Tailandia veta a sus ciudadanos mantener contacto en Facebook con tres de sus mayores críticos
El Gobierno militar de Tailandia ha anunciado un veto a todo tipo de interacciones online con tres de sus mayores críticos que residen fuera del país. Un comunicado del Ministerio de Economía y Sociedad Digital advirtió a los ciudadanos de que establecer contacto vía Internet con los académicos tailandeses Somsak Jeamteerasakul y Pavin Chachavalpongpun, así como con el periodista Andrew MacGregor Marshall, podría violar la ley.
Las tres personas señaladas viven fuera del país pero en las redes sociales tienen numerosos seguidores del país por sus críticas sobre los errores de la junta militar y la monarquía.
El comunicado del Ministerio indica que los ciudadanos no deben seguir, contactar o compartir contenido procedente de estas tres personas en Internet o en las redes sociales. La declaración añade que la gente que difunda sus informaciones, directa o indirectamente, podría estar violando la Ley de Delitos Informáticos del país.
El historiador Somsak ha escrito extensamente sobre la monarquía de Tailandia y Pavin es un antiguo diplomático. Marshall es el autor de A Kingdom in Crisis, un libro publicado en el año 2014 y prohibido en el país.
Los debates abiertos sobre el rey son ilegales bajo una estricta legislación de lesa majestad y algunos críticos han sido condenados a penas de prisión de varias décadas.
Las autoridades tailandesas ya habían advertido de que incluso compartir contenido en Facebook podría ser considerado una violación de la ley de lesa majestad. El estudiante y activista Jatupat Boonpattaraksa fue acusado en diciembre por compartir un perfil de la BBC del nuevo rey en Facebook. Jatupat sigue en la cárcel y se le ha denegado la libertad bajo fianza.
El Gobierno tailandés también se ha esforzado por acabar con cualquier material en Internet que considere difamatorio para la monarquía. Poco después de la muerte del anterior rey en octubre del año pasado, una delegación tailandesa de alto nivel se reunió con Google para presionar a la compañía para que eliminase cualquier contenido contrario al régimen. El Daily Mail está bloqueado en el país por lo que ellos consideran informaciones contrarias a la familia real.
Bajo las órdenes de la junta militar, ha habido un incremento de procesos por delitos de lesa majestad. Según explicó Pavin en un artículo de opinión publicado en the Guardian en 2015, todo esto es un intento de “buscar legitimación para prolongar su gobierno”.
Josef Benedict, el director de las campañas para el Sureste Asiático y el Pacífico de Amnistía Internacional, cree que las autoridades tailandesas se han “adentrado hasta niveles desconocidos” para eliminar la libertad de expresión de los ciudadanos con este nuevo veto.
“Después de meter en prisión a la gente por lo que dice tanto dentro como fuera de Internet, y de perseguir a los críticos que están fuera del país, quieren que la gente esté desconectada”, protesta. “Este movimiento no pone de manifiesto su fortaleza sino más bien su debilidad y su miedo a la crítica. En su voluntad de acallar a la disidencia, las autoridades del país están recurriendo a medidas extremas que incumplen descaradamente las leyes internacionales de derechos humanos”.
Un alto cargo del Ministerio ha rechazado que la nueva ley incremente el nivel de represión del país. “El objetivo es beneficiar a la ciudadanía para que pueda buscar información correcta. Lo que tienen que hacer es utilizar su criterio para que esta ley no les afecte”, explicó Somsak Khaosuwan tras el anuncio.
La sensibilidad en torno a cualquier actividad considerada antimonárquica se ha agudizado desde que el rey Maha Vajiralongkorn ascendió al trono tras la muerte de su padre, Bhumibol Adulyadej. Todos los medios en Tailandia deben autocensurarse para operar dentro de la ley. Esto imposibilita informar de manera objetiva sobre el reinado del nuevo monarca, que ha añadido una serie de cláusulas a la nueva Constitución del país que refuerzan sus poderes. El rey Vajiralongkorn pasa gran parte de su tiempo en Alemania.
Traducido por Cristina Armunia Berges