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Análisis. State of Decay: Year-One Survival Edition, los zombies llegan a Xbox One

State of Decay: Year-One Survival Edition

Álvaro Alonso

En plena moda de juegos de zombies, películas de zombies, libros de zombies y series de zombies, 2013 fue un gran año para los fans de estos populares muertos vivientes. ¿Por qué? Pues porque fue el año en que salió a la venta State of Decay, un exclusivo de Xbox 360 desarrollado por Undead Labs y Microsoft Studios, un juego en tercer persona de mundo abierto que mezclaba elementos de supervivencia con algún otro de acción.

La próxima semana, el día 28 de abril, todos los que no pudieron disfrutar de la versión original del juego tendrán una nueva oportunidad, gracias al lanzamiento de State of Decay: Year-One Survival Edition, la versión remasterizada para Xbox One del juego, que viene acompañado, además, de sus dos expansiones, Breakdown y Lifeline.

State of Decay: Year-One Survival Edition sigue siendo el mismo juego con toques de sandbox y RPG, como cabría esperar. Las mejoras que ha recibido se centran en el apartado gráfico y alguna que otra novedad, pero no son grandes cambios o añadidos que sorprendan a los jugadores veteranos.

A nivel técnico, la mejoría del juego es palpable. Algunas texturas han pasado a estar en alta definición, y el título funciona a unos conseguidos 1080p de resolución, lo que le ha hecho mejorar en varios aspectos. Por ejemplo el tipo de iluminación, la cantidad de sombras y cómo se unen con el entorno, el desdibujado en la distancia, etc. Sin embargo, el conjunto no termina de convencer. Ya en su versión original, State of Decay dejó con el sabor de boca de que podría haber dado mucho más de sí, y por desgracia en el salto a nueva generación sigue ocurriendo lo mismo.

El principal problema es la tasa de framerate, que se vuelve loca en cuanto nos movemos un poco más de la cuenta. Parece difícil que esto ocurra, si tenemos en cuenta que estamos en una consola de nueva generación, pero ahí está el problema, tan palpable como los innumerables tirones que se aprecian desde el primer momento que entramos al juego. En general, la mejora gráfica se aprecia, pero los problemas que surgen a raíz de ella nos hacen sospechar que el verdadero problema de este juego no está en la potencia de la consola, sino en su propia programación.

Por supuesto, las mejoras gráficas no son el único reclamo para hacerse con el juego, que incluye numerosos cambios, algunos pequeños pero significativos, en la experiencia de juego. Por ejemplo, ahora cuando nos enfrentamos con un zombie con un bate u otra arma cuerpo a cuerpo y ésta se rompe, no quedamos indefensos. Mientras que en la versión de Xbox 360 teníamos que atacar con los puños, ahora disponemos de un pequeño cuchillo que nos sirve para defendernos. No es especialmente efectivo sin nos vemos rodeados por una marabunta de muertos vivientes, pero al menos nos da una oportunidad de sobrevivir que antes nos teníamos.

Otro añadido importante son multitud de nuevas armas que encontramos a medida que avanzamos por el todavía increíble mundo abierto de State of Decay. La mayoría de las armas siguen la esencia de las vistas en la versión original, pero algunas incorporan una munición incendiaria especialmente efectiva, con la que podemos sembrar el caos entre las filas de muertos vivientes. También aparecen 25 nuevas apariencias de vehículos y nuevos coches, aunque ninguno destaca especialmente y su funcionamiento sigue siendo idéntico al del juego principal, por lo que este añadido es algo visual, nada más.

El juego también nos da la posibilidad de desbloquear a los personajes de las expansiones Lifeline y Breakdown, que no estaban en el juego original, y que poseen unas características, fortalezas y debilidades diferentes a las de los otros personajes.

Mención aparte haremos de las “nuevas misiones” incluidas en State of Decay: Year-One Survival Edition. Si bien este parecía uno de los principales atractivos para hacerse con el juego, ahora, una vez probadas, nos dejan un amargo sabor de boca. En la mayoría de estas misiones nos limitamos a ir de un sitio a otro intentando que no nos maten, explorar el terreno y dar unos cuantos golpes a unos zombies especialmente pesados. Es decir, lo mismo que hacíamos en el juego original, pero en una mayor cantidad.

Sin duda los fans del juego apreciarán el aumento considerable en el número de misiones, pero si estás buscando un nuevo tipo de reto, algo original que no estuviera en la anterior versión, quedarás decepcionado. En general, parece que intentan vendernos lo mismo con algo de maquillaje, y aunque en ocasiones funciona, en otras chirría demasiado.

Los momentos de acción, los combates y el manejo de las armas, uno de los puntos débiles de State of Decay, siguen ahí en la Year-One Survival Edition. Los movimientos y los ataques siguen siendo toscos y poco precisos, especialmente en el cuerpo a cuerpo, en el que es difícil acertar debido a la simpleza del sistema de combate.

Cuando usamos un arma a distancia, el apuntado sigue sin ser todo lo preciso que cabría esperar, haciéndonos pensar lo mucho que este juego tiene que envidiarle a los shooter tradicionales que han acabado perfeccionando este apartado.

Sin embargo, aunque flaquee en los momentos de acción, la supervivencia y los toques de sandbox y RPG siguen siendo uno de los puntos fuertes del juego. Lo cual es un poco triste, ya que en este sentido no hay grandes añadidos o mejoras. Es básicamente el mismo sistema, muy bueno, pero sin sorpresas.

Lo mejor:

  • El contenido de las expansiones está disponible desde el primer momento. Si no llegaste a jugarlas en Xbox 360, ésta es tu oportunidad
  • Conserva los puntos fuertes del juego original: sandbox, supervivencia, toques de RPG, mundo abierto... Pero por desgracia no los mejora.

Lo peor:

  • Varios errores a nivel técnico y gráfico: tirones, caída de la tasa de framerate... Algo imperdonable en una consola de nueva generación.
  • El sistema de combate sigue cojeando. Podría haberse modificado para que resultara más preciso, pero seguimos encontrándonos con las mismas dificultades.
  • Las nuevas misiones son, en su mayoría, más de lo mismo sin nada interesante que aportar.

Conclusiones

ConclusionesAnálisis. State of Decay: Year-One Survival Edition, los zombies llegan a Xbox One

Hay poco que podamos decir de la versión remasterizada de State of Decay. Las mejoras en el apartado técnico están ahí, siendo resultonas, pero los tirones y otros glitches provocan que no se aprecien tanto como deberían. El juego original no era un portento gráfico, y éste tampoco a pesar de los cambios. Una vez lo justificamos debido a que iba dirigido a una plataforma de vieja generación, ahora no podemos encontrar excusas.

Los nuevos añadidos, como las misiones, armas o vehículos se agradecen, porque amplían el contenido de un juego ya bastante vasto de por sí, pero no aportan nada que no hubiéramos visto ya. Las misiones siguen la misma línea, los vehículos son los mismos de siempre y lo único que se salva un poco son los nuevos tipos de armas, especialmente la munición incendiaria, pero nada más.

En definitiva, State of Decay: Year-One Survival Edition es un juego recomendado para los auténticos fans de la franquicia, que disfrutaron especialmente con la versión de Xbox 360 y están dispuestos a pagar más por el nuevo contenido y los gráficos mejorados. También puede ser una gran propuesta para los que no jugaron a las expansiones en el juego original, ya que amplían en varias horas el contenido. Sin embargo, si esperabas grandes cambios, grandes añadidos o, en definitiva, una gran mejoría, acabarás decepcionado. State of Decay sigue siendo un gran juego, pero lamentablemente su remasterización no ha estado muy acertada.

Por: Álvaro Alonso

Análisis. State of Decay: Year-One Survival Edition, los zombies llegan a Xbox One

04/22/2015

6 / 10 estrellas

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