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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

La teletransportación cuántica existe: estamos cada vez más cerca de imitar a Spock y compañía.

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Daniel Moreno / Daniel Moreno

Madrid —

No somos pocos los que desde niños venimos soñando con la idea de poder teletransportarnos con la misma facilidad que Goku en Dragon Ball o los personajes de Star Trek, hasta el punto de llegar a preguntarnos en qué demonios invierten los científicos de hoy su tiempo y presupuesto. Hablamos por supuesto de los científicos extranjeros, que los españoles ya sabemos lo que hacen, trabajar de camareros en las playas de Levante.

Sinceramente, desde el año 2010 todos los coches deberían ser voladores, deberíamos ser capaces de viajar a la luna como quién baja a Móstoles a ver a un amigo y, por encima de todo, deberíamos contar con la capacidad para transportarnos del sofá al baño y del baño a la nevera sin el menor esfuerzo. Sin embargo aquí estamos, a mediados del 2014 y lo más avanzado que tenemos a mano es un móvil que sólo usamos para cotillear las redes sociales. Malditas sean las promesas incumplidas...

Pero tranquilos, que por una vez en mucho tiempo estamos un pasito más cerca de aquello que soñamos de niños, porque según unos investigadores de la Universidad de Delft en Holanda, la teletransportación cuántica existe y es posible, por lo que a partir de ahora deja de considerarse una mera teoría.

Este descubrimiento se ha llevado a cabo mediante un experimento con el que han conseguido transportar información entre 2 bits cuánticos (Qbits) separados entre sí por una distancia de 3 metros, una inmensidad si lo miramos desde un punto de vista atómico. La diferencia con pruebas anteriores radica en que los datos llegaron a su destino en perfectas condiciones, algo inédito hasta ahora, abriendo la posibilidad de transmitir información sin intervención de materia alguna entre dos puntos de manera fiable.

Estamos pues ante el primer paso para la creación de un futuro internet cuántico capaz de revolucionar por completo el mundo de las comunicaciones al posibilitar una transmisión instantánea teóricamente imposible de interceptar por terceros. Pero lo que es más importante, quizás llegue el día en el que nuestros bisnietos (a este paso) sean capaces de teletransportar una lata de cerveza de la nevera a su mano sin levantar el culo del sofá.

O eso queremos creer por el bien de la humanidad.

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