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El avieso Constantine

Miguel Jiménez Amaro

Queridos amigos míos: 

El avieso Constantine se sentó a la mesa con su copa de vino y media botella de  Mibal Roble que había traído entre  sus manos desde la barra del Bar Costa Azul. Sacó un sobado billete de mil pesetas de uno de los bolsillos de su gabardina y lo puso encima de la mesa, debajo del Mibal Roble, diciendo que él invitaba a lo que se debiese. Se lo ganó a un godo que estaba al lado de él tomando vino y comiendo camarón. El ‘Godo’ decía que aquel camarón había sido pescado en Mazo. Constantine le respondió que no, que él no sabía nada de nada de camarón, que ese camarón había sido cogido en dos sitios distintos, uno en Puntallana y otro en San Andrés. El ‘Godo’ le envidó a que le apostaba mil pesetas a que no. Constantine quiso el vido. Llamaron al cocinero que estaba lejos y ajeno de aquel escenario, que concluyó diciendo que lo habían traído dos barcos, El Janequín y el Tito, que uno había salido a pescar a Puntallana y el otro a San Andrés, que él, lo había guisado junto, y que había que ser muy buen entendido para darse cuenta de ello. Así ganó Eddie aquel sobado billete de mil pesetas con el que invitó a cenar a Magi, La Mistola y Federico. 

Constantine siguió hablando de que estaba inmerso en una investigación que casi no le dejaba dormir, los asesinatos por separado de dos guapas mujeres en el Plus Ultra. El Plus Ultra era un correíllo que hacía Tenerife-La Palma. Las dos mujeres habían sido asesinadas y hechos desaparecer sus cuerpos tirándolos al mar. Eddie dijo que una madrugada de estas iba a cerrar el caso, que dentro de poco el asesino iba a morder barrotes, que lo iría a detener él mismo cualquier día que el barco llegase a La Palma; que en esto ocurría como con la apuesta del camarón, que cuando hay dos sospechosos que están en el mismo plato es muy difícil saber cuál de ellos dos es, pero que con un hervor más en su cabeza, el laurel, la sal y el agua ya estaban puestos, él lo sabrá pronto. También habló Eddie de que le estaba dando un carpetazo a otro caso, pero que en este, el crimen no había ocurrido todavía, se cometerá en breve, y que él ya sabía quién era el asesino. Les contó que el crimen tendrá lugar en ‘La Carretera de las Vueltas’, antes de llegar a La Estrella, que la víctima  será una alemana que vive en un chalet con un mono, que en un principio le van a echar la culpa a Gunther, pero que lo soltaran de la cárcel al día siguiente ante lo evidente de su inocencia; que luego se la echarán a un palmero que cumplirá prisión, un luchador de lucha canaria;  pero que el inductor quedará libre, que no era ni más ni menos que el Mossad israelí. Expresó: “¡Un ajuste de cuentas!” Fellini pensó que este detective era increíble, que no solo persigue los rastros por delante sino que resuelve los casos antes de que ocurran, encuentra a los malhechores antes de que infrinjan la ley. 

El ínclito Eddie una vez acabaron de cenar pidió la cuenta. Dijo que se tenía que ir, que tenía dos casos más por cerrar, uno que había acontecido y otro venidero. Quiso que lo que sobrase en monedas se le diese al camarero, y los billetes que se lo repartiesen las chicas.  Constantine apagó su último cigarrillo en el cenicero y encendió otro Águila Blanca, se despidió y empezaron a sonar sus botines negros hasta que llegó al ‘Chorrito del Muelle’. El camarero trajo tres copas de ‘Licor Cacao Pico’ que invitó el ‘Costa Azul’. Se levantaron de la mesa, y como hipnotizados siguieron tras los pasos de los botines negros de Eddie y las colillas de Águila Blanca. Pararon en el ‘Chorrito del Muelle’ en donde los envolvió una densa niebla que los llevó a ‘La Glorieta’ y después  a ‘Casa Katia’, donde Eddie sentado en una mesa, sonriendo, con una botella de Licor Cacao Pico y cuatro copas servidas, los estaba esperando. Sonaba ‘Je t´aime moi non plus’, cantada por Brigitte Bardot y Serge Gainsbourg. Se sentaron con él y les comentó que ya  aclaró uno de los casos, el del misterioso robo de las maletas de García Atadel; y que el otro caso, el que se está gestando, está relacionado con unos militares franceses que vendrán a La Palma represaliados por De Gaulle. Se tratará de una fuga y que para resolverlo los tenía que dejar solos a ellos tres en aquella mesa. 

Al irse el avieso e ínclito Constantine, Federico se convirtió en el único varón de ‘Casa Katia’. Invitó a que corriese ‘Integral Cava Llopart Brut Nature’, y preguntó si podía tocar el piano. Tocó música de sus películas, las compuestas por Nino Rota. Entre canción y canción se le acercaban las meretrices que se iban presentando. Se acabó el cava. Katia llamó por teléfono a Miguel el de ‘Las Cosas Buenas’, que reparte hasta de madrugada, le pidió por favor que si le podía traer el pedido frío. Miguel no tardó en llegar con el cava frío, se personó cuando estaba sonando la música de ‘Amarcord’. Fellini le dijo que había oído hablar de él,  y que al día siguiente, después de salir de la Delegación del Gobierno iría a Las Cosas Buenas de Miguel. Volvió a correr el ‘Integral de Llopart’, le dijo a Miguel que por favor se quedase. Unas botellas de cava  más tarde Federico propuso llevar  el ‘Llopart’ que hubiese a la ‘Playa del Roque’ para enseñarles un juego, pero que antes tendrían que hacer un juramento sobre que lo que ocurriese en la playa era solo cosa de  ella  y ellos, que entre la playa y  ellos tenía que quedar; que no se preocupasen de nada, porque una vez hecho el juramento, sus cuerpos no podrían ser vistos por ningún rendija, si lo hubiese a esas horas de la madrugada, porque le ocurriría como a los astrónomos cuando observan el universo, que solo ven puntos de distintos colores hasta que un decodificador los convierte en imágenes; y que por el contrario, si alguien de ellos hablase de lo que va a ocurrir en la playa, en la retina de los rendijas se decodificarán sus irreconocibles puntos de luz en  imágenes claras de sus cuerpos, como en la astronomofotografía. Así que no se puede contar nada sobre lo que en ‘La Playa’ ocurrió, porque los rendijas, que los hubo, solo vieron puntos de luz, como cuando miran al cielo, y los participantes de aquel juego felliniano no  han querido hacerlo. ¡Lo siento ‘hermanos’! ¡Lo que se jura, se jura! 

Abrazos por El Lado del Corazón. Salud y Alegría Interior.

Las Cosas Buenas de Miguel                

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