Adolescencia. Trazos y expectativas

El desmoronamiento económico y financiero actual, y la restricción, merma y derogación de múltiples derechos de los ciudadanos, como el acceso imprescindible y prioritario a la educación y a la sanidad, emana e incita a que fructifiquen semillas irreparables, casi inapreciables y distraídas, en las calles y esquinas y lugares de las ciudades, y en las que no solo la delincuencia callejera de los adolescentes compone paisajes violentos, sin futuro, inocuos, insalvables en una gran mayoría, sino que, aletee y se suscriba el tráfico de drogas en niños cada vez más jóvenes.

Imposibilitados, defraudados y negados, por una economía familiar inexistente y una educación cada vez más dirigida solo a unos pocos, elitista e inservible, los jóvenes se aclimatan hostiles y hastiados de la situación y de todo lo que intente gobernar y ordenar sus vidas, y atienden al tráfico de drogas, porque ello resolverá y calmará sus necesidades, traerá zapatillas y camisetas de marca, posibilitará dinero y poder, y un proyecto de futuro, aunque no transiten ni salgan más allá de las fronteras de su propio y privativo barrio.

La marginalidad los hará enérgicos y valientes, pero les arrebatará cualquier otra posibilidad, jamás conocerán ni atisbarán la coherencia y otro designio paras sus vidas, se ocuparán de manera exclusiva y violenta del rol que ocupan en la organización, y de escalar y promover y publicitar, en una u otra manera, su argumento y proceder como el más excelso, efectivo y locuaz, para demostrarle a los otros, a los que se hallan a su mismo nivel, y también, a niveles superiores, jefes o caudillos, que pueden contar con ellos, que desean y necesitan, y son capaces, de llevar a cabo y resolver, operaciones y situaciones con mucha más responsabilidad y trascendencia.

¿Para qué perder tiempo en institutos y colegios, si el Gobierno ha decidido obstaculizar y negar su educación?, se preguntarán muchos jóvenes.

¿Cómo proponer un futuro laudable, consistente y probable, si el desahucio económico solo ha traído miseria a muchas familias, y el Gobierno incrementa el valor de las tasas para acceder a un elocuente e indispensable aprendizaje?

Destruir y abnegar la educación, desatendiendo una realidad que golpea y atropella, rabiosa e irascible, solo propone un vivero incandescente de hiedras que, poco a poco, enredarán y atraparán a más adolescentes. Y es que, estos jóvenes, despreciarán y desestimarán las didácticas y formativas aulas, los trascendentes y laudables lugares, donde la cultura, los libros, la música, la pintura, las variadas posibilidades, los proyectos primeros que albergarán el ansia de otros, todo eso, porque la economía familiar es inexistente, y porque, de manera lenta pero clarificadora y sustancial, atienden al desorden económico, social y humano que compone y promueve el actual Gobierno del Estado, y compondrán en sus vidas la sinrazón de creer que bajo las grandes o nimias organizaciones delictivas, y sus sencillos o complejos entramados, sostienen un futuro posible y laudable.