Qué quieren las cuatro gigantes tecnológicas de Trump y Clinton
Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump, se suben al escenario en la Universidad de Hofstra en Long Island (Nueva York). En su primer debate formal cara a cara, sin duda los vigilan con atención altos ejecutivos y lobbistas de las mayores empresas tecnológicas del país.
Ambos candidatos han sido muy expresivos en algunos asuntos que importan mucho a las empresas de la tecnología, como el comercio global. Como señala Dean Garfield, presidente y CEO de la patronal Consejo de la Industria de la Informática (ITIC), radicada en Washington, no es habitual que los tratados comerciales como el Acuerdo Transpacífico (TPP) tengan un papel central en unas elecciones presidenciales.
Garfield indica que el axioma tradicional en los ámbitos políticos es que “no hay lugar para el comercio, nadie habla de eso”. Sin embargo, tanto Clinton como Trump han declarado su oposición al TPP, y Trump dijo en un discurso en la Liberty University de Lynchburg (Virginia) en enero que quería que Apple volviera a fabricar sus ordenadores en Estados Unidos.
Tanto el comercio como la tecnología parecen estar en la agenda, pero ¿de qué otras cosas quieren las tecnológicas que hablen Clinton y Trump? El Center for Responsive Politics (CRP), de Washington, y su web Opensecrets.org documentan las declaraciones públicas de ambos candidatos en asuntos clave y los registros de la actividad de lobbying que estos tienen disponible públicamente. Estas herramientas proporcionan un abundante tesoro de datos sobre los temas que preocupan a las principales empresas tecnológicas en el contexto de estas elecciones.
Google: anticompetencia, política laboral y copyright
Según el CRP, la tecnológica que más gasta en lobbying es Alphabet, la matriz de Google. En 2016 (hasta la última actualización del CRP, el 9 de agosto), Alphabet ya ha invertido 8,04 millones de dólares (unos 7 millones de euros) en esa actividad, lo que la pone en camino de gastar algo menos de los 16,66 millones de dólares que desembolsó en 2015.
Los principales asuntos en los que Alphabet ha tratado de influir con ese dinero son los derechos de autor, las cuestiones de patentes y marcas (un elemento común en todas las empresas de la lista), los temas laborales, las políticas antimonopolio y las de los espacios de trabajo, la seguridad de los productos de consumo, la ciencia, la tecnología y la seguridad nacional. Pero algunos de los mayores retos de Google en relación con la política quedan fuera de Estados Unidos, en particular en Europa: la Comisión Europea ha alegado que las prácticas de Google en cuanto a comparación de comercios y publicidad incumplen la normativa comunitaria.
Amazon: impuestos, seguridad y aviación
Las cifras del CRP muestran que Amazon ha puesto en su cesta de la compra de Washington servicios de lobbying por valor de 5,81 millones de dólares (unos 5 millones de euros). La empresa ha usado ese dinero para presionar en ciertos temas que giran en torno a los ordenadores y la tecnología, los impuestos, la seguridad de los productos de consumo, el transporte y el comercio.
No ha sido una sorpresa ver a Amazon presionar en cuestiones relacionadas con la aviación, las aerolíneas y los aeropuertos, dada su implicación en el uso de drones y en el reparto de productos por aire.
Facebook: seguridad nacional, inteligencia y patentes
Facebook es la tercera empresa que más gasta en lobbying, según el CRP 4,97 millones de dólares (unos 4,4 millones de euros) en lo que va de año. Y tiene muchos asuntos gubernamentales de los que preocuparse.
La seguridad nacional, la inteligencia, las tecnologías de la información, los derechos de autor y las cuestiones de patentes y marcas –además de los impuestos– son los cinco principales temas sobre los que ha decidido presionar.
Entre las leyes para las que Facebook ha hecho propuestas está la “Ley de Requerimiento de Información sobre Actividades Terroristas Online”, que el Centro para la Democracia y la Tecnología, de Washington, ha criticado porque exige “que todos los proveedores de servicios de comunicaciones en internet informen a las autoridades del gobierno cuando obtengan 'conocimiento real' de alguna 'actividad terrorista' aparente en sus servicios”.
El CEO y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, también se ha mostrado muy activo en presionar por una reforma migratoria. Es un defensor entusiasta del colectivo de lobbying por la reforma de la inmigración FWD.US, que también cuenta con el cofundador de Microsoft Bill Gates y el fundador de Napster, Sean Parker, entre los miembros que lo crearon.
Apple: impuestos, telecos y derechos de autor
Apple no es una cara nueva en la política presidencial. David Axelrod, exjefe de estrategia y alto asesor del presidente Barack Obama, cuenta una gran historia en sus memorias de 2015, Believer. En ellas relata una conversación telefónica con el difunto cofundador de Apple Steve Jobs, en la que Jobs parecía muy poco impresionado con los consultores políticos de medios, a pesar de que el magnate pidió la reunión tras una visita personal del entonces senador Barack Obama a las oficinas de Apple en Cupertino.
Según Axelrod, Jobs dijo: “Lo que hace vuestra industria, si se le puede llamar industria, es una estupidez. Vosotros no sabéis nada de comunicación”.
Ahora Apple está mucho más implicada en su relación con los gobiernos, desde su enfrentamiento con el FBI por el debate de si “desbloquear” o no un iPhone vinculado a los atentados de San Bernardino hasta la más reciente disputa entre la empresa y la Comisión Europea, cuando esta institución intentó “recuperar ayudas de Estado ilegales” por supuestos impuestos no pagados en Irlanda de hasta 13.000 millones de euros más intereses.
El CRP muestra que Apple ha gastado la cifra relativamente modesta de 2,25 millones de dólares en lobbying en lo que va de año. No es una sorpresa que las cinco principales cuestiones en las que ha presionado son los impuestos, los derechos de autor, las patentes y marcas, las telecomunicaciones y la informática, además del comercio.
Los temas de derechos de autor son comprensibles, dadas las grandes batallas legales en las que ha entrado Apple –sobre todo con Samsung– para preservar los elementos únicos de sus productos: hay un caso sobre eso ante el Tribunal Supremo este mes.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo