La comedia de las votaciones

La comedia de las votaciones

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Tenía apuntados para esta crónica todos los premios de la lotería de Navidad junto al nombre del diputado que hablaba desde el atril cuando los niños de San Ildefonso dejaban la cansina tonadilla de los miiiiiil euros, pero llegaron los que repartían más pelas y me puse tan nervioso que se me olvidó apuntar. Casi escribir. Había tocado en Logroño. ¿Será el mío? Pues no. El nerviosismo pasó a cabreo y la indignación se convirtió en una desconexión completa. Sin novedades en mi vida ni en el Pleno. La diosa fortuna pasaba de nuevo de largo para el cronista y para la oposición. Ni una enmienda les aprobó el PP a los pobres.

La tragedia de PSOE y PR+ acabó en comedia. Tampoco está mal terminar el año con una media sonrisa. Carlos Cuevas se equivocó en la votación y levantó la mano cuando no le tocaba. La socialista Emilia Fernández le señaló cual compañera de clase al niño que copia y se chivó al presidente del Parlamento, José Ignacio Ceniceros: “¡Ey!¡Ha votado a favor!”. Lo habían visto todos. El propio Cuevas intentó bajar rápido el brazo sabiendo que le habían pillado y hubo que repetir el proceso. Ceniceros hizo de padre protector echándose la culpa por haber dicho las votaciones “demasiado rápido”.

Menos mal que la mayoría absoluta del PP es tan holgada que casi podrían dejar de votar todos sus diputados y aún así seguirían tumbando las propuestas de la oposición con la mirada. Es posible que en la próxima legislatura la cosa no sea tan cómoda, aunque entonces el Grupo Parlamentario Popular podrá aplicar la 'Doctrina Bayo', inventada este lunes por el recientemente nombrado consejero de Educación. El nuevo miembro del Ejecutivo regional debutaba en el escaño y no podía votar, pero votaba. ¿Votos a favor? ¿Votos en contra? Y Abel Bayo levantaba la mano como si le fuera la vida en ello y pretendiera tocar el cielo.

El acusica en esa ocasión fue el portavoz del PSOE, Pablo Rubio, que pidió la palabra para informarle al presidente de lo que pasaba. Resulta que ya lo sabía y no estaban apuntando los votos del sustituto de Gonzalo Capellán, pero al ser nuevo le dejaban participar para que no se sintiera desplazado. Era caballito blanco. “Donde fueres, haz lo que vieres”, habría pensado Bayo al levantarse esa mañana. Pese a esa máxima, en lo que no imitó a sus compañeros fue en abandonar su butaca del Parlamento durante la sesión y aguantó estoicamente todas las intervenciones sentado en su escaño.

No hicieron lo mismo el presidente Pedro Sanz ni su consejero de Presidencia y Justicia, Emilio del Río, que tenían varios bolos ineludibles por la capital riojana a la misma hora. Sanz no se enteró de que “eran sus últimos presupuestos”, según dijo el portavoz del Grupo Mixto, Miguel González de Legarra, ni de los nuevos elogios que le dedicó su homólogo socialista: “Es el mejor candidato para la oposición”. También para los riojanos, que son los que votan, le faltó añadir. Al no estar en la Cámara durante la sesión, Sanz tampoco sufrió el ruido de una taladradora que funcionaba justo al lado del edificio y que dificultó las primeras intervenciones. Ceniceros tomó cartas en el asunto teléfono en mano y el ruido cesó. Magia.

Pasaron las enmiendas y los niños de San Ildefonso, pero todo quedó como estaba. Algún pellizco en pedreas y terminaciones, pero poco más se acercó hasta el Parlamento Riojano en el último debate del año. Ni siquiera público.

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