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Espacio de opinión de La Palma Ahora

El jazz suena en la capital como en Luisiana

Miguel Jiménez Amaro

Queridos amigos:

Cuando las cumbres de la Isla están gélidas, como si de Siberia se tratase, y Santa Cruz de La Palma anda teniendo cada vez más colores jazzísticos , como si de Luisiana lo mismo, mi amigo José Miguel Jaubert no piensa en crear una pista de patinaje, o de esquí, o en unos Juegos Olímpicos de Invierno en nuestras alturas insulares, que él tan bien conoce por su afición a la caza; anda pensando, mas bien, en crear una noche de jazz el viernes próximo en el Club Náutico. Como ya conozco bien a Pepe, lo acabé de conocer cuando aquello de la Primera Travesía de la Isla a Nado, el octubre pasado, que sin decirnos nada, se estuvo preparando, a escondidas, con un entrenador de fama mundial, Juan Francisco Capote, al que he vuelto a ver en estos días por aquí, lo que me mosquea un poco más, para participar, competir, y a última hora, como buen presidente, dejarse ganar en las aguas la competición, ya cerca de la meta... Como ya lo conozco, no me extrañaría que se ande preparando, otra vez a escondidas, y con el mismo preparador, pues os repito que lo he visto, que también sabe de música, para sorprendernos tocando alguna piecita el día 27.

Fui a un concierto de jazz en el Teatro Circo de Marte y mi grado de goce no ha podido ser mayor, el conjunto, cada músico con su instrumento, y la voz de la pianista japonesa, no se alejan de mi oído. Cada vez veo más actividad en esta ciudad relacionada con este tipo de música, hasta el punto de que creo que van a resurgir los dos ríos que tenía esta geografía, el del barranco de Dolores, y el de Las Nieves, dándonos la sensación de estar, aún mas, en Luisiana. Quizás, esta metamorfosis de la ciudad llegue hasta el punto de que hasta nos cambie el color de piel, y nos salgan bembas. ¿Por qué no podría ser? ¿por qué no puede ser que nazcamos blancos, y que a media vida, o un poco más de la media, nos vayamos volviendo en ciudadanos de color? ¿Por qué no? La música puede actuar como un mantra; un mantra, bien pronunciado, bien trabajado, nos puede convertir en mejor personas, si la música es negra, y la escuchamos mucho, o la repetimos como un mantra, ¿por qué no nos podría ir convirtiendo en personas de color?

Hay un montón de personas en la Isla que han hecho posible que esta música, el jazz, nos suene, la escuchemos, sin casi salir de casa. Las primeras persona a las que se los agradezco es a la legendaria Orquesta Brodway, los hermanos Fernández, de los años treinta, y , a partir de ellos, a un sin fin de personas inquietas, que como no se puede hacer con todas, ( ¡Me gustaría hacerles un reconocimiento, individual, a cada una! , pero ¿cómo ?). Como es imposible la tarea, quiero concentrar ese reconocimiento en cuatro personas. A dos de ellas, María José y Alberto, ya lo hicieron los músicos en el concierto del pasado sábado. Yo, desde este rinconcito mío, ante la imposibilidad de hacerlo con todas, lo quiero hacer con otras dos personas, en las que quiero concentrar a todas las demás de las que no puedo hablar: a Jorge Arozena, alma del Bar Cosmos, y, a Efrén Fernández de la Cruz, hijo y sobrino también de los músicos de la añorada Orquesta Brodway, que además de ello, cuida de mi vista e ilustra mi oído y sensibilidad musical.

Jorge Arozena, que es amigo, cliente y abogado mío, tuvo hace cinco años la idea de desarrollar en un lustro, este 2015 se caduca, lo que es el actual Bar Cosmos, un centro de cultura, sin olvidarse de la buena cocina venezolana y alguna más, y de los buenos vinos. Jorge ha estado batallando con el tema del jazz en estos cinco años que se van a cumplir pronto, se ha comprometido de cuerpo y alma. No sé cómo le estarán saliendo las cuentas, pero lo del buen rollo del local le sale bien. Ha conseguido que Santa Cruz de La Palma no acabe en El Puente, ni en La Placeta, ni en La Acera Ancha, ni en Las Cuatro Esquinas, ha conseguido que llegue hasta El Castillete. “Jorge – le pregunté – ¿lo de los cinco años va en serio? Sí, Miguel. Dije que serían cinco, y van a ser cinco. Quiero tener otras experiencias”. Una vez me dijo en la tienda que él había estudiado para ser libre, lo entiendo perfectamente, marca su libertad por experiencias y lustros, cada cinco años salta de una libertad hacia otra.

Efrén Fernández de la Cruz, o MayFrend, como lo llama uno de sus dos maestros, Alberto, es uno de mis tantos y buenos hermanos ¿por qué viene eso de hermano?, pues porque de tanto jazz la sangre se nos ha ido oscureciendo, y nos llamamos como lo hacen los de color: hermano. Además, Efrén tiene otro maestro, de color este, Duke Wellington, del que también me estoy empezando a sentir alumno suyo, no en lo musical, no sé tocar ningún instrumento, ni cantar, y lo que es peor, soy incapaz de aprender..., sino por la sabiduría que he encontrado leyendo a Duke, la música es mi amante. Lo poquísimo que sé de música, de jazz y de Duke, casi se lo debo todo a él, a Efrén. No hay día que no me envíe por washap algún audio, que cuando nos vemos no me hable de jazz, que cuando viene por la tienda no coja la guitarra o toque el piano, en que no hable de Duke. A Efrén le hierve en la sangre el jazz, vive a diario con él. ¿Cómo no iba a ser así? Efrén es hijo de uno de los músicos de la Orquesta Brodway, y sobrino de otros. De su padre heredó también su profesión, la óptica, ‘Efrén Optica’, en la Placeta de Borrero, allí te cuidará tu vista, e ilustrará tu oído, como lo lleva haciendo conmigo desde hace treinta y cinco años.

El jueves de la semana próxima he quedado para ver una película en la tienda, en Las Cosas Buenas de Miguel, que está aún un poco más arriba que El Castillete, con ambos, con Jorge y Efrén. Descubrí esta película la semana pasada, me la prestó otro hermano, se titula ‘Mo better blues’ (cuanto más, mejor), el director es Spike Lee, y la interpreta Denzel Washington. Es la vida, real, de un trompetista negro ¡como si no! Vamos a acabar metamorfoseándonos con tanta pasión por esta música..., una mañana de esta cuando nos levantemos, al pasar por delante del espejo, no quiero decir lo que podremos ver...

Tal como vais a leer dentro de un momento en la circular del Club Náutico, el ágape de la cena/cocktail lo ofrecerán, con profesionalidad y cariño, las manos de Yaiza, Fermín, José y su cuidado equipo, manos que saben hacer lo que se tienen entre ellas. Podremos beber, junto con la comida, vino negro de Rioja ‘Solar de Estraunza’, crianza, de La Puebla de La Guarda, Álava, lo podremos hacer a tragos largos o cortos, como nos venga en gana.

Abrazos por El Lado del Corazón. Salud y Alegría Interior

Las Cosas Buenas de Miguel

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