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The Guardian en español

Un siglo y 1.400 millones después, los Juegos Olímpicos evidencian la dificultad de devolver el Sena a los bañistas

31 de julio de 2024, Francia, París: Vista general mientras los atletas saltan al Sena para comenzar la etapa de natación durante el Triatlón Individual masculino en el Puente Alexandre III.

Amado Herrero

París —

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El suspense duró hasta el último momento. En los días previos al triatlón olímpico, los dos entrenamientos de aclimatación al río tuvieron que cancelarse y la celebración de la carrera masculina debió posponerse el martes. Pero el miércoles las lecturas de calidad de agua dieron, por fin, luz verde y los organizadores de París 2024 pudieron conseguir la imagen de postal que esperaban: una prueba en el centro de París, con los triatletas lanzándose al agua desde el puente Alejandro III para nadar en un pequeño tramo entre los Inválidos y el Grand Palais.

La celebración del triatlón supone un paso fundamental que forma parte del esfuerzo por parte de las autoridades francesas para que en el Sena vuelva a abrirse al baño, más de un siglo después. Fue prohibido en 1923, mediante un decreto oficial, en gran medida porque la presencia de bañistas y barcos al mismo tiempo era peligrosa, pero también porque el agua no estaba limpia.

Desde entonces la situación del río se fue deteriorando aún más en las décadas posteriores. “Una consecuencia de la rapidísima urbanización de la banlieue parisina entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el final del siglo XX, en una época en la que la supervisión de las obras y la protección del medioambiente no eran tan estrictas como ahora, aunque la situación actual diste mucho de ser ideal”, explica Bruno Tassin, director de Investigación en Ciencias Medioambientales de la Escuela Nacional de Puentes ParisTech (ENPC).

El deterioro llegó a tal punto que en la década de los 80 la limpieza del río comenzó a plantearse como una necesidad. En 1988, Jacques Chirac, entonces alcalde de París, se comprometió a devolver la salud al Sena y aseguró que, para demostrarlo, se bañaría en el río antes del fin de su mandato. “Pero siempre faltaron los fondos para mejorar la situación”, añade Bruno Tassin. “Hasta que los Juegos Olímpicos han brindado una oportunidad única para emprender obras —sin duda insuficientes—, pero totalmente necesarias”.

El Comité Organizador (COJOP) ha querido que el Sena sea uno de los grandes protagonistas de estos Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Además de la ceremonia de apertura y las pruebas de triatlón, allí se celebrarán las de natación en aguas abiertas. Para ello los poderes públicos (Estado central y ayuntamientos) han invertido 1.400 millones de euros.

El susto llegó la semana pasada, cuando la organización tuvo que suspender varias sesiones de entrenamiento por la calidad del agua, la última el domingo, y medios belgas señalaron que la triatleta belga Claire Michel enfermó por la bacteria e.coli tras haber participado en la prueba femenina. Finalmente, Michel ha aclarado en redes sociales que las diarreas y vómitos que sufrió no se debieron a la bacteria e.coli, sino a un virus. Este lunes se ha celebrado la prueba de relevo mixto de triatlón después de que las fuertes lluvias del miércoles y el jueves volvieran a provocar un aumento de los niveles de bacterias en el agua.  

Las ventajas de la conservación

En ese sentido, el ejemplo del Sena subraya los beneficios de apostar por la conservación de los espacios naturales, para evitar después los costes y las dificultades que plantea su recuperación. En el caso del río parisino, el problema no era la contaminación industrial, sino la presencia de bacterias fecales, debida al vertido de aguas residuales: las canalizaciones de evacuación de buena parte de viviendas cercanas a las riberas –entre ellas las tradicionales casas barco o péniches– no estaban conectadas al sistema general y muchos de los desechos acababan en el río o sus afluentes.

Por otro lado, en París las aguas pluviales y residuales fluyen por un mismo sistema de alcantarillado unitario –aunque en diferentes canalizaciones– diseñado en el siglo XIX. Las lluvias torrenciales pueden provocar que las alcantarillas se desborden y que el agua se mezcle y termine vertiéndose al río.

Cómo se planteó la restauración

Con estas dificultades en mente, el Taller de Urbanismo de la capital (APUR) elaboró, como parte de la candidatura de París 2024, un primer estudio de viabilidad. En 2016 los organizadores convocaron a toda la comunidad implicada –políticos municipales, trabajadores, la agencia del agua de la región parisina y autoridades portuarias– para presentarles los resultados.

En muchos casos las autoridades locales de París y el Estado tuvieron que realizar además una labor de persuasión para asegurarse la implicación de muchos municipios, a los que prometió que los Juegos dejarán como herencia una playa fluvial.

Así se puso en marcha un proyecto complejo que pasaba por modernizar dos depuradoras, corregir las canalizaciones mal conectadas al sistema, acondicionar muelles y embarcaciones, construir grandes balsas para almacenar agua en días de tormenta o impermeabilizar el terreno. Una nueva depuradora de aguas pluviales entró en funcionamiento esta primavera en la localidad cercana a París de Champigny-sur-Marne.

“Los trabajos realizados han permitido mejorar los sistemas de recogida de aguas residuales, en particular, en la periferia de París; así como mejorar los sistemas de separación, que presentaban muchas conexiones deficientes que provocaban el vertido de aguas residuales”, explica Bruno Tassin. “También han permitido instalar sistemas de reducción de la contaminación bacteriana, mediante rayos UV y ácido perfórmico, con el fin de permitir el baño”.

Medidas que el experto señala como necesarias, pero que requieren de una reflexión de fondo, en particular la salida del actual sistema de alcantarillado unitario para una mejor separación y tratamiento. “Pero, tanto por razones técnicas como sociales, hoy en día sólo puede preverse una evolución a muy largo plazo”, añade Tassin.

Una ‘catedral’ subterránea

A pesar de todos los medios empleados y todos los esfuerzos, el año pasado las pruebas de preparación de los Juegos demostraron que aún no se habían alcanzado los objetivos. Las lluvias de los días previos desbordaron el sistema de alcantarillado y la mayor parte de la natación tuvo que cancelarse porque el agua superaba los umbrales permitidos en las dos principales bacterias fecales: Escherichia coli –bacteria con la que Claire Michel ha enfermado– y Enterococcus.

Como herramienta adicional para evitar los desbordamientos, este año las autoridades inauguraron una pieza clave del sistema para habilitar el baño en la ciudad: la balsa de almacenamiento de Austerlitz. Una catedral subterránea capaz de retener 50.000 metros cúbicos (equivalente a veinte piscinas olímpicas) excavada en pleno centro de París, a pocos metros de la estación del mismo nombre.

Así, 36 años después de la promesa de Chirac, Anne Hidalgo pudo lanzarse al río hace unas semanas, precedida días antes por la ministra de Deportes Amélie Oudéa-Castéra. Emmanuel Macron, que también se comprometió a bañarse en el Sena, aún no ha concretado fecha para su chapuzón parisino.

Quejas de los atletas

En la mañana de la prueba del triatlón, la canicule que sofoca París estos días –40 grados de sensación térmica el pasado miércoles– hizo que los espectadores casi sintieran envidia al ver a los atletas sumergirse en el Sena. No obstante, los triatletas no han compartido el entusiasmo de los organizadores. Varios participantes criticaron a World Triathlon y al Comité Olímpico, al considerar que han puesto la estética por delante del bienestar de los participantes. 

“Para nada han pensado en los atletas. Aquí se ha pensado en el escenario, en la imagen, en que quede bonito y en vender en el Sena que es lo que querían los Juegos de París desde la inauguración y no se ha pensado nada en la salud de los atletas”, afirmó la española Anna Godoy en declaraciones a Marca. “Hay muchos triatlones en los que la mitad de los participantes han tenido una gastroenteritis e incluso problemas mayores, con meses de tratamiento y antibióticos”.

“Las muestras tomadas el miércoles entre las cinco y las seis de la mañana mostraron niveles de E. coli (la más problemática de las dos bacterias fecales) de entre 192 y 308 UFC/ml”, justificó el jueves Anne Descamps, portavoz del COJOP, en una rueda de prensa (UFC son las siglas en inglés de Unidad Formadora de Colonias, la medida para la cuantificación de microorganismos). “Resultados considerados como muy buenos por World Triathlon”, aseguró la portavoz, que recordó que las autoridades sitúan el umbral reglamentario en 1.000 UCF/ml.

Pese a las garantías de “calidad del agua” por parte del Comité Olímpico, la triatleta belga Claire Michel ha enfermado tras nadar en el Sena el pasado 31 de julio en la prueba femenina de triatlón por un contagio de E.Coli., una bacteria que puede provocar problemas estomacales e intestinales graves como diarrea y colitis hemorrágica y que pudo haber sido contraída por la contaminación del río. El incidente ha supuesto la retirada del equipo mixto de la competición olímpica, tal y como ha anunciado el Comité Olímpico Belga (COIB) y la federación de triatlón de Bélgica.

Por su parte, el equipo suizo tuvo que sustituir a Adrien Briffod, quien tuvo que retirarse debido a una infección gastrointestinal, según informaciones de la CNN. Sin embargo, según el jefe médico olímpico suizo, Hanspeter Betschart, “no está claro si la infección de Briffod está relacionada con la calidad del agua del Sena”.

Luchar contra el calor

Además, las autoridades locales y el Comité Organizador defienden que la recuperación del Sena no es una simple cuestión de vanidad olímpica. Citan los esfuerzos previos para mejorar la situación del río y una directiva marco europea del agua, adoptada en 2000, que exigía el restablecimiento del estado general de los cursos de agua en todo el territorio comunitario.

“Los ciclos del agua van a seguir cambiando, y la cantidad y la calidad del agua disponible va a disminuir, en detrimento tanto de la biodiversidad como del suministro de agua potable”, explica Julia Moutiez, arquitecta, miembro del laboratorio CRH-LAVUE de la Universidad de París Nanterre y profesora en la Escuela de Arquitectura de París Val-de-Seine.

En ese contexto, el esfuerzo de recuperación de los ríos en zonas urbanas está encontrado eco en varios países europeos y en Norteamérica. La biodiversidad y el acceso al agua son dos de las principales razones, pero también existe una necesidad ligada al calentamiento global y a los fenómenos climáticos extremos.

Los espacios de baño y natación ocupan así un lugar destacado en los planes de adaptación al cambio climático. “Las olas de calor y las inundaciones son los dos mayores riesgos a los que se enfrenta París”, apunta Julia Moutiez. “Las obras que se están realizando son una respuesta parcial a estas alteraciones, pero no son más que la punta del iceberg”.

Por eso, más allá de los Juegos, París espera abrir nuevas playas o piscinas naturales en el centro de la ciudad y en los alrededores. Cerca de los puentes Grenelle, Bercy y Marie podrían abrirse las primeras en 2025.

Y aunque en sus conversaciones los parisinos se muestran escépticos con la posibilidad de adentrarse en las aguas del Sena, lo cierto es que la experiencia del embalse de la Villette, en el norte de la ciudad, invita al optimismo. La piscina que se abrió allí en 2017 llena regularmente su aforo y acoge desde entonces a miles de bañistas cada verano.

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