“A Europa hay que decirle que no somos agentes del mercado sino ciudadanos con derechos”

En la imagen, Elvira Méndez en los balcones de la Avenida Marítima. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Disponía de unas semanas para dedicarlas a la investigación y decidió viajar desde una isla localizada en el extremo noroeste de Europa hasta Santa Cruz de La Palma para centrarse en su trabajo. Elvira Méndez Pinedo (Madrid, 1966) es catedrática de Derecho Europeo de la Universidad de Islandia, donde reside desde el 2001, prestigiosa investigadora y experta en las crisis económicas y financieras de Islandia y España, que están llevado a muchos ciudadanos a la exclusión social. Este jueves ha impartido una conferencia en el Colegio de Abogados de la capital palmera en la que ha abordado la precariedad de los deudores hipotecarios desde una perspectiva del Derecho Europeo. Sostiene que el sistema jurídico español es “manifiestamente injusto” con los consumidores que “de buena fe” se han endeudado y propone que se busque una solución consensuada a ese problema. Las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, subraya, es un buen momento “para decir que ahora la prioridad van a ser las personas”.

-Usted asegura que a la crisis financiera que se inició en Europa a finales del 2008, le sigue una crisis económica, política y social profunda que marcará la generación de principios del siglo XXI.

-La crisis financiera es como una gran depresión, y para toda nuestra generación, tanto pensionistas como personas de clase media de entre 30-50 años que tenemos cargas familiares y obligaciones financieras, este cambio de circunstancias es demoledor. En Islandia no se pierde tanto el trabajo, lo que pasa es que los préstamos están indexados, tanto la inflación como las divisas extranjeras, y a la gente se le duplica la deuda de la noche a la mañana, o progresivamente. En cambio, la situación es distinta en España; baja el euribor, y no es que se duplique la deuda, que se mantiene, lo que se pierde es la oportunidad de generar ingresos con el empleo porque hay una crisis económica brutal. A la generación de los 20 a los 30 años -muy, muy bien formada- se le priva de repente de un futuro de oportunidades laborales porque el modelo de desarrollo económico que se ha seguido en España, basado en la construcción, en el turismo, etc., no ha diversificado otros factores, y eso lo conocéis bien aquí en Canarias. Así se condena a una generación prácticamente a la precariedad o al exilio. Y a los que tienen de 0 a 20 años les estamos condenando a una deuda soberana, un déficit público brutal. Le vamos a dejar una factura que les hipoteca el futuro. Esta situación es insostenible a largo plazo y hay que remediarla.

-¿Cuál es el origen de esa crisis financiera?

-Hay varios factores que influyen, pero el fundamental es la desregulación del sector financiero que se hizo hace un par de décadas. También la separación entre la banca comercial y la banca de inversiones, de tal manera que los depósitos, los ahorros de los clientes, que deberían estar garantizados, se utilizan para crear una base piramidal con la que se hacen inversiones mucho más arriesgadas. En España, estos depósitos se utilizan para crear una burbuja crediticia y una burbuja inmobiliaria sobre una base muy endeble. Cuando en 2008 se declara la quiebra de Leman Bhothers, los inversores a nivel mundial deciden cortar el crédito, retirar de repente el capital dejando a los bancos sin liquidez, en una situación de números rojos. Eso sucede en Islandia en unas semanas, y en España más lentamente. Después llega la recapitalización con el rescate bancario que se le otorga a España en 2012, y la verdad es que España ha aguantado. Ningún gobierno lo hace perfectamente, pero Rajoy, en este sentido, lo está haciendo bien resistiendo el rescate, porque lo que quieren los bancos y los acreedores es endosar toda esa deuda al Estado, convertir deuda privada en deuda pública, y que la paguen los contribuyentes. En España no se ha tenido que recapitalizar a todo el sector financiero, como sí ocurrió en Islandia.

-Y tras la crisis financiera ha llegado una nueva forma de precariedad: los deudores hipotecarios.

-Esta crisis financiera rápidamente se convierte en crisis económica, puesto que el sistema financiero es como la sangre que riega el sistema económico. Los bancos no tienen liquidez, no pueden prestar, pero el Banco Central Europeo (BCE) provee una especie de 'barra libre' de dinero al 0% que obtienen los bancos y compran deuda, que es la condición, porque el BCE no puede hacerlo al prohibírselo el Tratado de la Unión Europea. Lo hacen indirectamente: yo te presto a ti para que tú compres deuda soberana, y así la banca rescata al Estado, pero esto es un abrazo mortal entre el Estado y la banca, porque se quedan unidos en el mismo destino. Y en esta crisis económica brutal, tanto en Islandia como en España, los consumidores, los hogares y las familias sufren un cambio de circunstancias externas demoledoras. Los parámetros sobre los que te basas para tus ingresos, tu contabilidad o tus obligaciones financieras, de repente, se te desmoronan: si tienes dos sueldos te quedas con uno, las prestaciones se van agotando... Cuando hay un problema de liquidez, solo existen dos soluciones: o incrementas los ingresos o rebajas los gastos, y la deuda no se puede rebajar porque son hipotecas, y si pierdes la capacidad de generar ingresos te quedas entrampado.

-¿Las entidades bancarias se han aprovechado del 'analfabetismo financiero' de los ciudadanos?

-Aquí hay dos perspectivas, pero el 'analfabetismo financiero' es un hecho: la gran mayoría de las personas no sabe calcular un tipo de interés. Si preguntas a los consumidores, el 80% te dirá que se han aprovechado de ellos, porque eran ignorantes y no leyeron la letra pequeña. Si preguntas a las entidades financieras, reconocen que ha habido abusos como las preferentes o las cláusulas suelo, que son atropellos innegables y que ahora se están condenando en los tribunales, pero esto va más allá de un profesional y un individuo que firman un crédito: es todo un modelo de economía basado en el acceso al crédito, que sustituye este crédito por el Estado, que se va retirando de la vida económica y va confiando en el crédito para que sus ciudadanos tengan acceso a la educación, a la vivienda, a la salud o a las pensiones (en los países liberales y en los países nórdicos este sistema está avanzadísimo). Pero esto es muy peligroso porque al ciudadano no se le da otra opción para acceder a una vida en sociedad que endeudarse. Considero que para los créditos hipotecarios de 25 o 30 años, sería conveniente plantearse un sistema de seguros que cubra la falta de ingresos, muerte de un cónyuge, divorcio etc. Puede ser una solución, pero lo que no puede hacer el legislador, y el Gobierno, es retirarse de las circunstancias de los particulares y empujar a la gente a que se endeude durante 25 o 30 años con un régimen jurídico como el que tenemos vigente, porque si sufren cualquier circunstancia externa, no les da ni siquiera un tiempo para adaptarse, ya que a los tres impagos el banco o la entidad financiera puede empezar el procedimiento de ejecución de la deuda. Este derecho está pensado y diseñado para el caso de un deudor que estratégicamente o de mala fe no paga, pero no para una gran depresión en la que el deudor de buena fe quiere pagar, quiere cumplir, pero no puede porque las circunstancias externas económicas le empujan al impago.

-¿Entonces el ordenamiento jurídico comunitario actual no es suficiente para proteger a estas personas sobreendeudadas de la exclusión social?

-Los juristas españoles confiaban -yo también- en que el Derecho Europeo pudiera solucionar, no todos, pero sí muchos de los problemas del ordenamiento jurídico nacional, pero el Derecho Europeo también es decepcionante en este sentido, porque no ha tocado este tema hasta el 2014, hasta la reciente directiva del crédito hipotecario. Todo este asunto está sin armonizar, y se refleja en la reciente sentencia Barclays, en la que una pareja, el caso más típico ejemplarizante, pierde la vivienda y se queda con una deuda de por vida, con una muerte civil porque no van a levantar cabeza, están en un registro de morosos y no tienen una segunda oportunidad. Este caso va a Luxemburgo, y a pesar de la buena voluntad del juez europeo que durante años ha ayudado todo lo que ha podido a los deudores españoles, viene a decir: 'es que nosotros no podemos hacer milagros, la ley española es injusta'. Este es un problema europeo, no español. Yo soy muy crítica en este tema y me gustaría ver un Derecho Europeo muchísimo más avanzado y que diera solución a todos estos problemas. También estoy decepcionada con el Derecho Europeo porque está en juego la estabilidad del sistema financiero. No promulgo la cultura del impago ni el crédito irresponsable, lo que pido que tanto el legislador nacional como europeo contemplen lo que ya instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el G20, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Autoridad Bancaria Europea o el BCE, están recomendando: una quita, una reestructuración, una reorganización de la deuda y una cancelación parcial para aquellos casos que son perdidos, de gente insolvente con riesgo de exclusión social. Hay que encontrar una solución para estas personas.

-¿Quiere decir que es despiadado el capitalismo financiero?

-Por supuesto. Hay películas que recomiendo, por ejemplo 'El capital', de Costa-Gavras, que es buenísima. Los números no tienen ideología, y cuando uno solo persigue el dinero por el dinero pierde todo el norte.

-¿Cómo ve el futuro de la sociedad europea si no atiende a quienes han quedado atrapados por sus hipotecas?

-Nos espera una década a la japonesa. El economista Antón Costas, que viene del campo de la ingeniería, lo explicó muy bien en una conferencia: la economía es un avión con tres motores; un motor principal, el que asegura más o menos el 80% del desarrollo económico, que es el sector privado; y dos motores auxiliares, el sector público y la exportación. Lo que está pasando ahora es que el sector privado está endeudado hasta arriba y no puede tirar del consumo, del motor económico; al mismo tiempo, el motor del sector público se ha frenado y se está reestructurando, y lo que queda es un motor pequeñito de exportaciones que se intenta compensar, pero este avión así no va volar. Con independencia de motivos morales, éticos o de Derecho, en una circunstancia de gran depresión y recepción hay que encontrar una solución para reequilibrar el equilibrio entre las partes. Para este tipo de situaciones habrá que encontrar una solución legislativa, judicial, y un consenso social: a quiénes hay que ayudar, cómo y cuándo. Creo que ese consenso existe en proteger a deudores de buena fe, que no se endeudaron sobre un riesgo desmesurado, que han perdido el trabajo, que quieren cumplir con sus obligaciones financieras; no hablamos de impagos estratégicos de deudores que pasan, sino de personas que han perdido su vivienda habitual y están en riesgo de exclusión social.

-¿La Unión Europea se ha preocupado más de proteger los intereses financieros que los de los ciudadanos? ¿Considera que han dominado las ideas neoliberales?

-Sí, sí. Y si uno sigue la trayectoria de la última directiva de crédito hipotecario, se puede ver cómo se va dulcificando y como se va suavizando, a favor siempre de la banca y en detrimento de los consumidores.

-¿Cómo se puede impedir que los mercados se impongan a la soberanía de los gobiernos?

-Pues reformando el sistema monetario y financiero, lo cual es difícil. El problema es que la creación del dinero deuda que ya tenemos ha secuestrado a nuestra clase política, a nuestras instituciones. No es que haya una corrupción, que puede o no haberla, es que hasta el Estado ha perdido su poder soberano frente al sector bancario, porque ya no puede crear moneda. Hay economistas que proponen, y no es una locura, crear un sistema mixto, público y privado, donde el dinero se crea por la banca, con interés, pero donde el Estado también puede crear un dinero libre, sin interés, para financiar salud, educación, prestaciones sociales etc. Es absurdo que el Estado ahora no pueda crear dinero, y el año pasado el 25% de su presupuesto se fue al pago del interés de la deuda. Ya no es que un partido político, un señor, una agrupación, reciban pagos de corrupción, es que el sistema en sí ha permitido que toda la economía, que toda la sociedad se subordine al poder financiero. Hay que quitarle este poder al sector financiero.

-¿Cree que el Estado dejará definitivamente de ser garante en materia de educación, salud, vivienda, pensiones y prestaciones sociales?

-Espero que no. Ahora se celebran elecciones en Europa, y es muy importante que los europeos les digamos a los políticos que queremos mantener el sistema de la socialdemocracia, que funciona desde hace 50 años. Esta red de seguridad que tenemos en Europa, que es la envidia del mundo -de Sudamérica, de Asia- donde tenemos educación universal, salud, una pensión de incapacidad, de vejez et., hay que mantenerla cueste lo que cueste.

-Islandia ha sido el único país europeo donde la sociedad civil se ha organizado y ha actuado contra aquellos que han causado la crisis. ¿Por qué en España, con la situación actual, no se ha logrado esa movilización ciudadana?

-Sí que se han movilizado en España, lo que pasa es que, de momento, esos movimientos sociales no han cristalizado; han empezado a cristalizar ahora en las elecciones europeas con la aparición de nuevas formaciones políticas. Debemos esperar a ver qué pasa en estos comicios, porque hay nuevos partidos. El 15M ha tardado tiempo en organizarse y cristalizar, pero sí que hay un movimiento de resistencia y de oposición. Salir a la calle a manifestarse está muy bien para liberar el estrés y para enviar una señal política, pero, junto a eso, hay que utilizar el voto, y el trabajo, porque las cosas no suceden porque sí. Cuando uno vaya a votar tiene que pensar muy bien qué tipo de Europa, de modelo, va a construir. Está claro que uno es de ideología neoliberal, con la receta del austericidio, y lo otro puede ser una alternativa.

-¿Cómo ve el futuro de España?

-A largo plazo, bien. Estoy hablando de una generación, de 10-15 años, porque tenemos unos recursos fantásticos de capital humano, de sol, de tierra, de cultura, de patrimonio, de empresas... No hay que ser negativos. En muchas cosas llevamos muchos años haciéndolo muy bien. Aquí a veces no apreciamos lo que tenemos, pero es muy importante que exijamos a los políticos que representen a esta mayoría y al bien común, que dejen los partidos políticos de representar los intereses de sí mismos. Y esto hay que exigirlo, porque de forma automática no va a suceder.

-Defiende la máxima islandesa que reza 'con el derecho se construye el país, con la injusticia se destruye' ¿La Unión Europea está siendo injusta con los débiles?

-Yo creo en la integración europea, en este proceso de construcción que ha proporcionado durante los últimos 50 años unos derechos maravillosos a los particulares, derechos de los que hoy todos disfrutamos. Lo que no creo es en la ideología que ha capturado a algunas instituciones de la Unión Europea, léase el Consejo, donde están representados gobiernos, que son mayoría, de derechas o que adoptan esta posición neoliberal, y la Comisión Europea, porque el objetivo fundamental de la Comisión de Barroso ha sido el mercado, el mercado y el mercado, y el consumidor deja de ser digno de protección 'per se' como vulnerable para convertirse en un agente racional del mercado. Nosotros no somos agentes del mercado, somos ciudadanos con derechos. El Parlamento Europeo hace una labor fantástica y supercrítica intentando compensar esta posición neoliberal, pero lo que ocurre es que todas estas opciones no son mayoría. La crítica que se hace a esta ideología es brutal; sin embargo, a la hora del voto, no ganan. El Tribunal de Justicia también desarrolla un gran trabajo al hacer una labor interpretativa del Derecho que ayude lo máximo a los particulares, pero los tribunales en Europa tampoco pueden crear Derecho sobre la nada, no pueden ir contra la Ley. Ese es su límite. Entonces, digamos que la gobernanza de la Unión Europea ha desilusionado a los ciudadanos. Las encuestas de popularidad de la UE van en picado en los últimos cinco años, pero no podemos volvernos euroescépticos y odiar a la Unión Europea. Lo que hay que hacer es volver a tomar este timón y decir 'no', ahora la prioridad van a ser las personas. Se dice que hay que inyectar liquidez al sistema financiero y económico, pero yo me pregunto por qué se inyecta esa liquidez del lado de los bancos que son los que han creado la crisis bancaria, por qué no se inyecta del lado de la familia, o de las pequeñas empresas. Hay que retomar el timón y este domingo mandar un mensaje bien contundente diciendo que esta política no la queremos. Sobre todo desde el sur de Europa tiene que venir un mensaje muy claro.

Etiquetas
stats