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Espe me ha invitado a una Fanta

Barbijaputa

El 'mobbing' de eldiario.es hacia mi persona continúa. También el de Edu Galán, que comenzó con “empieza tú, las mujeres primero” y ya se ha animado con un “a lo de Espe vas tú, que las mujeres tenéis que ayudaros entre vosotras a empoderaros, joder”.

“Lo de Espe” es en realidad un acto llamado 'Encuentro con Jóvenes' que se celebraba en el centriquísimo y antologiquísimo Bar Espejo, en mitad del Paseo de Recoletos. Me enfundé mi traje de las entrevistas y unos tacones que he sacado del baúl de cuando era azafata, más para no desentonar y guardar el anonimato que por intención alguna de infiltrarme. Salí antes para llegar con tiempo, pero como no soy muy buena andando con tacones, llegué puntual. Espe no, así que me senté en la terraza, junto a un grupo de asistentes al “Encuentro con Jóvenes” que debían rondar los cincuenta años. Realmente, la mayoría de los presentes eran jóvenes solo de espíritu, pero también estaba Carromero y miembros de Nuevas Generaciones para bajar la media, que a lo mejor tampoco son muy jóvenes, pero no nos pongamos tiquismiquis antes de empezar.

Mi nuevo grupo de amigos me metió en su conversación nada más sentarme, cosa que me sorprendió muchísimo, lo malo es que dieron por hecho, y con razón, que era una de ellos. Mantenían una charla muy animada sobre el debate de ayer. La verdad es que eran majos.

-Y si Pablo Iglesias ha salido ganador en todas las encuestas de Internet es porque sus bases de mueven muy bien. Nosotros pasamos, ¿verdad que a vosotros no os ha llegado esta vez ni un mail siquiera sobre ponerse a votar como locos?

Los demás niegan con la cabeza.

-Ellos lo hacen siempre. Lo sé porque la hija de mi compañera de trabajo es de Podemos.

-¿Tú eres del partido? -me pregunta la mujer de mi nuevo amigo.

-No. -Los tres me miran interrogantes. Al parecer solo esperaban a militantes así que, corriendo, suelto: “Vamos, que los voto siempre, pero no soy militante”. Y ellos asienten satisfechos. Para que no me hagan preguntas que no voy a saber responder sobre movidas internas, les digo: ¿qué os pareció que Rajoy no fuera al debate y mandara a Soraya?

-Genial -me dice mi amigo viejoven de ultracentro- lo que querían era que fuera él porque como es mayor, desentonaría mucho entre los otros tres, que son muy jóvenes pero, claro, no somos tontos. Y mandar a Soraya me pareció un acierto. Además la única mujer, toma ahí.

-¡Y lo bien que lo hizo! -respondo yo mientras le hago señas al camarero para que me traiga cerveza, muchísima cerveza.

Pero mi comentario sobre Soraya, de repente, no es bien recibido. Caras raras. Dios mío, me han pillado. ¿Qué he dicho?

-¿Eres del grupo de los sorayos? -me pregunta el tercer hombre sentado a la mesa, que hasta ahora no había hablado pero que no me quitaba el ojo de encima.

“Los Sorayos”. Madre mía, ¿eso qué es? He venido sin documentarme, yo no sé qué diferencia hay entre los sorayos, los marianos y los cospedalos. Pero, ¿no son todos iguales? Me van a pillar. No sé qué responder, pero el camarero me salva preguntándome si quiero Coca-Cola o Fanta.

-Una cerveza, por favor -le digo.

-No puede ser. Coca-cola o Fanta.

Yo miro el letrero. Sí, pone “bar”. Él, ante mi confusión, me explica: es que nos han prohibido servir alcohol en la terraza hasta que acabe el acto, porque es un acto de jóvenes y no quieren que se vea alcohol en las mesas.

Me muerdo la lengua para no decirle: “Pero por el amor de dios, si yo soy la más joven aquí y tengo 35 palos”. Pero mis nuevos amigos me están mirando mientras dan sorbos a sus Fantas y no quiero caerles mal, así que sonrío y pido otra Fanta.

No sé si voy a poder hacer esto sin alcohol.

-Pues es verdad -digo para esquivar la pregunta sobre los sorayos- no había pensado en eso de que Soraya es joven y es mujer. Está genial, así, como idea. Sí.

-Claro, así te llevas el voto joven y el voto femenino -me dice mi primer amigo.

Yo me meto tanto en el papel que empiezo a hablar en primera persona del plural cuando hablo del Partido Popular. El acto empezaba a las 18.30, pero son casi las 19.00 y Esperanza sigue sin aparecer. Pero la conversación es tan bizarra que no me importa.

-Por las encuestas parece que vamos a tener que tirar de Ciudadanos para gobernar, ¿no? -pregunto.

-Eso parece -suspira la mujer-. Pero de esa gente te puedes esperar cualquier cosa, no me sorprendería que pactaran con el PSOE.

-Uy, capaces -digo yo- con esa ideología de ni un lado ni de otro, ya te digo yo que sí. Qué manía con ocultar la ideología, pero vamos, que esto está muy extendido. Muchos votantes del PP no dicen que son del PP.

-Pues yo no entiendo por qué -dice ella.

-¿Por la corrupción, a lo mejor? Como si no hubiera corrupción en los demás partidos. Jaja. -digo yo.

En ese momento tengo miedo a dos cosas principalmente, a meterme tanto en el papel que empiece a creérmelo y a hablar más de la cuenta y que se den cuenta de que soy una perroflauta a la que este traje le pega menos que a un mono tres pistolas. Así que me digo que mejor rebajar el perfil. Además, me siento un poco culpable por esta infiltración involuntaria.

-Exacto. Es que en todos los partidos hay corrupción, pero la tele sólo saca la del PP -me dice mi primer amigo.

-Manipulación -protesto.

El camarero trae una bandeja llena de Fantas y empieza a repartirlas a diestro y siniestro entre todos los asistentes que levantan la mano, así que doy por hecho que paga el PP. ¡Por fin me voy a cobrar algo de las facturas que le he pagado a Espe! Me bebo mi Fanta intentando no poner cara de “me acabo cargar mi boicot a #CocaColaNoCumple”, sino de “qué a gusto estoy aquí entre amigos de ultracosas”.

Y aparece entonces Aguirre acompañada de Isabel Tejerina, la ministra de Agricultura, mientras la sintonía del PP suena por los altavoces.

-Está estupenda -les digo mientras la veo avanzar por la terraza hasta el templete que han instalado-. Estupendísima está.

-Es una señora -me contesta mi contertulia.

Espe nos deleita con frases del tipo: “Nada me gusta a mí más que una campaña electoral”, “lo llamo Pablo porque Pablemos igual le molesta”. Todo lo que dice es seguido por risas y aplausos. Espe se crece y la gente con ella, llega un momento en que creo que si le da por decir “a la mierda la democracia, coño”, la gente aplaudiría igual. Pero no, no está tan loca, así que acaba con un “los necesitados no necesitan socialismo y mucho menos populismo, quieren soluciones”.

Yo aplaudo mientras miro a Carromero, que está exultante y también bebiendo Fanta.

-Aguirre también podría haber ido al debate y se los hubiera comido con patatas a todos -me dice el tercer hombre ultramoderado de mi mesa-. Lo que no era normal era que estuviera un presidente con dos extraparlamentarios, eso no tenía ni pies ni cabeza.

-Y tanto -asiento.

Comienza a hablar la ministra Tejerina, pero en mi mesa no se le hace caso y seguimos hablando de nuestras cosas.

-¡Qué buena la campaña del hípster!, ¿verdad? -pregunto.

-Buenísima. Además no es nada rancia, es fresca, joven. Y además es verdad, hay de esos que nos votan.

“De esos”.

-Y el final con lo de las ballenas es genial -continúa.

-Una gozada -contesto ya mirando el reloj.

No creo que esto sea lo mío, me digo, y además me duelen los pies por culpa de los tacones. Me quiero ir ya. Y Tejerina me lo pone fácil porque acaba entonces con un: “Y eso es lo que queremos, que vosotros que estáis empezando tengáis trabajo aquí y donde os lo propongais”, dirigiéndose al público de treintañeros.

Ay, qué envidia. Ellos están empezando y yo ya estoy cansada de dar vueltas como una peonza. Me levanto como puedo, me despido de mis amigos liberales en lo económico y me voy cojeando hasta el metro. Cojo el móvil y llamo a Galán:

-Espero que mañana te toque, como mínimo, Vox. -y le cuelgo antes de que se ría de mí.

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