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Análisis Starcraft II Legacy of the Void

StarCraft II: Legacy of the Void

Noelia Valbuena

Pocos son los que dudan a estas alturas de la calidad de una saga que lleva dando guerra desde hace casi 20 años. Starcraft, uno de los hijos predilectos de Blizzard Entertainment regresa con la prometida y esperada tercera entrega de la trilogía Starcraft II consiguiendo revolucionar una vez más su planteamiento estratégico aportando en el proceso todo un repertorio de mejoras, unidades y modos de juego.

Se toman su tiempo, todos los sabemos, pero también sabemos que suele merecer la pena la espera. Legacy of the Void aparece en escena para ofrecer todo aquello que prometía y como no, para consolidarse como uno de los mejores videojuegos competitivos de los cada vez más mediáticos e-Sports.

Antes de meternos en harina con la faceta multijugador del juego, tenemos que hacer una parada obligatoria en la campaña, donde por fin veremos el desenlace entre los ya míticos conflictos entre las tres facciones del juego.

Legacy of the Void nos pone en esta ocasión al mando de la facción más tecnológica y mística: los imponentes Protoss y su cruzada por la supervivencia tras verse forzados a abandonar su planeta de origen tras la invasión Zerg que dejó su mundo natal sumido en el caos.

El planteamiento de la campaña sigue un planteamiento muy similar a las dos anteriores entregas, y a medida que visitamos los distintos planetas para completar misiones, iremos desbloqueando unidades y estructuras con las que mejorar nuestra eficacia en combate.

Todo ello viene acompañado de todo un repertorio de modificaciones para nuestras unidades y habilidades especiales como bombardeos orbitales o invocación de poderosas máquinas de combate con las que tomarse ciertas licencias para alterar la experiencia respecto a los combates multijugador.

Puede resultar un mero trámite, incluso hacer rechinar los dientes a los más puristas ante tanta modificación de las bases del juego, pero lo cierto es que las 10 horas que nos puede llevar completar la campaña, consigue mantenernos entretenidos de principio a fin para descubrir qué viene a continuación.

A pesar de todo, este modo de juego también cuenta con sus propios inconvenientes, como un planteamiento de las misiones que apenas aporta novedades respecto a cualquiera de los juegos anteriores, dejando en algunas misiones concretas un regusto a déjà vu un tanto desagradable.

Pero lo peor sin duda es el propio argumento, que al igual que en las dos primeras entregas de la trilogía Starcraft II, deja bastante que desear, especialmente si lo comparamos con la excepcional narrativa del primer Starcraft.

A medida que la historia ha ido evolucionando también ha perdido fuelle respecto a aquellas primeras misiones en las que razas misteriosas hacían aparición por primera vez y desataban un conflicto a gran escala completamente impredecible. En esta ocasión Blizzard ha seguido con el camino marcado por una serie de acontecimientos de dudoso interés, metiéndose en un jardín de profecías, híbridos y creadores ancestrales del que resulta difícil salir con buen pie.

El argumento de Starcraft II produce una digestión pesada que ni sus cinemáticas (casi todas generadas con el propio motor gráfico del juego), ni sus diálogos, ni sus continuos homenajes al primer juego, consiguen aliviar.

Dicho esto, tenemos que entrar a comentar lo que sin duda es el punto fuerte y la seña de identidad del juego: su excepcional propuesta multijugador.

Starcraft II Legacy of the Void despliega todo su potencial en sus partidas online, incorporando suficientes novedades como para revolucionar buena parte de su planteamiento táctico y estratégico.

Todas las nuevas unidades abren un abanico de opciones durante el desarrollo de cada enfrentamiento, algunas de ellas incluso alteran el trascurso de los combates tal y como los conocemos desde los primeros compases de la partida. Todas ellas tienen su razón de ser y desde las Adeptas Protoss para acosar a nuestros rivales o defenderse de ataques tempranos; a los Liberadores Terran para asediar sin piedad desde el aire, aportan nuevos niveles de espectacularidad, algo especialmente prometedor a la hora de observar enfrentamientos entre jugadores profesionales, ya que todos ellos requieren de más habilidad y uso activo por parte del jugador, que algunas de las unidades básicas.

Algunas son especialmente potentes, como los Disruptores, capaces de exterminar a medio ejército contrario si se consigue una detonación en el momento y lugar adecuados, y eso sin olvidarnos de los Merodeadores, una de las unidades favoritas de la afición desde su aparición en Brood War y que en esta ocasión tampoco decepcionan por su excepcional capacidad de orquestar auténticas carnicerías desde el subsuelo.

Aun así, Legacy of the Void cuenta con el exquisito equilibrio del que siempre ha hecho gala la saga, y tras meses de beta, donde por cierto casi nos quedamos sin ojos, se puede decir que este cierre de trilogía vuelve a estar calculado al milímetro, tanto en la incorporación de las nuevas unidades, como en los cambios que han recibido las unidades ya existentes.

Sorprendentemente, uno de los cambios más trascendentes no viene de mano de las propias unidades, sino de un cambio en las condiciones iniciales de cada combate. En esta ocasión contaremos con un mayor número de trabajadores al comenzar la partida, un cambio que puede parecer trivial, pero que abre todo un nuevo mundo de opciones.

Ahora los tiempos son completamente diferentes y la acción comienza mucho antes, dejando de lado aquellos “minutos muertos” al inicio de cada partida, que hacían de las aperturas un trámite demasiado largo y aburrido que obligaba a los comentaristas de e-Sports a tirar de ingenio hasta que realmente empezaran a sucederse los acontecimientos interesantes. Por otra parte, los recursos se agotan mucho antes, lo que obliga a los jugadores a expandirse como si no hubiera un mañana, lo cual provoca más dificultades de defensa y en definitiva, más acción frenética marca de la casa.

La oferta de Legacy of the Void se completa con algunos modos de juego realmente interesantes.

En primer lugar tenemos el Modo Arconte, un 2v2 en toda regla aunque con una única base por bando. En esta modalidad se obliga a los jugadores a coordinarse con los mismos edificios y unidades y da lugar a multitud de situaciones en la que se producen ataques simultáneos en distintos puntos del mapa y un nivel de acción muy superior al de una partida 1v1 tradicional. Al liberar a cada jugador de parte de los recursos mentales que requiere el combate y la gestión de la base de forma simultánea. Sin duda uno de los más grandes aciertos en la historia de la saga.

En segundo lugar tenemos un modo cooperativo, en el que dos jugadores se enfrentarán en distintos escenarios a una IA que nos plantea desafíos de lo más variopinto como destruir trenes antes de que lleguen a su destino o evitar que escape un determinado número de lanzaderas. No sólo requiere un alto nivel de coordinación, también invita a seguir jugando para conseguir nuevas habilidades y unidades de parte de nuestros comandantes a través de un interesante sistema de progresión. La única pega es el limitado abanico de escenarios, que se acaban repitiendo con frecuencia.

Por último contamos con la incorporación de una nueva variante de combates online: los torneos, que nos invitan a participar en rondas eliminatorias programadas a diario contra oponentes de todos los rangos. La idea es muy buena, pero los tiempos de espera se pueden hacer muy pesados, y en ocasiones tendremos que ver frustrados como nuestro oponente ni siquiera se presenta.

Lo mejor:

Lo mejor:

  • Las nuevas unidades, cada una aporta lo suyo y de maneras especialmente espectaculares.
  • El cambio en las condiciones iniciales y el nivel de gestión que requieren las nuevas unidades, prometen enfrentamientos de e-Sports doblemente entretenidos.
  • El modo Arconte, si te coordinas bien con un amigo, se pueden dar partidas inolvidables.
  • El equilibrio entre razas es exquisito, parece imposible con tantas unidades y tan diferentes, pero lo han vuelto a conseguir.
  • Todos los aspectos del juego están cuidados con esmero y cariño, como viene siendo habitual en los juegos de Blizzard desde hace décadas.

Lo peor:

Lo peor:

  • El argumento de la campaña nos ha dejado fríos… atrás quedó la excepcional narrativa del primer Starcraft.
  • Los torneos, una gran idea, pero que resulta poco práctica por los tiempos de espera y los “plantones” de nuestros rivales.
  • Es un juego cada vez más exigente en su vertiente multijugador, los recién llegados van a sudar tinta y sangre…

Conclusiones

ConclusionesAnálisis Starcraft II Legacy of the Void

Se cierra la trilogía y Starcraft II Legacy of the Void cumple con creces con su cometido de cara a los fans para dar un nuevo soplo de aire fresco a un juego que parece incombustible.

Las nuevas unidades aportan un enorme abanico de posibilidades, los combates se han vuelto más dinámicos y contamos con nuevos e interesantes modos de juego con los que seguir disparando los niveles de diversión. Poco más se puede pedir.

Sólo un argumento durante la campaña menos atractivo de lo que debería y pequeños problemas en la organización de los torneos empañan levemente una experiencia que el líneas generales sigue siendo un referente en los juegos de estrategia en tiempo real.

Por: Noelia Valbuena

Análisis Starcraft II Legacy of the Void

11/17/2015

9 / 10 estrellas

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