Proponen devolver el arruí a África para evitar la extinción de la flora endémica de La Caldera

El arruí supone una seria amenaza para la flora endémica.

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

El problema del arruí no tiene fácil solución. El biólogo Víctor Garzón Machado, en su tesis doctoral, que fue presentada el pasado viernes en formato de libro en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma, propone la devolución de este animal, que se encuentra amenazado, a su lugar de origen (Norte de África) para evitar la extinción de la flora endémica de La Caldera de Taburiente y también la recuperación de la propia especie.

Garzón Machado recuerda que el arruí y el muflón son dos especies “que fueron introducidas a principios de los años 70 por el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza con el propósito de fomentar la caza mayor”. Precisa que el arruí “es endémico del norte de África y también se ha introducido en el norte de México, España y Estados Unidos”. Dice que su población en Canarias era de unos 300 individuos en 1994, reduciéndose a unos 250 a comienzos del siglo XXI, principalmente asentados en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, aunque la población parece estar estabilizada debido a las actividades de caza, pero debería realizarse un nuevo censo para confirmar este dato“.

Detalla que “la distribución actual de ambas especies está restringida principalmente a los Parque Nacionales de la Caldera de Taburiente y el Teide, en donde crece un alto porcentaje de plantas endémicas”. “Dos estudios focalizados en la dieta de estos animales, revelaron que el arruí afecta a 21 especies endémicas y el muflón, a 14, algunas de las cuales están fuertemente amenazadas”. Sin embargo, subraya Garzón, “se da la paradoja de que el arruí y el muflón son animales incluidos en la categoría de Vulnerable en su hábitat natural en la Lista Roja de Especies Amenazadas elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, debido a que sus poblaciones naturales se han reducido mucho en los últimos años”.

El efecto negativo de estas especies en la flora endémica “constituye una realidad documentada, ya que se ha constatado que comen y pisotean las plantas, alterando también el sustrato, particularmente el balance de nitrógeno a través de la orina y las heces, lo que está afectando al 20% de la flora total amenazada, llevando a varias especies al borde de su extinción”, afirma.

¿Cómo unificar criterios de conservación?

“Desde el punto de vista de la biología de la conservación, la respuesta no es nada fácil; la erradicación total podría ser una solución drástica pero efectiva. Esta medida es la más sugerida por investigadores en este campo, aunque esto podría suponer la muerte de una especie protegida que está en fuerte regresión solo a unos pocos cientos de kilómetros del Archipiélago canario”, reconoce.

Garzón considera que “el error” de la introducción de estas especies “podría convertirse en una solución, al menos en el caso del arruí”. “La reintroducción del arruí dentro de su rango de distribución natural, podría ayudar a mejorar el actual estado de sus poblaciones naturales, incrementando el número de individuos e incluso mejorando su riqueza genética”, sostiene. “El proceso para capturar a los animales no debería ser un problema, ya que hay cazadores bien entrenados en estas artes, y, además, técnicas como la cabra Judas podrían ser útiles para detectar a los individuos cuando hubiese una baja densidad”, añade.

En el caso del muflón, aclara, “la reintroducción no es aconsejable, principalmente porque su estatus taxonómico aún no está claro, y en el caso de esta especie, la erradicación total parece ser la solución más efectiva. De esta manera, desaparecerían dos de los factores más dañinos para la flora endémica del Archipiélago”. Admite que “para que esto pudiera llevarse a cabo, sería necesario superar dos grandes barreras. En primer lugar, debería existir un acuerdo, de carácter internacional, con las autoridades de los países incluidos en el rango de distribución natural de estos animales”. En segundo lugar, “la fuerte oposición de colectivos sociales, especialmente de los cazadores. Las diversas propuestas para eliminar estas especies no han estado exentas de controversia pública, por lo que sería aconsejable, por tanto, promover una educación para la conservación biológica efectiva, con el fin de crear una conciencia medioambiental frente a este problema.”

Garzón concluye que “hasta que estas dificultades se superen, la extinción de muchas plantas endémicas solo podrá ser prevenida a través de un control estricto y una reducción de estas especies invasoras”.

La tesis doctoral de Garzón ha sido publicada en formato de libro, con el título La vegetación de la Caldera de Taburiente: factores determinantes de su composición florística, que ha sido editado por el Organismo Autónomo Parques Nacionales y presentado el pasado viernes en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma. En la obra figuran como colaboradores Marcelino J. del Arco Aguilar, Pedro Luis Pérez de Paz y Ángel Palomares Martínez.

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