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Payaseando

Elsa López

El sábado 20 y domingo 21 de febrero de 2016 en sa Casa de la Cultura de Los Llanos de Aridane se ha celebrado un taller de clown. Según rezaba la inscripción podían ir estudiantes, desempleados, jubilados y público en general. La Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Los Llanos, en estrecha colaboración con el Cabildo Insular de La Palma, Pallas@s (la palabra es de ellos, no mía, que conste) en Rebeldía y La Botica Audiovisual son los culpables de esta infamia maravillosa. ¡Payasos en nuestros días cuando solo se habla de sangre y muertes, refugiados, guerras, crisis y políticos en acción! Resulta casi un acto de rebeldía o de impudicia. Pero no, han sido las instituciones las que han desarrollado esta actividad dentro de la iniciativa ‘Tómatelo con Humor’ puesta en marcha en octubre de 2015 por el área de Cultura del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane que ha publicado en un anuncio “la convicción de que la risa es una gran medicina para hacer al menos más llevaderos los males y con el firme objetivo de arrancar al espectador una sonora y sincera carcajada”. Bravo por esa iniciativa y bravo por la risa.

Y bravo por el responsable de impartir el taller: Iván Prado, un gran especialista en la materia, capaz de hacer sonreír por medio de juegos, mímica, gestos, ruidos o movimientos que nos llevan a descubrir lo fácil que puede ser hacer reír si sacamos de dentro nuestra parte de payaso que es mucha a deducir por la oferta. Iván es portavoz del colectivo artístico internacional Pallas@s en Rebeldía. Es director artístico de la primera compañía estable de clown de Galicia, Os Sete Magníficos Máis Un, con 15 años de historia en teatro y TV. Es director de la cooperativa de gestión cultural Culturactiva, entidad clave dentro del sistema gallego de distribución teatral y musical. Ha actuado como payaso internacional en países como Palestina, México, Venezuela, Brasil, Sáhara Occidental o Colombia, organizando festivales, caravanas y cursos de Clown, Circo y Risoterapia en apoyo a los Derechos Humanos, la libertad y la dignidad de las colectividades que trabajan por construir otro mundo posible. También trabaja como director de festivales internacionales de clown. Gracias a su singular trayectoria, su presencia y su discurso es solicitado en diferentes ámbitos desde universidades de media Europa hasta casas okupas. Ha coproducido y participado en varios documentales que hablan del poder terapéutico y solidario de la risa, así como del trabajo de los payasos en rebeldía en zonas de conflicto entre las que destacan 7 Lágrimas y Mil risas (Festiclown Palestina 2014), Mares de risa, barcos de piedra (FiSáhara 2012), 3 miradas 2 objetivos (Festiclown Palestina 2011), Mashi Trasi que trasi (Caravana a Palestina 2009), Caminando la risa (Chiapas 2007), Diario de guerra de un payaso (Gaza 2004). Asimismo, ha recibido varios premios por su trabajo individual entre los que destacan el premio del equipo del FiSáhara 2012 por su aportación, Premio Vidal Bolaño (Redes Escarlata 2010); y por su labor colectiva en Pallasos en Rebeldía: Premio MITEU 2012 y Premi Esperança 2013.

Si les cuento todo esto no es por casualidad. Es para hacerles comprender lo que vale un loco maravilloso con pelo largo y pinta destartalada para muchos de aquellos que lo ven aparecer en sus calles y en sus vidas. No. No es casual toda esa trayectoria. Es una vida entera entregada al duro oficio de hacer reír que cada día es más y más comprometido porque va siendo cada vez más difícil hacerlo con la que cae sobre nuestros hombros. Pero él lo hace y consigue, de una manera magistral, que salga de tu pecho ese extraño sonido que te hace levantar los pies del suelo y elevarte a cotas más altas de las habituales. A mí me ha bastado un minuto para hacerme sentir esa corriente dulce que nos sube del estómago y nos hace abrir los labios y murmurar un sin saber bien el qué y, a continuación, nos produce ese temblor que te cierra los ojos y te hace chillar como una rata feliz. Esa es la risa y la alegría que te transmite Iván Prado. Solo me dijo algo, una frase, quizá, o fue el gesto, quizá, o el movimiento de los brazos. No lo sé ni me importa. Sé que me hizo reír y sé que lo que hace no es casual, ni su imagen ni sus gestos ni la modulación de la voz, lo son. Pero también sé que esa premeditación es el logro de muchas horas de trabajo; que lo que parece simple, no lo es; que años y años de tragarse la pena o la zozobra de vivir para transformarlo en risa, es una de las labores más difíciles e ingratas que puede llevar a cabo un ser humano. La inteligencia también se demuestra con todo eso. Ser un buen payaso (“pallaso”, como él dice y escribe) no es nada fácil. Yo diría que es más bien difícil, incómodo a veces y trágico otras, sobre todo cuando sales con la nariz roja y los ojos pintados de blanco y tienes que arropar y hacer reír a un niño que sabes que va a morir; o tienes que convencer a un refugiado tiritando de frío o a unas mujeres que se abrazan muertas de cansancio en el desierto del Sáhara, de que la vida es algo más que esa forma dolorida de estar en el mundo. Yo lo sé porque tengo una payasa en casa.

Elsa López

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