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Análisis Risen 3: Titan Lords, buscando un hueco con rol clásico

Risen 3: Titan Lords

Daniel Moreno

En esto de los juegos de rol, como casi en todo, podemos hacer dos grupos perfectamente diferenciados. Por un lado tendríamos aquellos títulos capaces de vender millones de copias ya sea por sus mecánicas más abiertas, por su impecable factura técnica, por contar con el apoyo de una gran firma o, que también los hay, por ofrecer una experiencia sólida contando con un espíritu único y realmente embriagador. Sin embargo por el otro lado tenemos a los quizás injustamente llamados títulos ‘menores’, con sagas que buscan mantenerse fieles a sus orígenes dando algún que otro vaivén con tal de ver si dan con la tecla adecuada y consiguen así un mayor protagonismo, manteniéndose vivas en el tiempo gracias a una tan entregada como fiel comunidad de jugadores. Risen 3: Titan Lords es todo un ejemplo de este segundo grupo.

Antes de que cualquiera de los mencionados fans de esta saga de rol clásico comience a tirar piedras, comentar que efectivamente la saga Risen cuenta con un gran nombre detrás al ser considerada la sucesora espiritual de Gothic, la gran franquicia de Piranha Bytes, uno de los estudios de referencia dentro del rol europeo, algo que ya de por sí debería servir para exigir un poquito más a este Risen 3, un título de contrastes que por desgracia cuenta con demasiadas cargas como para poder alzar el vuelo.

Argumento y jugabilidad: lucha contra el mal. Otra vez.

Comencemos por su argumento, punto que no es ni muchísimo menos la principal fortaleza del juego al situarnos ante una historia un tanto falta de originalidad. Somos un pirata que mientras busca un tesoro acaba desatando la catástrofe al despertar al señor de las tinieblas. Entonces criaturas del inframundo comienzan a emerger por todas partes atemorizando al mundo, mientras que nuestro protagonista se ve obligado a correr en busca de los magos más poderosos para recuperar el alma que el temible señor oscuro le ha robado. Vamos, que es una historia que llevamos oyendo desde los 8bits, sin embargo sirve para cumplir sin más al introducirnos en un vasto mundo donde lo que realmente importa es la exploración y las decisiones que tomemos.

Contaremos con un buen puñado de islas que recorrer de cabo a rabo y con total libertad. Esta es una de las señas de identidad de Risen y sin lugar a dudas uno de sus puntos más atractivos, ya que los escenarios son bastante amplios y están repletos de secretos y personajes con los que dialogar para abrir misiones secundarias. En este sentido, Risen 3 es realmente enorme, y puede dar para horas y horas de juego mientras exploramos pueblos, cuevas, valles y montañas.

El otro gran punto fuerte radica en el hecho de que, pese a que las misiones no son para nada originales, las decisiones que tomemos por aparentemente insignificantes que sean afectarán al desarrollo de nuestra aventura, pudiendo crear alianzas, generar tensiones o desembocar en situaciones inesperadas. Todo amante del rol clásico sabrá apreciar este punto, llegando incluso a pasar por alto las carencias a nivel jugable y técnico de esta nueva obra de Piranha Bytes, y eso que, tal y como desgranaremos a continuación, no son precisamente pocas.

Para empezar no podremos dar tres pasos sin encontrarnos con un enemigo, algo que no sería un problema de no ser por dos factores: la dificultad está mal nivelada y el sistema de combate hace aguas. El primer punto merece una explicación, ya que no es realmente cierto que los monstruos sean difíciles de eliminar a nada que nos aprendamos sus movimientos y embestidas. No suelen suponer reto alguno en dicho sentido. El problema viene dado porque tienen una vida tan absurdamente elevada que hasta un simple pollo de corral nos llevará un buen rato, y eso deriva en un avance lento y tedioso.

El segundo punto, el que hace referencia al sistema de control, es bastante más complejo de reparar. Digamos que se ha querido buscar un sistema de combate sencillo en el que tenemos, básicamente, dos tipos de golpe con nuestra arma principal, un ataque secundario con armas a distancia y hechizos, así como movimientos de esquiva y bloqueos. La parte de la magia está bien, no lo vamos a negar, pero si nos queremos enfrentar a nuestros enemigos a base de espada y escudo, la cosa se complica. Para empezar no es fácil encarar a los enemigos, mientras que el medidor de impacto no está bien nivelado, haciendo que golpes certeros no cuenten o que impactos al aire quiten más daño que nunca. En definitiva, los combates son pesados y en demasiadas ocasiones faltos de gracia.

Apartado gráfico: un vasto mundo por explorar.

Toca hablar de un punto que puede no importar demasiado a los fans acérrimos pero que sin lugar a dudas echará para atrás a muchos de los posibles nuevos jugadores: su apartado técnico. Por un lado contamos con una versión de PC que luce superior y ofrece múltiples opciones de configuración para adaptarse a cualquier hardware, pero que pese a ello no logra disimular la apariencia general de ser un producto de hace varios años.

Lo mejor de todo sin lugar a duda son los escenarios. Son abiertos, variados y repletos de detalles, ofreciendo algunas vistas tan singulares como llamativas. Sin embargo no son pocos los puntos que afean la experiencia y llegan incluso a entorpecer la jugabilidad, como unas animaciones nefastas, texturas pobres que tardan en cargar y elementos que aparecen de la nada.

Si pasamos del PC a la versión de PS3 y Xbox 360, todos estos fallos van a más, encontrándonos con dientes de sierra exagerados, efectos realmente pobres para el agua, tiempos de carga continuos y excesivos que acaban por congelar la pantalla según avanzamos, transiciones bruscas de una zona a otra, caídas en la tasa de frames, efectos como el desenfoque para disimular todo lo feo... Como decimos, ciertos puntos pueden llegar a perdonarse cuando un juego cuenta con una jugabilidad realmente buena, pero es que los comentados fallos en el sistema de combate y control unidos a continuos problemas de cámara y todas estas carencias a nivel visual acaban por entorpecer la experiencia.

Conclusión: un RPG clásico que podría haberse convertido en ‘un clásico’.

En definitiva, nos encontramos ante un juego grande y repleto de posibilidades pensado por encima de todo para los fans tradicionales del rol clásico, aunque su sistema de combate se aleje de este esquema al intentar apostar por un sistema más dinámico y acorde a los gustos de hoy que, sencillamente, les ha salido rana. Aún y así seguro que más de un jugador sabe apreciar la libertad puesta en sus manos, la promesa de poder explorar vastas islas mientras mejora su personaje, descubre tesoros ocultos y cambia su destino a base de tomar diversas decisiones.

Pero los fallos están ahí, y pueden resultar garrafales para todo aquel que no haya gozado con sus predecesores. Se trata de una propuesta que a nivel técnico ofrece sus mejores bazas en PC, contando una adaptación bastante pobre a consolas de la pasada generación, mientras que el desarrollo de las misiones peca de falta de originalidad y la historia tampoco es que sea la cosa más absorbente del mundo.

En resumidas cuentas, Risen 3: Titan Lords no es Gothic, aunque puede servirte para amenizar las tardes muertas de agosto.

Lo mejor:

  • Libertad total para explorar en escenarios grandes y variados.
  • Las decisiones que tomemos afectan al desarrollo de la aventura.

Lo peor:

  • Un apartado técnico y visual desfasado, sobre todo en PS3 y Xbox 360.
  • El sistema de combate hace aguas, resultando torpe y frustrante.
  • La vida de los monstruos y enemigos, incluidos los menos importantes, es demasiado abultada.
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