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Pobrecito ‘Ángel Pelirrojo’

Miguel Jiménez Amaro

Fellini tuvo que despedirse en la escalerilla del Plus Ultra del recuerdo de Sigrid para poder estar a tono con la situación. Irma (Shyrley Maclain), Néstor (Jack Lemmon) y Billy Wilder eran colegas y hermanos suyos, y había que estar con ellos plenamente. Fellini no sabía que los primeros pasajeros que bajaron la escalerilla eran los padres y la hermana de Sigrid, pero algo vio en ellos, que los delató, y quizás por esta razón le costaba más el alejarla de su pensamiento.

Pompeyo y Luis esperaban al pie de la escalerilla del barco a los padres y la hermana del Ángel Pelirrojo. Los llevaron al Mayantigo en el taxi de Niño Bueno, y luego a desayunar en el Quitapenas. Gunther, que se había prestado para ser traductor, los estaba esperando, tomando café, con Constantine. Constantine, como hizo en el Bar Central, le volvió a confiar a su taza de café las mismas tres palabras que allí no se pudieron escuchar: ¡Pobrecito Ángel Pelirrojo! Constantine lo sabía todo, pero no quería decir nada.

Luis y Pompeyo entraron con la familia del Ángel Pelirrojo al Quitapenas. Se sentaron en la mesa en la que los aguardaban Constantine y Gunther. Gunther hizo de traductor de todo lo que les quisieron hacer llegar, y que no se pudo reflejar en la carta que le dieron a Gunther para traducirla, antes de enviarla. Acabaron de hablar casi al filo del desayuno. Constantine pidió después del café una copa de Licor de Cacao Pico para todos.

Gunther se ofreció a llevarlos a la calle Drago, a la casa de Sigrid. Constantine fumaba sus Águila Blanca con más ansiedad que nunca. Con el humo de uno de aquellos cigarrillos escribió en el aire: ¡Pobrecito Ángel Pelirrojo! La hermana de Sigrid preguntó que querían decir aquellas tres palabras. Gunther quitó hierro al asunto respondiéndole que era una especie de haiku que no se podía traducir a ningún idioma. Pompeyo y Luis se despidieron y quedaron en volverse a ver con la familia alemana cuando la situación lo permitiera.

Gunther acompañó con Constantine a la familia hasta la casa de Sigrid, donde tocó a la puerta y abrió Maren, que estaba desnuda, totalmente borracha y con los pechos llenos de quemaduras de cigarros. Sigrid no había llegado aún, seguía en el Bar Central. Lo hizo pasado el mediodía, no acertaba a entrar la llave por la ranura, lo tuvo que hacer el sucio e interesado acompañante de turno, esta vez, el taxista repugnante. Sigrid entró a la casa más borracha aún que Maren, riendo, cantando, y con una botella de ginebra Larios en cada mano. Al encontrarse a sus padres y hermana, se le congeló la risa y se desplomó inconsciente al suelo. El taxista se dio la media vuelta y salió de la casa como lo hacía siempre, restregándose la boca y abrochándose la bragueta.

Maren se acercó al cuerpo, inconsciente sobre el suelo, de Sigrid. Cogió las dos botellas de Larios, que no se rompieron, y se las llevó a su cuarto. Los padres y la hermana de Sigrid la recogieron del suelo, la llevaron a la bañera, la lavaron y la acostaron en su cama. Sigrid no despertaba, de vez en cuando decía mamá, papá, o el nombre de su única hermana. Sigrid no despertó nunca. En Alemania aconsejaron ingresarla en una clínica psiquiátrica por si había la posibilidad médica de que despertase algún día.

En esa clínica de pago era violada varias veces, una noche sí, y la siguiente también. Se llegó hasta montar un negocio alrededor de estas violaciones. Venían taxistas de toda Alemania a fornicar con su cuerpo dormido previo pago al Capo que montó el negocio. El cuerpo del Ángel Pelirrojo empezó a adelgazar, a tener fiebre, y le salió un sarcoma. Le hicieron análisis y se vino a saber que la había cogido en la clínica, ¿dónde si no?, una enfermedad de trasmisión sexual, que mas tarde se le llamó Sida. Se desveló el negocio. Cayó El Capo. Cayó el director de la clínica. Cayó el ministro de Sanidad. Y el Ángel Pelirrojo murió unos años después, sin haberse despertado nunca médicamente, nombrando a su madre, su padre y su hermana.

En La Pasión de Vivir, The Music Lover, una versión muy libre, o muy adaptada a su director, Ken Russell, sobre la vida del compositor ruso Tchaikosky, interpretado por Michael Chamberlain, su mujer, interpretada por Glenda Jackson, la magistral actriz inglesa, es ingresada en un manicomio, tras una crisis matrimonial por motivos freudianos. Glenda, no me acuerdo el nombre de la mujer del músico romántico ruso y gay, entra en un delirante manicomio estando consciente. El Pobrecito Ángel Pelirrojo no, lo hizo inconsciente. ¿Qué sería mejor en esos casos al cruzar esa puerta? ¿Ser la mujer de Tchaikosky? ¿Ser Sigrid? ¿Y si El Ángel Pelirrojo fue de alguna manera consciente, o lo fue alguna vez, de todo lo que le ocurrió después de entrar en su casa de la calle Drago, el día de su última borrachera, cuando se encontró con sus padres y su hermana? ¿Que opináis vosotros?

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