“La Bajada de la Virgen es la celebración de un esfuezo colectivo y creatividad social”

La periodista Monserrat Domínguez durante la lectura del pregón.

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

La periodista madrileña Montserrat Domínguez ha leído este sábado, en la Plaza de España de Santa Cruz de La Palma, el pregón de las fiestas lustrales de la Bajada de la Virgen 2015. Esta prestigiosa profesional de la comunicación, muy vinculada a la Isla, evocó sus estancias palmeras y los entrañables momentos que ha vivido junto a sus amigos. Destacó la hospitalidad de La Palma y el “encantador acento palmero”, esa “musicalidad al hablar”. Domínguez también hizo alusión a la crisis y a la emigración de jóvenes formados, y resaltó la “aparición de una nueva conciencia colectiva” y la necesidad de una mayor transparencia institucional y participación ciudadana. Santa Cruz de La Palma, en su opinión, es “una ciudad con mucho talento, con pasión por la ciencia, el progreso y la cultura”. Tuvo asimismo palabras de recuerdos para el desaparecido Luis Cobiella, cuya pérdida, dijo, “pesa como una losa en estas fiestas”. Tampoco se olvidó de los últimos triunfos del Club Deportivo Mensajero, que, recordó, “ya compite en la segunda división B”. La Bajada de la Virgen “es la celebración de un esfuerzo colectivo, trabajo y creatividad social”.

La parte musical del acto corrió a cargo del timplista Jesús Martín y del pianista Fernando Martel

A continuación transcribimos el pregón de Montserrat Domínguez:

Palmeras, palmeros, forasteros, amigos:

Sé lo que os estáis preguntando: ¿qué hace una periodista madrileña dando el Pregón de las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen de las Nieves, que todos y cada uno de vosotros conocéis muchísimo mejor que yo?

Muchos lleváis cinco años pensando en ellas, diseñando nuevos actos, componiendo nuevas músicas, ensayando textos y danzas, cosiendo trajes y preparando luminarias para la Pandorga, afinando los instrumentos y las voces para que esta Sexagésimo Octava edición sea la mejor, la más espectacular, la más emocionante.

¡Y lo va a ser!

Otros lleváis cinco años soñando con este viaje para reencontraros con la tradición y con los amigos y familiares. Habéis venido desde las islas cercanas, o desde otras costas del Atlántico para poder decir que no faltastéis a esta cita lustral.

Habéis vuelto a enjalbegar las fachadas y a adornar los balcones… y en cada casa estáis ya haciendo hueco para albergar a los familiares y amigos a quienes daréis hospitalidad estos días, resolviendo infinitos quebraderos de cabeza domésticos que quedan ampliamente compensados por la felicidad de compartir con los seres queridos unos días llenos de magia, de charlas, risas y asombro.

Por eso, porque quienes me escucháis conocéis mejor que nadie las largas horas de preparación que necesita un acontecimiento como éste, hoy sólo quiero contaros cómo es la mirada de una forastera que aterriza en Santa Cruz de La Palma.

Gracias al Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen por permitirme esta osadía, y os suplico clemencia.

Puedo afirmar que todos y cada uno de los palmeros tenéis una doble personalidad: aquí en la isla trabajáis en el campo, en el mar, en la escuela o en la oficina, pero, en cuanto salís de la isla, os trasmutáis en perfectos embajadores. Lo que a algunos les cuesta años de estudio en las más prestigiosas escuelas diplomáticas del mundo, aquí os lo deben mezclar con gofio en el biberón ya desde la cuna.

¡Qué manera de seducir! ¡Con qué dulzura habláis de la Isla! ¡Qué capacidad oratoria!

Poco a poco, vais tejiendo un relato evocador e intrigante que nos obliga a pensar a quienes os escuchamos: pero, ¿cómo es posible que no haya estado allí?

A mí me pasó de niña, en el colegio, con mi amiga Carmen Febles Jaubert, alias La Godi. Cuando nos reencontrábamos tras el verano hacíamos círculo en torno a ella para que nos contara cómo había sido su verano en La Palma. Y con esa capacidad que parece que lleváis todos en el ADN palmero, nos hablaba de los enanos, de las fiestas, de la playa, de la Bajada..., y de los palmeros, claro. Y sé que lo mismo ha hecho en todos los lugares del planeta donde ha vivido; en Madrid, claro, y en Roma, en Tokio, y ahora en Guanzú /Cantón, en China: con sus relatos, como si fuera una Flautista de Hammelin, ha atraído a la Isla a gente de todos los continentes.

En mi caso, en 1985, no pude resistirlo más y quise venir a comprobar si eran ciertas tantas maravillas.

Entonces las fachadas de la Avenida Marítima no tenían los colores de ahora, sino que estaban pintadas de blanco. Blanca y verde; esa es la primera imagen de Santa Cruz que guardo en mi retina.

Fui a presentar mis respetos a la abuela de mi amiga: Doña Rosario Gómez, una de esas mujeres cuyo cuerpo frágil escondía toneladas de sabiduría y gentileza. De sus manos al piano escuché por primera vez la música que siempre me asalta cuando pienso en La Palma.

Un piso más arriba, en ese mismo edificio en la calle San Francisco, vivía la familia Martín. Milagros, Hugo y sus cinco hijos. Entre ellos, Mila. Es verdad que ya cantaba bien, pero entonces estábamos lejos de imaginar que acabaría dirigiendo el coro infantil y juvenil de la Escuela Insular de Música, y que tantos niños y jóvenes aprenderían a amar la música gracias a sus fascinantes dotes como pedagoga. Y aunque la conexión fue inmediata, también entonces estaba yo lejos de imaginar que Mila habría de convertirse en una de mis más queridas y necesarias amigas.

Desde sus balcones a la calle Real he visto danzar los enanos y desfilar las luminarias mientras me susurraban al oído las historias, leyendas y tradiciones que se entrelazan en las fiestas.

Cada vez que vuelvo a La Palma, al fundirme en un abrazo con Mila y con Juanjo, siento como un bálsamo su hospitalidad. Significa para mí recuperar el sentido más profundo de la amistad: algo que vosotros estáis ya ensayando para recibir a todos los visitantes que estos días os invadimos. Gracias por vuestra generosidad.

Como yo no tengo ese encantador acento palmero, ni esa musicalidad al hablar, ni ese conocimiento profundo que cada isleño tiene de su tierra, no os voy a aburrir contándoos mi descubrimiento de la Isla.

Pero que sepáis que guardo en la piel la memoria de la primera vez que, descalza, pisé la arena negra de Fuencaliente: la visión imponente de las plataneras en cascada hacia el Atlántico, el sabor del vino de la tierra contemplando el mar desde los viñedos de Mazo, la sorpresa de descubrir Tazacorte mientras paladeábamos unas viejas fresquísimas, recién pescadas; las risas mientras nos bañábamos en el Charco Azul, y cómo no, la primera visión de la Caldera de Taburiente, con las nubes descolgándose de las cumbres, y la emoción de poder caminarla desde dentro…

«Un largo lagarto verde,

con ojos de piedra y agua».

Así definía el gran Nicolás Guillén a su amada Cuba: yo siempre que oigo ese poema pienso en La Palma.

Dejadme solo que comparta con vosotros el verano que pasamos en Velhoco: no sólo porque éramos muy jóvenes y las noches eran largas, sino porque entre los amigos que iban y venían, cantaban o cocinaban, entendí una de las características más puras de los palmeros: lo disfrutones que sois, la nobleza apenas disimulada tras una capa de socarronería, esa sensibilidad y delicadeza. He escrito en alguna ocasión, y me reafirmo cada vez que vengo, que cada uno de vosotros lleva dentro de sí un músico, un poeta o un artesano que sale a la luz cada vez que son conjurados en alguna de las infinitas fiestas, celebraciones y excusas en las que dar rienda suelta al artista que lleváis dentro. Tenéis además una forma de estar, un caminar lento, que os conecta con la Tierra de una manera indeleble.

Pienso en ese caminar lento, pienso en Velhoco, y me estremezco porque recuerdo a Manolo Jaubert, que nos dejó hace apenas unos meses: le veo pasear entre los aguacateros como si fuera hoy. Llevaré siempre en la memoria su bonhomía, cómo cuidaba de nosotros, y cómo nos hacía sonreír con su humor, tan fino y tan palmero.

* * *

Estamos en 2015, la Virgen de las Nieves está ansiosa ya por volver a la ciudad.

Estoy segura que en estos cinco años muchos palmeros han ido a rezarle y pedirle ayuda; hace cinco años apenas empezábamos a entrever las enormes cicatrices que la crisis económica iba a tener en nuestras vidas, cómo se iba a cebar en los más débiles, cómo iba a aumentar la desigualdad, cómo se recortaban muchos derechos por los que lucharon nuestros mayores… derechos que nosotros, ingenuos, dábamos por seguros.

Hemos visto cómo muchos abuelos han tenido que hacer malabares con su pensión para atender a sus hijos y nietos; cómo tantos jóvenes, tan bien preparados, han tenido que irse de nuevo, como ya lo hicieron otra generación anterior, para buscarse la vida.

El puerto de Santa Cruz, que como bien sabéis fue uno de los más importantes de Europa por su tráfico con América, ya vivió muchas escenas desgarradoras con los hijos que se iban a Venezuela o a Cuba… Ahora les habéis despedido en el aeropuerto, con una mochila mucho mejor dotada de conocimientos y preparación, con unas comunicaciones que nos permiten sentirnos cerca a pesar de la distancia… pero el dolor de la separación es idéntico.

Vuestros ancestros hicieron frente a los piratas, franceses o británicos, que acechaban las riquezas de esta isla: en cierta manera, en estos cinco años, todos hemos tenido que afrontar una nueva clase de piratería y de pillaje.

Pero también, en estos cinco años desde la anterior Bajada, hemos vivido en todo el país el nacimiento de una nueva conciencia colectiva: se pueden y se deben hacer mejor las cosas, las instituciones tienen que estar al servicio de sus ciudadanos, tenemos que exigir más transparencia, y deben abrirse nuevos cauces de participación. Las ciudades son importantes, pero más aún todos y cada uno de quienes las habitan.

Aquí en Santa Cruz de La Palma, donde se conformó el primer ayuntamiento democrático de España ya en 1773 —desterrando a los oligarcas absolutistas—; aquí, en Santa Cruz, donde una vieja imprenta de madera dio a luz en julio de 1863 El Time, el primer periódico de La Palma y donde nació el Diario de Avisos, el decano de la prensa en Canarias, tenéis mucho territorio ganado para afrontar con éxito los retos de este siglo XXI recién estrenado.

Al fin y al cabo, qué es la Bajada de la Virgen sino la celebración de un esfuerzo colectivo, donde ningún trabajo es menor, porque no es el lucimiento individual, sino el trabajo y la creatividad social, lo que tanto carácter da a estas fiestas. Además, el factor lustral invita a una reflexión sobre qué cambios verá nuestra Señora de las Nieves cuando sea recibida en El Salvador.

Estáis transformando Santa Cruz: me he quedado impresionada al ver cómo la fisonomía de la ciudad vive ese cambio radical que supone abrirse aún más hacia el mar. Esa playa que pronto será uno de los lugares favoritos de encuentro para familias, jóvenes y forasteros… Esa playa que simboliza la ambición de una ciudad que quiere seguir creciendo y cambiando. Que lo hace hacia fuera y hacia dentro, con nuevas plazas y espacios peatonales, con el nuevo Museo de Arte Contemporáneo, o la Biblioteca Municipal de Teatro; con la apertura del histórico Real Castillo de Santa Catalina, ¡que todavía esconde pasadizos secretos!

Con esos huertos urbanos, una tendencia cada vez mayor en las ciudades europeas, que va a permitir a algunas familias cultivar hortalizas en la ciudad… Con esa belleza que es el Teatro Chico bullendo con festivales, cine y cultura…

Son pequeños y grandes proyectos que demuestran que la ciudad late con vida propia. Chicos, jóvenes y mayores tenéis por delante muchas tareas pendientes, y una experiencia que es garantía de éxito: en pocas ciudades como en Santa Cruz ha habido, desde siglos atrás, tanto talento, tanta pasión por la ciencia, por el progreso, y por la cultura, además de un exquisito respeto por el pasado, la historia y el legado de vuestros mayores. Me cuentan que una nueva generación está empujando con fuerza, y destacando en la literatura, el diseño o el deporte… qué orgullo verles triunfar dentro y fuera.

Siempre me asombró cómo esta ciudad, y la isla por extensión, ha sido tan sabia a la hora de encandilar a los turistas sin permitirles que os roben el alma. Ahora que la globalización nos enseña que quienes mejor guardaron sus esencias son los más deseados, confío en que seguiréis siendo tan hospitalarios como guardianes de vuestros tesoros naturales y artísticos.

Sobre el talento, permitidme que haga referencia a alguien cuya pérdida pesa como una losa en estas fiestas. Don Luis Cobiella, a quien tuve el honor de conocer en 2006, no podrá escuchar la música que compuso para la Danza de los Enanos y que se estrenará en apenas unas semanas. Era un espíritu curioso y gentil, de una calidad humana e intelectual que trasciende fronteras. Como poeta, compositor o dramaturgo, su huella está en cada uno de los números de las Fiestas, y ha sido decisivo para que éstas hayan ganado prestigio en cada edición. Pero su legado sí pervive, así como su memoria.

Él hizo una bellísima reflexión sobre la Virgen y la Gente: de por qué su trono baja en pedazos: porque es la mejor garantía de solidez, para quien no quiera ser destronado. Y escribió algo que, como forastera, me toca especialmente. Dijo:

«Los no palmeros que acuden con voluntad de fiesta se integran en esa gente palmera… Así incorporados a la radical mismidad, desaparece cualquier diferencia excomulgante, incluso el ser o no ser palmero… porque SER la gente de la Bajada de la Virgen es más importante que nacer en La Palma».

Ser gente de la bajada: ¡es mejor que un título nobiliario! Y yo hoy me siento así.

* * *

Palmeras, palmeros, forasteros: llega la hora de disfrutar. Hace cinco años compartí con vosotros, en la plaza de la Alameda, el triunfo de la Selección Española en el Mundial. En 2010, La Roja nos hizo vibrar y saltar de felicidad, y sé que este próximo año vais a vibrar también con El Mensajero, que ya compite en 2 división B. Llega la hora de danzar, de cantar —y de escuchar a Los Sabandeños, dentro de un rato—. Llega la hora de vestirse para acompañar a la Virgen de las Nieves en su camino hasta la ciudad; de engalanar los balcones y de sobresaltarse con los cañonazos que llegan del Castillo, de brindar con los forasteros y de gozar de vuestros vecinos y amigos.

Vosotros sois los protagonistas, los magos que lo hacen posible: con vuestra fuerza, las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen 2015 van a ser ¡las mejores de la historia!

Gracias por abrir vuestra ciudad a los forasteros, por dejarnos compartir tanta emoción.

¡Viva la Virgen de las Nieves! ¡Viva Santa Cruz de La Palma!

 

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