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¿Por qué va Xbox One segunda en una carrera de dos participantes?

Xbox ONE consola.jpg

David Lebrato / David Lebrato

Madrid —

Es una pregunta harto complicada de responder. Y si no, que se lo digan al buenazo de Phil Spencer, al que pusieron al frente de todo Xbox entero y parte de otros equipos creativos que más o menos tienen que ver con la consola y/o la división de juegos de la misma o para ordenadores. De hecho, tenemos ese pensamiento redundante en la cabeza que nos ronda, que nos persigue a cada momento y nos asegura que la marcha de Whitten no se debió exactamente a que quisiera explorar mundo y hacer otras cosas, sino que la Xbox One le quedaba grande y que al final pudo con él. Lo malo es que, por el momento, también parece que Spencer sufre la misma enfermedad.

El caso es que la respuesta debe encontrarse tan escondida que ni Phil da con ella, puesto que continúa asegurando cosas como que “tienen que trabajar más” o que “dedica el 100% de su atención”. Probablemente, a toro pasado, sea más sencillo encontrar los errores que se han cometido y que, siendo tan rápida como es la Red para difundir las noticias, hayan podido decantar a muchos compradores con dinero quemándoles en los bolsillos hacia el lado opuesto a Microsoft. Hay que dar por supuesto que, como ocurre en todos los aspectos de la vida, una mala noticia eclipsa dos buenas, de ahí que Microsoft tenga de redoblar esfuerzos por solventar los errores cometidos, y por no volver a meter la pata en los que no se puedan solucionar fácilmente.

Xbox One no se puede poner de forma vertical. No tratamos de descubrir la pólvora, sólo de recordar las posibles causas del por qué no se vende como debiera. En casas como las que vivimos actualmente, y que siguen encogiendo conforme pasan los años, esto es un problemilla. No se puede consentir que una sola consola ocupe lo que otras tres puestas mirando altivamente al techo. El espacio que malgasta la posición horizontal es, en algunos casos, tan grande teniendo en cuenta el tamaño de la vivienda, que hará que más de uno decida no comprarla por no tener espacio para colocarla. Si al menos su chasis fuese reforzado para ponerle algo encima. Pero no, es frágil, la mitad brillante y que se raya con mirarlo y la otra mitad una inmensa superficie de ventilación.

Lo que no sabemos es si nos molesta más el hecho de que no se pueda orientar como a uno le de la real gana o que nos intentasen mentir con excusas de que es porque la carga de los discos es mediante ranura sin bandeja. Tanto las PS3 de todos los modelos, como Wii o WiiU hacen uso del mismo sistema, y se pueden colocar verticalmente sin que cause daños ni a disco ni a nada. Se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

Nadie quiere Kinect para nada. Es así, preguntes a quien preguntes, de entre los dueños de una Xbox One, prácticamente todo el mundo te cuenta lo mismo. La inmensa mayoría (incluso Mayor Nelson) la tiene desconectada. Pocos intentan hablar con la cámara salvo, como mucho, para apagar la consola por órdenes verbales, y juegos como Kinect Sports Rivals demuestran que el sistema de captura de movimientos todavía está más verde que Hulk cuando se cabrea. Si se tratase de un regalo no veríamos mayor problema, pero el caso es que encarece en 100 euros el producto por encima de su rival más directo. Se escuchan cantos de sirena acerca de una versión de la consola que no incluya Kinect, pero eso sería reconocer el error cometido, y no creemos que Microsoft sea capaz de algo así.

Pero lejos de las dudas de su utilidad en el juego, la polémica comenzó cuando nos dijeron que la cámara permanecería encendida las 24 horas del día. Rápidamente se levantó una turba de jugadores, de los que se estaban pensando comprarla y de los que no lo harían nunca, que pusieron el grito en el cielo. ¿Para qué quiere Microsoft que se nos vea durante todo el día? ¿Qué datos se enviarían y cómo se usarían? Los de Redmont tuvieron que recular y asegurar que la cámara no espiaba nada, y que se podría desactivar a gusto del consumidor. Pero no sería esta la última vez que tuviesen que dar marcha atrás en sus propuestas.

Otro tema muy delicado es el del préstamo de discos y, por ende, de la compra-venta de segunda mano. En el E3 del año pasado se anunciaron unas medidas que, cuando menos y para no entrar en descalificativos, podríamos denominar como curiosas. Las consolas tendrían que conectar al menos una vez al día con los servidores de Microsoft, y los juegos no se podrían prestar, ni mucho menos vender. Todo esto despertó la ira de la comunidad, que colapsó los foros de quejas, frases incendiarias y algún que otro gracioso chiste. Menos de una semana después, Microsoft rectificaba y aseguraba que no haría falta conexión continua, y que tampoco restringirían el uso de los discos para préstamo o venta. Faltaría más que lo que pagas de tu bolsillo venga con un candado más grande que la Catedral de Burgos, pero aun habiendo cambiado las condiciones por otras más lógicas y respetables, no creemos que le hiciese mucho bien de cara a futuros compradores.

El que se presentaba como gran bombazo se quedó en petardo. Hablamos de Ryse: Son of Rome, el primogénito que se postulaba como gran hacedor de ventas de la consola, pero que resultó ser un lastre. Probablemente se centraron tantísimo en intentar demostrar la bestial potencia gráfica de la nueva máquina que se olvidaron de hacer un juego apasionante, divertido, ameno, que supusiese un reto… El anuncio se dejaba ver al menos una vez cada hora en todas las cadenas con emisión estatal, y provocó tal hype, tanto para el juego como para la propia consola, que la caída fue monumental. Otra pesada losa a la hora de vender hardware.

Aunque parezca algo menor, la estética también puntúa. El hecho de que se apodase al aparato como el Reproductor VHS no ayuda en nada. Las cosas claras: lo retro mola, pero Xbox One no es retro, es fea. Y al mazacote, que no se puede, recordemos, poner en vertical, hay que añadir un ladrillo igual de feo, en negro capa Drácula, que hemos de colocar encima de un televisor que, probablemente, hayamos elegido por su estilizada figura (aparte de por sus especificaciones) Cuando vemos una NES nos parece bonita, pero no por sus formas, sino porque nos trae grandes recuerdos de la infancia. Xbox One no se ha ganado todavía, y dudamos que pueda aspirar a ello, esas cualidades que reconocemos en la figura de la también feúcha NES.

Todo lo anterior son cosas que son difíciles de mejorar, puesto que son errores cometidos en tiempo pasado. Pero también existen los que se siguen permitiendo en tiempo real. Suponemos que el ejemplo más claro es la falta de energía, de potencia o ganas, no sabemos cómo definirlo, que se muestra en los juegos. Una máquina con lo que lleva por dentro Xbox One debería cumplir con los más altos estándares impuestos por los gamers más recalcitrantes y cansinos. No llegamos a entender por qué los juegos se ven mejor en su rival, porque no se consiguen las mismas tasas de refresco y mucho menos las mismas resoluciones.

Tal vez para el despreocupado padre de familia que no entiende de tecnología todo esto suene a chino, y no lo tendrá en cuenta a la hora de comprar una máquina u otra. Pero a la hora de la verdad, es el niño, por pequeño que sea, el que va a ponerle la cabeza como un bombo para que termine adquiriendo la que quiere. Y si en clase se dice que PS4 se ve mejor, ¿por cuál creéis que se va a decantar a la hora de pedirle a papá?

Algo que nos preocupa muchísimo es que en Microsoft no sepan qué camino van a tomar para su última creación. Parece que quieren tocar todos los palos, pero eso no puede ser. El que compra una videoconsola espera jugar con ella. Le importan un pimiento que se puedan alquilar películas, que se vea la TDT a través de la misma, o que pueda interactuar con Facebook u otra red social de las decenas que hay. No se puede estar al caldo y a las presas, o el que mucho abarca, poco aprieta, son dos de los refranes que se nos ocurren. Puede hacer de todo, menos ejecutar juegos de anteriores consolas...

Decíamos en el anterior párrafo que el que compra una consola es para ponerse a jugar pero, ¿qué pasa si llega corriendo como loco con su última adquisición y tiene que esperar más de una hora entre instalaciones y posteriores actualizaciones? No es de recibo, y ni de lejos entendemos que con las características, al menos sobre el papel, que tiene una Xbox One se tarde tanto en pasar los datos desde un blu ray hasta un disco duro. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que eso no es demasiado bueno para las finanzas de Microsoft, pues decantará a los indecisos hacia el enemigo natural de su consola.

¿Qué tendría que hacer Microsoft con su Xbox One para ganar la denominada guerra de las consolas? Varias cosas, que ya habréis pensado por vosotros mismos al leer el artículo. La respuesta corta es: empezar desde cero y ser un poquito más humilde.

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