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La marcha del principal opositor a Putin no logra movilizar a la ciudadanía como en marchas anteriores

La policía detiene al líder opositor Alexéi Navalni en el centro de Moscú

Agustín Fontenla

La primera protesta del año convocada por Alexéi Navalni no ha logrado reunir el apoyo de sus marchas anteriores, aunque se saldó con cientos de detenidos. El principal opositor a Vladímir Putin había convocado a una marcha federal en contra del presidente ruso, bajo el lema: “Él no es nuestro zar”.

En la capital rusa, que debería ser uno de los termómetros de la protesta, se reunieron unas tres mil personas (1,500 según la policía). Los seguidores del activista se congregaron en torno al monumento del poeta Pushkin, bajo el primer sol picante de la primavera moscovita, y ante la mirada de cientos de curiosos, entre ciudadanos y turistas.

Las fuerzas policiales, que rodearon estratégicamente a los manifestantes, comunicaron en numerosas ocasiones que la marcha era ilegal y que debían dispersarse. Sin embargo, los ciudadanos se mantuvieron allí durante horas. Cerca de las 15.00, arribó Alexéi Navalni y tras saludar a los manifestantes y decir algunas palabras fue detenido. Un procedimiento casi calcado de marchas anteriores. Minutos más tarde, más de 500 personas fueron detenidas, según el observador OVD. Unas horas antes se había denunciado la detención de 150 personas en la región de Krasnoyarsk, 75 en Yakutsk, y al rededor de 50 en San Petersburgo. En total, más de 1.200 personas han sido detenidas en distintas ciudades de toda Rusia en la protesta, según EFE.

El activista convocó la marcha para protestar por la inauguración del cuarto mandato del presidente Putin, que consiguió su reelección en marzo pasado con un 77% de los votos. Este lunes, el jefe del Kremlin debe disolver el Gobierno, nombrar un nuevo gabinete ministerial y fijar los objetivos de su gobierno para los próximos años.

Alexéi Navalny esperaba opacar el inicio del nuevo mandato con una marcha federal, cuyo principal argumento era la ausencia de alternativas políticas y el sesgo autoritario del Gobierno que lidera Putin. En los días previos, el activista anticorrupción había trazado un paralelismo entre Rusia y Armenia, a propósito de las recientes manifestaciones que tuvieron lugar en el país caucásico.

“Serzh Sargsián (ex Primer Ministro, y presidente de Armenia por más de diez años) controla todo en su país, desde la política al fútbol”, había dicho el opositor en un video de You Tube que recibió más de dos millones de vistas, “la policía, el ejército, y los medios de comunicación, todos estaban con él, pero la gente salió a las calles, y él tuvo que renunciar”.

A pesar de las visibles similitudes entre Rusia y Armenia, el activista anticorrupción no logró persuadir a la ciudadanía rusa para expresarse en las calles con la contundencia que logró el opositor armenio, Nikol Pashinián.

De todas formas, el Kremlin no renovará el mandato presidencial en las mejores condiciones. Antes de la marcha convocada por Navalni, el gobierno enfrentó una multitudinaria marcha en el centro de Moscú, a raíz de la prohibición de Telegram.

El servicio de mensajería que fundó el emprendedor ruso Pavel Dúrov, fue bloqueado por el regulador ruso de telecomunicaciones, Roskomnadzor, por no cumplir con un pedido de los servicios federales de seguridad rusos (FSB), para brindar los códigos de encriptación.

La medida no solo afectó a Telegram, sino que causó inconveniente a numerosos servidores de internet en el país. Una dificultad que enfrentaron los usuarios, pero además, empresas rusas cuyos sistemas de facturación dependían de dichos servidores.

Alexéi Navalni deberá permanecer en prisión algunas semanas, como ocurrió en ocasiones anteriores. Un riesgo que el activista consideraba en cualquier caso. En este sentido, su convocatoria debe leerse como un mensaje al Kremlin y a sus seguidores: Navalni no librará su actividad política a ninguna agenda electoral, sino a una permanente oposición al poder de Vladímir Putin.

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