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El presupuesto militar de Trump acabaría con años de trampas para sortear el techo de gasto

Trump anunció el "gran resurgir" militar de EEUU en un portaaviones nuclear.

Javier Biosca Azcoiti

Trump ha propuesto una subida del presupuesto militar de 54.000 millones, prácticamente la misma cantidad que se ha recortado anualmente desde que entró en vigor la Ley de Control Presupuestario de 2011, que impone techos de gasto. Durante estos años, ambos partidos se las han apañado para sortear el techo de gasto en defensa transfiriendo parte de su presupuesto a un fondo de emergencia y gastos imprevistos que no está sujeto a estos límites.

Si en algo estaban de acuerdo Donald Trump y Hillary Clinton era en que ambos aumentarían el presupuesto militar. No dijeron cuánto, pero los dos coincidían en que era necesario eliminar las restricciones de gasto establecidas en defensa. La Ley de Control Presupuestario de 2011 impuso diez años de techos de gasto en los diferentes departamentos del Gobierno con el objetivo de reducir en un billón de dólares el déficit estadounidense.

“No podemos perder nuestra ventaja militar. No podemos imponer límites arbitrarios a algo tan importante como nuestro Ejército. No tiene sentido en absoluto. Hace que nuestro país sea menos seguro”, sostuvo Hillary Clinton durante la campaña.

Mientras ambos partidos se acusan mutuamente de haber impuesto límites de gasto arbitrarios en defensa, republicanos y demócratas han trabajado juntos para sortearlos. El origen del techo de gasto militar se debe a la preocupación de muchos legisladores, especialmente republicanos, por el déficit estadounidense.

“Apoyamos un buen presupuesto de defensa que sea capaz de satisfacer los retos a los que nos enfrentamos, no los límites arbitrarios que ha impuesto el Congreso republicano”, afirmaba el programa demócrata. Y el republicano: “Apoyamos levantar el techo de gasto en defensa y rechazamos los esfuerzos demócratas de secuestrar el presupuesto militar a cambio de su agenda doméstica”.

Lo cierto es que la Cámara de Representantes aprobó la ley de 2011 con 174 votos republicanos a favor, de un total de 240, y 95 demócratas, de un total de 190. En el Senado fue aprobada con 73 votos: 45 demócratas (solo seis en contra) y 28 republicanos (19 en contra). El elevado número de votos republicanos en contra se explica por la reticencia de algunos congresistas a imponer techos de gasto en Defensa, ello a pesar de su preocupación por el déficit.

Dos han sido las estrategias conjuntas para intentar deshacerse del techo de gasto: elevarlo y desviar parte del presupuesto del Pentágono a OCO (Overseas Contingency Operations), un fondo no sujeto a estos límites presupuestarios y relacionado, en teoría, con las operaciones de guerra en el exterior para gastos imprevistos.

La condición para llegar a un acuerdo y poner en práctica estas estrategias era que el incremento presupuestario se repartiese a partes iguales entre gastos militares y no militares, especialmente entre el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado. Trump, por el contrario, ha afirmado que realizará ese aumento gracias a los recortes en otras agencias y departamentos. Esto ha desatado la ira de muchos en el Partido Demócrata.

Trump pretende volver a los niveles presupuestarios de 2012. “Su propuesta no es un disparate. Prácticamente todos los expertos están de acuerdo en que EEUU necesita un presupuesto cercano al de 2012”, explica Félix Arteaga, analista de seguridad y defensa en el think tank Real Instituto Elcano.

Respecto a la aparente contradicción entre el aislacionismo nacionalista de Trump y esta expansión militar, Arteaga afirma que “técnicamente es compatible unir ambas visiones”. “Ese dinero que se ha reducido no solo ha afectado a las operaciones en el exterior, sino que también se han reducido partidas destinadas a mantenimiento, personal, infraestructuras, operatividad, munición, gasolina, etc. No parece que [el incremento] se vaya a destinar a más operaciones en el exterior, sino a potenciar el gasto militar interno”, añade.

OCO:  una evolución despropocional

Los fondos OCO se asignan anualmente mediante un procedimiento más rápido que el provisto para obtener fondos adicionales y han servido para financiar gastos corrientes del Departamento de Defensa que poco tienen que ver con gastos de emergencia. El problema es que es un presupuesto más volátil e inestable que no permite el planeamiento de defensa a largo plazo.

En su momento álgido, en 2007, y con alrededor de 168.000 soldados desplegados en Afganistán e Irak, a los 541.000 millones de dólares destinados al Pentágono se sumaron 211.000 millones adicionales a través de OCO, llegando a suponer el 39% del gasto total en defensa.

En 2013 el número de tropas había pasado a poco más de 63.000 y el presupuesto asignado a OCO se redujo a 85.000 millones de dólares. El presupuesto de 2015, con apenas 13.000 soldados, se redujo notablemente: 64.000 millones. Sin embargo, en 2016, con tan solo 13.400 tropas desplegadas en el exterior, el fondo OCO ha trepado a 89.000 millones.

Según el analista Félix Artega, de los más de 85.000 millones de dólares asignados a OCO en 2017, 64.600 van destinados a lo militar y 20.700 van a gastos relacionados con programas civiles.

“Quizá, el mayor mecanismo de defensa [de los techos de gasto militares] ha sido el uso y abuso del presupuesto OCO, tanto por parte del Departamento de Defensa como del Congreso”, denunció el senador republicano y presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, John McCain, en un documento publicado en enero. “En lugar de revocar los techos de gasto, el Congreso y la administración Obama solo se han escondido del problema traspasando cada vez más cantidades del gasto legítimo en defensa desde el presupuesto base a OCO”.

Según McCain, el Pentágono ha asegurado que 30.000 millones de dólares de los 59.000 millones solicitados originalmente para OCO en 2017 es realmente un gasto estructural que pertenece al presupuesto base.

Aunque ambos partidos coinciden en que hace falta un aumento en el presupuesto militar, republicanos y demócratas deben acordar esa subida. De lo contrario, los demócratas podrían bloquear la propuesta de Trump y seguirían teniendo que negociar partida a partida a través del presupuesto OCO.

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