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17M: La moderación se manifiesta

Julio M. Marante

La rebelión de pensionistas de todas las edades ha sido como una marea que hostiga la ignorancia de nuestros políticos en un mundo que parece cada vez más difícil de modelar y acalla las dudas sobre una población hasta ahora dócil, que venía viviendo en conforme acatamiento la crisis que tantos sueños ha apagado. Podríamos decir que la moderación se ha manifestado, ha ganado la calle y ha expresado su descontento y su protesta. Está claro que “los viejos”, como señalan algunos medios, dormían con los ojos abiertos. Su capacidad de aguante se ha derrumbado y miles de jubilados de toda España, se han manifestado en demanda de unas pensiones dignas. Han gritado “¡No a las pensiones de miseria!” que regula la Reforma de 2013 y sólo garantizan la subida de un 0,25%, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo. “¡Ni un paso atrás!”  fue el lema que proclamaron ante el Congreso de los Diputados. La moderación ha mostrado sus dientes. Hombres y mujeres que peinan canas y que llevan luchando por sobrevivir a las sombras de la adversidad han dicho “¡Basta!” Y por eso, el sábado 17 de marzo volverán a la calle. David se levanta contra el gigante con la amenaza de casi diez millones de hondas en forma de votos. No es la primera vez que el pueblo se convierte en un ejército dispuesto a pedir que no se rían de él, que acaben con su horrendo desespero. La masa, a veces, suele ser tremendamente incómoda, sobre todo cuando le dan razones para cambiar de papeleta ante la llamada de las urnas.  Es posible que entonces se imponga el interés general de los pensionistas a las líneas ideológicas y estratégicas de los partidos.

A aquellos que conformamos esa masa, nos quedan pocos cupones en la cartilla de racionamiento de la vida, pero estamos dispuestos a jugarnos alguno de esos cupones. Días pasados, miles de pensionistas cumplieron su papel y con justificado temor a un futuro incierto, no sólo para ellos sino para sus hijos, dejaron oír su voz. La voz rota del dolor y el hambre, la voz cautiva de la hipoteca y el miedo, la voz sublime de la fe y la esperanza…, porque muchos de los presentes actuaban como “patriarcas” de tantas y tantas familias que vivían y viven a sus expensas. Por eso, esta vez el poder joven que empuja y avasalla estará con ellos,  con nosotros, en  un intento de recuperar juntos el Estado de Bienestar que hemos perdido. ¿Existe aspiración más humana?

Este asunto de las pensiones es tan real que muchos sentimos miedo. Pronto, además de jubilados y jubiladas, pasaremos a ser un poco más viejos, y con los años la superación de cualquier dificultad nos parecerá más compleja. Pensaremos entonces en los políticos que dicen velar por nuestro bienestar. Así, con nuestra esperanza en sus alforjas, nos encandilarán una vez más con el talismán de sus promesas… Cuanto más nos seduzcan, más nos angustiará pensar cómo nos engañaron y en las pocas ideas que aportaron al tema de nuestras pensiones, cómo nos recordaron hasta la saciedad que “la Seguridad Social no resistiría una sociedad de jubilados tan abrumadora, si los sectores activos de la población no son capaces de sustentarla”. Diagnóstico que ya sabíamos.

Lo que está por ver ahora es si nuestros diputados y senadores, y en suma nuestro gobierno, dan a la política un rostro de civilidad con una fuerte carga ética y social para dar a la cuestión el tratamiento adecuado, porque no sólo pensamos en las pensiones actuales, las venideras también nos preocupan. Por eso, este sábado pediremos en la calle que el incremento de las pensiones cubra al menos la subida de los precios, el IPC. Pero como sabemos que esta medida siendo social nació política y se ha politizado hasta un punto sin retorno, abogaremos para que los partidos políticos y sus grupos parlamentarios se pongan de acuerdo (milagro sería), en su camino de redención, es decir en el Pacto de Toledo, donde hasta la fecha, les ha faltado voluntad y atrevimiento para abordar con solvencia asuntos de este calado.

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