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“Una parte de los votantes del Partido Pirata nos vota como reacción contra un sistema injusto”

Amelia Andersdotter, diputada por el Partido Pirata sueco en el Parlamento Europeo / Foto: Joan Pla

Joan Pla Vivoles

Amelia Andersdotter (Enköping, 1987) tenía cinco años cuando el CERN declaró la World Wide Web de dominio público, un hecho que estaba destinado a cambiar el mundo y del que el pasado 30 de abril se celebraron 20 años. No es de extrañar, pues, que una nativa digital que creció en un mundo con leyes de copyright analógicas se afiliara al Partido Pirata poco después de su fundación en Suecia, en 2006. En las últimas elecciones al Parlamento Europeo su partido obtuvo el 7,13% de los votos y ella, segunda de la lista, consiguió el escaño tras la ratificación del Tratado de Lisboa. Así fue como se convirtió en la diputada más joven del Parlamento Europeo.

Pregunta: Entró en el Partido Pirata en 2006 con 19 años y en el Parlamento Europeo con 24. ¿Es normal en Suecia que los jóvenes se involucren en política tan temprano o usted es un caso especial?

Respuesta: Yo diría que no es muy habitual que un político tan joven como yo sea elegido para un Parlamento pero sí que la mayoría de políticos suecos empezaron la carrera cuando tenían 13, 14 o 15 años, porque cada partido político tiene su agrupación de jóvenes.

P. ¿Los votantes del Partido Pirata también son mayoritariamente jóvenes?

R. Es un perfil más o menos joven pero sobretodo es gente que está descontenta con el sistema político actual. Cuando se toma una decisión en política a menudo no tienes manera de saber quién es el responsable y esto lleva a mucha gente a quedarse insatisfecha con la forma como funciona el sistema y se vuelve antisistema. Cuando no puedes saber quién es el responsable de lo que se hace, te vuelves contra todo el sistema. Mucha gente votó por el Partido Pirata por este motivo; sabían que algo fallaba, pero no podían decir quién era el responsable y, por tanto, cómo se podía arreglar. Votaron a un partido nuevo y rompedor respecto a lo que había.

P. Dicho así, se ven muchas analogías entre el Partido Pirata que describe y los movimientos de protesta que han aparecido en los últimos dos años en otros países (los indignados, Occupy ...).

R. Bueno, yo diría que una parte de los votantes del Partido Pirata nos votan porque creen en internet y las potencialidades que tiene para cambiar la sociedad, pero otra parte nos vota como reacción contra un sistema injusto. Ahora bien, no veo mucha relación entre nosotros y los movimientos como por ejemplo el 15M o los 'indignados', porque el Partido Pirata es anterior a todo esto y también porque nosotros aparecimos en unas circunstancias económicas totalmente diferentes.

P. ¿Cuáles?

R. Bueno, el Partido Pirata y el ideal democrático de la economía de la información y todo esto es un sentimiento muy fuerte que existe sobretodo en Suecia, Alemania... incluso la República Checa, básicamente países de cultura germánica. En España también hay un Partido Pirata pero creo que la crisis financiera quizá hizo visibles otros problemas sistémicos del país y, también, problemas que se arrastran del pasado, que son muy diferentes de los de Suecia. Una de las cosas con la que me he fijado de los movimientos del 15M o 'indignados' es que están muy alejados del sistema político y el sistema mismo. En Suecia, en cambio, el Partido Pirata se fundó con un planteamiento del tipo “de acuerdo, atacar el sistema político desde fuera parece que no funciona, tendremos que intentarlo desde dentro”. Lo que implica entrar en el sistema y tratar de reconstruirlo de conforme a tus creencias. En España parece como si la reacción haya sido más de “el sistema no se puede arreglar”. Esto es meramente una observación personal mía, pero parece como si en España la gente tuviera menos esperanza en el sistema y viera muchas menos posibilidades de reconstruirlo desde dentro. Quieren un nuevo sistema de arriba a abajo. Quizás también por motivos culturales, no sé, los problemas de allí son diferentes de los de aquí.

P. ¿Qué problemas tienen aquí?

R. Por ejemplo, tradicionalmente en Suecia ha habido una muy alta participación en las elecciones, pero ahora mismo está disminuyendo fuertemente y especialmente entre la gente joven.

P. ¿Y a qué se debe?

R. Ahora mismo creo que no hay mucho debate social en Suecia. Una de las causas diría que es que los medios ponen el acento en personas particulares y no en las instituciones. Más que mirar cómo se ha gestionado un asunto por parte de una institución, se mira el efecto que ha tenido en la gente, individualmente. Ahora, por ejemplo, se habla de la privatización de las farmacias. Es interesante ver cómo la mayoría de las noticias referentes al tema son sobre clientes particulares de farmacias; se busca a alguien y se le pregunta cuál es su historia, por qué ha ido a la farmacia, qué piensa de la reforma... Y más que tener una visión institucional de la reforma, te quedas con una visión subjetiva de alguien que ha ido a la farmacia. Puede ser interesante para la gente, pero no para el interés público. Entonces, supongo que cuando no puedes saber quién es el responsable de qué ni por qué lo ha hecho, acabas perdiendo el interés en las elecciones. Si no sabes cuál es la diferencia entre una opción y otra, ¿por qué votar?

P. ¿En el Parlamento Europeo ha notado diferencias en la forma de hacer política de diputados conforme a su país de origen?

R. No sé cómo funciona la política nacional en cada estado y lo mismo puedo decir de Suecia, no he visto cómo funciona por dentro, por lo que no puedo hacer ninguna comparación útil. Supongo que cada diputado está influenciado por su background cultural… Pero para mí el Parlamento Europeo es como una institución diplomática que funciona muy a nivel individual, hay una especie de diplomacia entre miembros.

P. ¿Qué balance hace del año y medio que ha pasado en el Parlamento Europeo?

Creo que vale la pena estar ahí y creo de verdad que las cosas se pueden cambiar desde la Unión Europea. Además, es una oportunidad de coordinar esfuerzos más allá de las fronteras en el tema de las tecnologías de la información. Hay esta idea de que la toma de decisiones en la Unión Europea es un proceso muy lento, y sí, es un proceso complejo. Pero, de hecho, ha ocurrido algo interesante en Bruselas: ante estas críticas de lentitud, esta última legislatura crearon un incentivo para acabar leyes con mayor rapidez, tanto en el Consejo como en el Parlamento. Antes de este mandato podían pasar cuatro o cinco años antes de que el Parlamento diera por terminada una ley. Ahora mismo estamos aprobando leyes en uno o dos años, o incluso seis meses, y eso no es del todo bueno. Sé que sonará conservador por mi parte, pero en muchos casos cuando piensas en un tema durante más tiempo, adquieres un punto de vista más maduro y creo que algunas leyes están siendo perjudicadas por esta prisa del Parlamento y el Consejo, y particularmente éste último.

P. Sobre lo que decía de la coordinación más allá de las fronteras, ¿cómo es la coordinación del Partido Pirata a nivel europeo?

R. Bueno, es complicado coordinar cosas a nivel europeo, cada país es diferente. A parte de los diferentes idiomas, cada uno tiene sus referencias históricas y sus discusiones políticas. También, cada país tiene diferentes niveles de desarrollo y de organización. Si miras la forma como hicimos la estructura interna del Partido Pirata sueco, se parece mucho a una ONG. Pero en Alemania, por ejemplo, tienen un sistema diferente y también el Partido Pirata de la República Checa tiene su estilo. Suecia es un lugar especial, es un país muy previsible.

P. ¿Previsible?

R. Bueno, la historia de Suecia es bastante aburrida; es un país que en 600 años historia nunca hemos tenido ningún gran drama. Hemos vivido en paz desde inicios del siglo XIX y las instituciones suecas han ido evolucionando muy lentamente, esto crea mucha estabilidad y previsión, pero también acomoda a la gente a esta estabilidad y previsión.

P. ¿Y esto es malo?

R. No, es una forma como otra en la que un país puede evolucionar, pero claro, esta evolución moldeará a le gente que vive en él.

P. ¿Cuál es la situación ahora mismo de las leyes de copyright en Europa?

R. Cada país es un caso especial. Por ejemplo, en España ahora tenéis la ley Lasalle, que es la continuación de la Ley Sinde-Wert pero peor. En Francia, existe el sistema Hadopi, que a nadie le gusta. En Suecia no tenemos controversia sobre el tema de copyright ahora mismo porque se cambiaron las leyes en los años noventa –después que el gobierno norteamericano nos lo pidiera– y lo único que se ha hecho ha sido, el año pasado, el Parlamento, aprobar hacer permanentes aquellos cambios. Por eso no hay ninguna discusión pública sobre el tema, porque las leyes ya se conocían de hace tiempo.

P. ¿Y a nivel europeo?

R. El tema del copyright está extremadamente fragmentado. Es imposible decir cuáles son tus derechos legales u obligaciones entre los estados miembros. Por ejemplo, en Portugal puedes intercambiar ficheros vía P2P, en Holanda no puedes subir archivos pero sí descargarlos, en Suecia no puedes ni bajar ni descargar y en el Reino Unido no tienen ninguna excepción sobre la copia privada, por lo tanto, el 99% de la gente viola la ley de copyright, porque evidentemente hacen copias privadas -copias de seguridad de su propio material, por ejemplo-.

P. Como decía, en España ahora se habla de la Ley Lasalle, que es una evolución de la Ley Sinde-Wert. Igualmente, en el Parlamento Europeo se rechazó el tratado ACTA pero después han aparecido otros intentos. ¿Cómo acabará todo esto? ¿Los lobbys y grupos de poder interesados intentarán indefinidamente que los políticos endurezcan las leyes de copyright o algún día aceptarán que el mundo ha cambiado?

R. En una democracia, al final, las normas de una sociedad son las que quiere esta sociedad, pero lo que ha ocurrido con el tema del copyright en los últimos 30 años es que las decisiones se han tomado antes de que la sociedad supiera qué decisiones querían que se tomaran. La mayoría de las normas que tenemos en temas de copyright provienen en realidad de unos pocos tratados acordados a nivel internacional a finales de los 80 o principios de los 90. En aquella época todavía no teníamos ningún debate público sobre estos temas. Creo que el tratado ACTA y el hecho de que fuera rechazado y de que se generara un gran debate público muestra que el tema del copyright se ha politizado, ya no es algo que unos especialistas hacen en un despacho de abogados a oscuras, ahora es algo de lo que mucha gente se siente afectada y está en contra. Dicho esto, con ACTA y otros tratados actuales se nota que intentan mover las leyes de copyright en una dirección que no tiene sentido, intentan consolidar a nivel internacional aspectos que ya saben que no es lo que la gente quiere. Hay que tener cuidado porque la gente puede ser fácilmente influenciada cuando le aplicas una cantidad suficiente de miedo y poder. Es importante que nosotros como sociedad seamos conscientes de que no tenemos porqué someternos y que podemos oponernos a estos tratados impuestos a nivel internacional que no han sido debatidos. Creo que, en el fondo, es muy difícil legislar en contra de cómo la gente percibe que son las cosas. Necesitamos legisladores más activos y responsables, que sean capaces de tomar responsabilidades de las decisiones que toman y de los efectos que éstas tienen en sus comunidades.

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