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“Vivir de la artesanía es muy sacrificado pero te da libertad”

Ana María Acosta participa en la XVI Muestra de Artesanía en Navidad.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

La ceramista Ana María Acosta, miembro de la Asociación ArteMazo, no concibe su existencia sin la labor artesana. “Es muy sacrificado vivir de la artesanía, tienes que trabajar muchas horas, pero esta forma de vida me compensa porque me da libertad”, ha asegurado a este digital en su puesto de la XVI Muestra de Artesanía Navidad, un evento que organiza el Cabildo en la Sala O'Daly de Santa Cruz de La Palma y que permanecerá abierto al público hasta el próximo 8 de enero. “Lo que he hecho es reducir mucho mis gastos, me privo de lujos que otra gente se da, no tengo vacaciones normalmente, tampoco viajo, no salgo mucho, trabajo muchísimo pero no me importa; mi compensación es ir mejorando con el tiempo; un profesor de cerámica me dijo hace tiempo que el valor de una pieza no está en el dinero que te dan por ella sino en lo que te enseña”, subraya. “Si lo que te gusta es aprender con cada pieza, disfrutas”, afirma.

Ana María, que procede de la Península y lleva en La Palma más de veinte años, realiza cerámica canaria, vasijas decoradas con petroglifos, colgantes, bandejas, adornos de pared o esculturas para plantas. Desde hace nueve años vende sus creaciones en el Mercadillo de Mazo, en horario de 10:00 a 18:00 horas los sábados y los domingos por la mañana. “Vendo muy bien todo el año, casi más de lo que hago, pero el 90% de mis ventas es a extranjeros, porque estas piezas en su país están mucho más caras, yo ofrezco precios muy razonables para el tiempo que invierto, desde los cuatro a los cien euros”, dice. “Vivo de la artesanía porque trabajo muchas horas, pero me gusta y a estas alturas no voy a cambiar de oficio, son ya muchos años con esto”, insiste.

La crisis también afectó a esta profesión. “Tuve que empezar a hacer piezas más pequeñas y más baratas, fui cambiando, comencé con la bisutería para poder mantenerme”, recuerda.

La línea cerámica de esta artesana tiene un sello muy personal, tanto en técnica como en decoración, con la presencia de decoración aborigen. “Vivo cerca de la Cueva de Belmaco y hago muchas reproducciones de petroglifos”, explica.

“La artesanía tiene su público, la compra gente que es consciente de que no hay nuevas generaciones que cojan el relevo, que quizás dentro de unos años puede desaparecer lo poco que hay”, señala, y se queja de que “cada vez tenemos más problemas para comprar las materias primas, hay escasez, suben los precios y nos cuesta mucho dinero traerlo hasta La Palma”. Sin embargo, reconoce que en la Isla “la artesanía está protegida y eso me permite vender en mi puesto del Mercadillo de Mazo sin tener que pagar una gran cantidad de dinero”.

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