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“Cuando un socorrista se lanza al mar en un rescate no piensa en su vida”

En la imagen, Pedro Bonilla (centro) con jóvenes socorristas, este sábado, en la playa de Nogales. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Puntallana —

Es maestro de socorristas y está curtido en mil batallas en el mar, un medio que conoce como la palma de su mano y al que asegura que “no hay que tenerle miedo, pero sí respeto”. Pedro Bonilla, delegado insular de la Asociación Española de Socorrismo, ha confesado este sábado a LA PALMA AHORA, bajo el impresionante acantilado de la playa de Nogales, en el litoral de Puntallana, que “salvar la vida de una persona es lo más grande que te puede suceder”.

Bonilla, monitor nacional de natación, instructor de socorrismo acuático y hombre con clara vocación de servicio, ha dirigido este sábado los actos del Día del Socorrista que se han celebrado en el incomparable marco la playa de Nogales, donde ha reunido a algunos de sus pupilos para llevar a cabo varios simulacros de rescate (con embarcación, cuerpo a cuerpo, con remolque y arné y con politraumatizado) y realizar una ofrenda floral “por todas las personas que han fallecido ahogadas y por los socorristas, que son los que se juegan su vida a diario para salvar la de otros”. También, hay que decirlo, han disfrutado de una apetitosa paella a la misma orilla del agua.

La Asociación Española de Socorristas, una entidad sin ánimo de lucro e integrada por voluntarios, ha formado ya en La Palma a más de 200 rescatadores. “Todos están sumamente preparados, tanto física como mentalmente, y contamos también con una Unidad de Rescate Acuático (URA); nuestra labor es siempre socorrer”, dice Bonilla.

La de los socorristas es, sin duda, una profesión de riesgo. “Y más en playas como Nogales, por sus características, pero no hay que dejar de disfrutar de ellas, lo que tenemos que ser prudentes y hacer caso a las indicaciones de los paneles informativos y de los socorristas”, recomienda. “Nogales, para mí, es la playa más bonita que hay en La Palma, natural, pero no podemos descuidarnos ni hacer caso omiso a las señalizaciones y a las recomendaciones de los rescatadores”, insiste.

Los socorristas que desempeñan su labor en la playa de Nogales, Hermes Rodríguez, Aitor Hernández y Airam Bonilla (hijo de Pedro), a pesar de su juventud, han tenido ya luchas titánicas con el mar. Pedro recuerda el último rescate “complicado” que se produjo este verano donde se vieron implicados un suizo de 45 años y su hija de 10, que cometieron la imprudencia de bañarse con bandera roja y después de ser advertidos del riesgo que corrían. “La situación era adversa, con olas grandes y corriente muy fuerte nordeste-sureste; el hombre tuvo síntomas de ahogamiento, pero la complicación fue con la niña, que no sufrió ningún percance, pero el rescate fue duro para el socorrista, Hermes Rodríguez, porque estuvo unos 20 minutos a unos 150 metros de tierra con la pequeña, a la que finalmente pudo sacar”, relata Pedro, que presenció el rescate y a quien le sorprendió “cómo mantuvo serena a la niña en todo momento en el mar, con grandes olas; yo diría que la pequeña estaba hasta gozando sobre la tabla en la que colocó Hermes, porque sonreía en una situación muy crítica”.

La playa de Nogales solo cuenta con socorristas tres meses al año, pero, en opinión de Pedro Bonilla, “debería tenerlos los 365 días por su peligrosidad”.

Esta profesión, reconoce Bonilla, “es muy gratificante; ese día en Nogales, después de sacar al padre y a la niña, ayudados por los bomberos, los socorristas, y yo mismo, nos sentíamos satisfechos, logramos resolver la situación con éxito, y salvar la vida de alguien es lo más grande que te puede suceder”. “Cuando un socorrista se lanza al mar en un rescate, no piensa en su vida, y eso es lo grandioso de estos profesionales, me emociono diciendo esto (los ojos se le inundan de lágrimas); es impresionante”, afirma. “Veo a estos socorristas jóvenes, formados casi todos por mí, y me siento muy orgulloso”, admite.

Bonilla considera que “hay que trabajar mucho el tema de la prevención, porque eso evita, quizás, el que te tengas que lanzar al agua a quitar a alguien; este año los chicos que hay en Nogales han superado con creces mis expectativas en todo: en limpieza, en saber estar, don de gente, profesionalidad, trato con personas de todas las edades…”, enumera con orgullo.

Para este experto en socorrismo, las zonas de baño de La Palma, en general, “no son peligrosas, pero sí tenemos que tener mucho respeto, en cualquier playa”. Nogales, por ejemplo, señala, “es una playa abierta” en la que hay que ser muy prudentes a la hora del baño. La peligrosidad, radica, según ha precisado Bonilla, “en las corrientes subacuáticas, las invisibles, las que no se ven y nos arrastran, aunque a los socorristas les enseñamos a reconocerlas todas, las subacuáticas y las acuáticas”.

Este monitor nacional de natación e instructor de socorrismo acuático da algunas recomendaciones sobre cómo actuar ante corrientes marinas. “Si nos vemos sorprendidos dentro de ese brazo, luchar en contra es imposible -nadadores de alto nivel se han ahogado- y si nadamos contracorriente, por muy alto nivel de natación que tengas, no vamos a resistir más de un minuto, porque te provoca un desgaste enorme”. “El consejo es dejarte llevar por la corriente y de una forma diagonal intentar salir de ella, pero no en perpendicular ni hacia un lado, tenemos que dejarnos ir mar adentro y salir en diagonal cuando podamos; por supuesto, hay que mantener la calma”.

La Asociación Española de Socorrismo también imparte formación psicológica a sus miembros. “Hay que estar preparado para hacer frente a cualquier circunstancia: un rescatador que se vaya al mar a hacer un rescate y se encuentre con la víctima en pasiva, a punto de ahogarse, sin conocimiento, boca abajo, y al darle la vuelta ve que es su hermano, en ese momento no te puede dar nada, ni un fatiga, ni un acelerón; tienes que saber sobreponerse a la situación, porque allí no tienes ayuda, eres tú solo y lo único que debes hacer es nadar para tierra”, explica Bonilla, quien todavía no se ha encontrado con la situación de que un socorrista se haya tenido que ‘rendir’ en un rescate. No obstante, precisa, “se puede dar el caso, porque si alguien está en peligro en el mar en condiciones muy adversas y el rescatador es consciente de que no puede entrar sin correr riesgo, debe tener claro que en vez de una víctima puede haber dos, pero el protocolo es avisar y mantenernos en la zona para marcar y servir de punto de referencia cuando venga el helicóptero o salvamento marítimo”. “Los socorristas, sin embargo, no se lo suelen pensar mucho, y yo me esfuerzo en los cursos en dejar claro que se lo tienen que pensar antes de lanzarse”, indica.

A juicio Bonilla, la información en las zonas de baño de La Palma, en general, es buena, pero siempre se puede mejorar“. ”Evitar que una sola persona se nos ahogue, bien vale la pena mantener un servicio de socorrismo todo el año, y veinte también, solo por salvar una vida“.

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