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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Espacio de opinión de La Palma Ahora

Ursus

Miguel Jiménez Amaro

Sigrid tenía una amiga con la que vivía en su casa de la calle Drago, se llamaba Maren. Maren fue novia del Asesino. El Asesino la obligaba, en la playa del Túnel, a pasear con él en bragas y sostén. No en bikini, sino en bragas y sostén. Lo hacía como herramienta de humillación, para que ella se sintiese su esclava. Luego, la llevaba a la puerta de la caseta, del vestuario que tenía alquilado, y le quemaba los pechos con sus cigarrillos. Y Maren, ni chistaba.

El Inductor buscó para realizar el crimen a un sádico, pues quería que Helena no solo muriese, sino que sufriese. Era el encargo que le habían hecho y dio con la persona apropiada para ello.

Nunca entendí la relación de El Ángel Pelirrojo con Maren. Eran dos mundos opuestos. Quizás Maren fue una mala compañía para Sigrid. Una puerta por donde Sigrid se perdió aun más. Quizás pudo ocurrir incluso que Sigrid, en su desesperación, hasta haya tenido relaciones carnales con El Asesino, y la haya sodomizado. Todo es muy probable.

Estamos hablando de esto, porque Constantine, la madrugada pasada, había ido a dar un paseo por el chalet de Helena, donde siguió constatando que El Asesino seguía conviviendo con ella. De paso, os comento otra historia del Asesino.

Le gustaba a ese engendro asustar y jugar malévolamente con el miedo que producía. Paseaba un día por delante de La Casa de La Dehesa, pegado al portal. ¿No sé por qué tenía que hacerlo pegado? Cuando Ursus, el perro bonachón de Luis Cobiella y Concha Capote, un pastor alemán con algo de otras razas, lo muerde. ¿Qué pasó por la mente de Ursus para asestarle una dentellada al Asesino? Yo creo que vio la malicia del Asesino, que no dudó, en cuanto vio su pantalón roto, mordido por aquel perro, en tocar la puerta de estos amigos para pedirles quinientas pesetas, que era lo que decía que le habían costado los pantalones. Concha tampoco dudó en darle el doble de lo que pedía, mil pesetas, para no volver a verlo nunca más.

En La Casa de La Dehesa hay una foto del Ángel Pelirrojo con Fellini en Los Cancajos, la noche en que se conocieron. Fellini también tenía esa foto en el despacho de su casa en Roma. Concha y Luis iban a algunas de aquellas fiestas en el kiosco El Ancla, con su amigo Pompeyo, un notario catalán que fue el primer impulsor de aquella playa, y le tenían mucho cariño a Sigrid.

Concha es igual de instintiva que Ursus. Sintió que aquel hombre que se alejaba carretera abajo, y al que le faltó poco para ella misma morderlo, como había hecho Ursus, no podía traer nada bueno, que solo podía traer dolor. Se le vino a la cabeza Sigrid, en su caos de alcohol, y el cadáver de una mujer, que no conocía, en una bañera sin agua llena de polvos. Concha vio, al mismo tiempo, dos historias cuyo desenlace trágico iba a ocurrir muy pronto.

El Chivato Tántrico recogió a Las Cinco en Los Cancajos y se dirigió con ellas al muelle, donde dentro de nada atracaría el Plus Ultra. No perdieron detalle de la maniobra de atraque llevada por El Práctico. Coquito, en la escalera de hierro que estaba poco antes de la segunda meseta, tiraba de la cuerda que sujetaba a La Chalana, saltaba a ella, remaba hasta el barco a motor, lo traía hasta la segunda meseta, donde se subía don José, para luego ir a comandar el atraque del Plus Ultra, un barco lleno de crímenes.

En el barco, aparte de las gabachas venían los padres de Sigrid y su hermana, que al enterarse de su lamentable estado, por medio de una carta que le escribieron dos amigos del Ángel Pelirrojo, vinieron a intentar su rescate.

Fellini, que esperaba en la escalerilla del Plus Ultra a Irma La Dulce, Néstor el Tigre y Billy Wilder, estaba como ausente, no podía alejar de su recuerdo a Sigrid. Cuando la fiesta acabó en el kiosco El Ancla, se hizo cargo de llevar a Sigrid a su casa, en el Mercedes descapotable de Gunther. Se despidieron en la puerta. Cuando El Ángel Pelirrojo dejó de escuchar el ruido del motor que se alejaba, salió de su casa y se enconó al Bar Central a completar su propio aquelarre de destrucción. Constantine tomaba café, antes de ir a la escalerilla del barco. Cuando la vio entrar le dijo a su taza de café tres palabras que un poco más tarde repetiría en el Quitapenas.

Quienes primero bajaron del Plus Ultra fueron los padres y la hermana de Sigrid. Después lo hicieron Irma la Dulce, Néstor el Tigre, y las gabachas. Bajaron todos los pasajeros, pero las gabachas empezaron a comentar, nerviosas, que faltaban las dos hermanas gemelas. El muelle entero se hizo eco de aquella preocupación. Se empezó a hablar de un nuevo asesinato, pero esta vez doble. Hubo gritos y lloros, hasta que Constantine se subió a la escalerilla del barco para implantar tranquilidad, diciendo que no había crimen ninguno, que eso sería un insulto a sus dones, pues en el Plus Ultra solo ha habido un asesino y él lo pilló. Coronó su cántico diciendo que Las Gemelas habían pasado la noche en el camarote del primer oficial y que se habían quedado dormidos los tres en una misma cama. Las Gemelas llegaban a la escalerilla con el primer oficial en ese mismo momento.

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