellos (los palestinos) quieren todo o nada y en este lado (israelíes) poco a poco también. La gente ha perdido el compromiso”, lamenta Moses sin perder el optimismo.

Laura Fernández Palomo

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