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Rune Factory 4, una secuela en la línea

Rune Factory 4

Álvaro Alonso

Durante años los juegos originarios de Japón han sido incapaces de salir de sus fronteras. Ya fuera por la falta de distribuidores o la negativa de sus compañías a externalizarlos, decenas de buenos títulos no llegaron a Occidente, creándose esa especie de “rechazo” a los videojuegos asiáticos. Muchos jugadores occidentales criticaban el estilo de juego nipón, o el diseño artístico y gráfico de sus títulos. Pero por suerte y gracias a Internet y las descargas digitales ese bloqueo impuesto está desapareciendo, con la consiguiente llegada de varios juegos.

Rune Factory es una de las sagas que, de no haber sido por la evolución en el mundo del videojuego, se habría quedado recluida en su país de origen. Y no hablamos de algo lejano, porque la cuarta entrega de la saga corrió ese riesgo hace apenas un año. Rune Factory 4 fue lanzado para Nintendo 3DS, exclusivamente en el mercado nipón, y desde entonces ha existido la duda de si acabaría llegando a Occidente y, más incierto todavía, a Europa. Sin embargo, la globalización de los videojuegos ha acabado triunfando y, aunque sea sólo en formato digital y en inglés, el juego ha aterrizado en nuestras consolas.

Un protagonista amnésico al mando de un reino

Rune Factory 4 arranca en un dirigible que se dirige al reino de Selphia y en el que viaja nuestro protagonista, que puede ser masculino o femenino en función de la respuesta que demos a una pregunta. Desconocemos el nombre o el pasado de nuestro personaje, y por mucho tiempo seguiremos ignorándolo porque de pronto unos criminales abordan el dirigible para robar “algo” que está en nuestra posesión. Al resistirnos, nuestro protagonista es golpeado y pierde la memoria, además del valioso objeto.

Tras ser lanzados por la borda, acabamos aterrizando sobre VentusWill, un poderoso pero inseguro dragón que intenta mostrarse tajante y temible frente a los desconocidos, pero en el fondo es desenfadado y patoso. VentusWill y varios consejeros de Selphia acaban llegando a la conclusión de que nuestro personaje es “el príncipe prometido”, y sin darle tiempo a reaccionar lo ponen al frente del gobierno.

A partir de ahí nos esperan varias horas de explicaciones, consejos y lecciones sobre el juego. A la vez que nuestro personaje aprende cuáles son sus tareas como gobernante, nosotros aprendemos a movernos por el juego y a exprimir todo su potencial. El problema es que nos enseñan a través de largas y lentas conversaciones que nos animan a apagar la consola y recobrar fuerzas antes de seguir. Sin embargo, es algo necesario para aprender todo lo que el inmenso Rune Factory 4 nos ofrece.

El juego se basa en la gestión, con algún que otro toque de RPG. Debemos acondicionar nuestro propio huerto, que se encuentra en la parte trasera de nuestro palacio, arrancando las malas hierbas y plantando distintos tipos de semillas. Pero no es tan fácil como parece. Tendremos que tener en cuenta muchos factores, desde el paso de las estaciones a las sensibilidades de cada producto que plantemos. A medida que avancemos en la aventura conseguiremos semillas más raras y complicadas de cultivar.

Este huero podría considerarse el eje principal del juego. Los habitantes de Selphia nos encomendarán misiones y nos pedirán que planteamos semillas especiales. A medida que vayamos cultivándolo y mejorándolo nos permitirá acceder a nuevas misiones y mazmorras. El objetivo al realizar estos retos es conseguir runas y mejoras para nuestro personaje. Poco a poco iremos personalizándolo y fortaleciéndolo.

El juego nos permite equipar diferentes armas y armaduras a nuestro personaje de dos formas distintas. La tradicional, y más lenta, es entrar al inventario y elegir los objetos uno por uno. La segunda nos permite ir cambiando rápidamente de un arma a otra con los gatillos de la consola, algo especialmente útil cuando estamos combatiendo con algún enemigo.

Porque sí, tranquilos, no todo es cultivar y realizar misiones para poder cultivar más aún. Rune Factory 4 también tiene combates que, aunque no son precisamente desafiantes, agilizan al juego y le dan variedad a la aventura. Los combates son directos, es decir, tenemos que acercarnos a los enemigos con nuestra arma equipada y arrearles hasta debilitarlos. En función del enemigo un tipo de arma será más efectiva que otra. Por ejemplo, algunas criaturas son más vulnerables a hechizos o conjuros, mientras que otras son incapaces de aguantar una buena estocada.

Durante la partida también debemos cumplir nuestras tareas como gobernante de Selphia, intentando mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, ampliar la ciudad y conseguir recursos. Para ello debemos cumplir misiones y peticiones que nos llegan cada día a nuestro buzón. Si las superamos, recibiremos puntos que podremos gastar en las mejoras necesarias para nuestras ciudad.

Pero eso no es todo. Podremos controlar a nuestro personaje y socializar con distintos NPCs, ganándonos la aprobación o el rechazo de los ciudadanos de Selphia. A medida que ganemos puntos podremos celebrar fiestas en palacio, hacer amistades o iniciar un romance con alguno de los personajes del juego. Incluso podemos casarnos y tener hijos.

En definitiva, el juego ofrece muchísimas posibilidades y nos permite decidir qué hacer y cuándo hacerlo. Si queremos dejar un rato de lado nuestro huerto y explorar una mazmorra, podemos hacerlo sin problemas. Si por el contrario estamos cansados de la “acción” y queremos dedicarnos a la gestión del reino mejorando sus comercios, también podemos. Esta libertad es uno de los puntos fuertes del juego, lo cual es una pena porque actualmente esto es algo tan común en los RPG que ya no destaca.

El principal problema de Rune Factory 4 es que casi todo lo mencionado hasta ahora (los combates, el cuidado del huerto, las mazmorras, etc.) ya lo habíamos visto en anteriores entregas. El título apenas innova en cuanto a formas de juego. Las mecánicas son idénticas, aunque se les ha hecho un pequeño lavado de cara para adaptarlas a Nintendo 3DS, convirtiendo esta secuela en algo simple y poco innovador. La única novedad importante radica en la socialización con los NPC y las posibilidades que ofrece.

Un estilo preciosista con un apartado gráfico poco ambicioso

Artísticamente, Rune Factory 4 destaca por un trabajo detallista y unos resultados muy atractivos. El diseño de los personajes y los escenarios es muy colorido y luminoso. Además, los “mapeados” son muy variados, encontrándonos desde palacios deslumbrantes a ruinas, callejuelas de una ciudad medieval a campos de cultivo.

El problema es que el apartado gráfico resta calidad al diseño artístico. Las cinemáticas son impresionantes, como si estuvieran sacadas del mejor Anime, pero a la hora de jugar y movernos por los escenarios, la cosa cambia. No podemos decir que los gráficos sean malos, porque sería mentir, pero sí que pecan de modestia. Apenas han cambiado respecto a los gráficos de las anteriores entregas de Nintendo DS, transmitiendo la sensación de no haber aprovechado al máximo las posibilidades de 3DS.

Conclusiones

Rune Factory 4 es un juego divertido con el que puedes pasar un buen rato, pero que apenas innova. Si has jugado a las anteriores entregas de la saga te darás cuenta enseguida de que las mecánicas y posibilidades son las mismas, exceptuando uno o dos añadidos curiosos y un pequeño lavado de cara.

Uno de los puntos fuertes es la libertad que nos ofrece, así como la infinidad de misiones y posibles acciones que podemos realizar, haciendo que el juego sea casi interminable.

En definitiva, Rune Factory 4 merece la pena si eres fan de la saga y te gusta el sistema de juego y las opciones que han presentado hasta ahora. Si buscas algo más, alguna novedad rompedora o un nuevo enfoque, acabarás decepcionado.

Lo mejor:

  • La libertad de la que disponemos para hacer lo que queramos cuando queramos, desde cultivar nuestro huerto a investigar mazmorras, pasando por gobernar nuestro reino e interaccionar con distintos personajes.
  • Las nuevas opciones, como la socialización con NPCs, que dan frescura al título y mucha más variedad.
  • Artísticamente el juego es una pasada, muy detallista y luminoso.
  • Los diálogos entre personajes nos sacarán más de una sonrisa. Cada NPC tiene su personalidad muy definida, y los choques entre ellos y nuestro protagonista son muy desenfadados.

Lo peor:

  • Falta de innovación respecto a las anteriores entregas. Es más de lo mismo, pero con un par de añadidos.
  • Los gráficos no son nada espectaculares. El juego no ha sacado partido a las posibilidades de Nintendo 3DS.
  • Sólo está disponible en inglés. Es una pena, porque el juego está lleno de texto y es imposible seguir la trama si desconoces el idioma.
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