“Las playas de la Isla necesitan socorristas y hay que destinar dinero a salvar vidas”

Manuel Jiménez es un experimentado rescatador e intructor de salvamento. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Está curtido en rescates por tierra, mar y aire, y ha visto estrellarse ante sus ojos a un helicóptero en el que viajaban compañeros de profesión. “Son circunstancias que te marcan”, ha reconocido a LA PALMA AHORA el tinerfeño Manuel Jiménez, un experimentado técnico de helicópteros de salvamento, instructor y presidente de la Asociación Española de Socorristas desde el año 2002, que se ha desplazado a la Isla para impartir un curso sobre Salvamento y Socorrismo en el Medio Agreste. “Diariamente ponemos en riesgo nuestras vidas para salvar a los demás y tienes que tener, además, valor humano, porque el rescatador, fuera de su horario laboral, está obligado a mantener una preparación continua; estamos involucrados tanto en la parte sanitaria como de rescate”, subraya. “Yo, con 44 años, tengo que seguir en forma me guste o no, y viajo a la Península continuamente a realizar cursos de salvamento, servicio aéreo de rescate, búsqueda, supervivencia…”.

Manuel Jiménez, rescatador del helicóptero de salvamento marítimo Helimer, ha tenido que descender en infinidad de ocasiones desde la aeronave e, incluso, tirarse al vacío para salvar una vida. “En los momentos del rescate no pienso, actúo, como si fuera un médico en urgencias; la parte emocional viene después, por eso siempre prefiero rescatar y dejar a la víctima en el lugar que deba, pero no quiero saber nada más de ella, porque, de lo contrario, me involucro emocionalmente”, reconoce. “Los peores rescates me han tocado la fibra emocional”, añade, y pone como ejemplo la experiencia que vivió hace unos años en La Palma. “Hacía dos días que estaba destinado en la Isla y tuvimos que ir a rescatar a un chico que se había precipitado por el puente de Los Sauces, cuando estaba en construcción, y había caído al barranco; tuve que saltar al vacío desde el helicóptero, porque no pude bajar con cables, para poder acceder al lugar en el que se encontraba y socorrerlo, puesto que todavía tenía constantes vitales”, explica. “Lamentablemente, falleció porque tenía politraumatismos importantes, y me queda el recuerdo de ver llegar a su mujer cuando ya metíamos a su marido en la caja; esas circunstancias son las que me marcan, y digo: ¡Qué pena, aquí se acabó todo!”.

En su trayectoria profesional, Manuel Jiménez ha vivido la dramática experiencia de ver morir a compañeros de profesión. “Estuve en un rescate de una guagua en Gran Canaria que cayó por un precipicio, allí y presencié cómo el helicóptero que salió a llevar a las dos primeras víctimas se estrelló y mis compañeros se mataron delante de mis ojos; estos momentos te marcan para siempre”, asegura.

El curso de Salvamento y Socorrismo en el Medio Agreste que está impartiendo en La Palma Manuel Jiménez está organizado por la Asociación Española de Socorristas y homologado por la Escuela de Servicios Sanitarios y Sociales de Canarias del Gobierno regional. La acción formativa, que cuenta con la colaboración del Cabildo, está dirigida a la población en general y particularmente a los guías de senderismo. Se enseñan primeros auxilios, supervivencia, orientación o control de estrés. “Como siempre estamos buscando a gente que se pierde en la Isla por falta de conocimiento del medio y de técnicas de orientación, enseñamos a sobrevivir en una situación de emergencia”, señala. “Todo senderista tiene que tener un plan de actuación, porque las imprudencias, en un 90% de los casos, derivan en un rescate al no conocer la zona, carecer de mapas o no avisar qué ruta va a realizar”. “Simplemente con comunicar el lugar por el cual se va a realizar la ruta, los equipos de salvamento ya pueden ir planificando un sistema de búsqueda”, dice. Junto a Jiménez, participan en esta acción formativa Pedro Bonilla, monitor nacional de natación, instructor de socorrismo acuático y delegado insular de la Asociación Española de Socorrismo; el biólogo Adal Díaz Reyes, del departamento de Medio Ambiente de esta asociación, y el psicólogo Domingo Santana.

En Canarias, los helicópteros de rescate del Gobierno de Canarias “son polivalentes –hacen rescates marítimos, terrestres y urbanos- porque en las Islas hay una peculiaridad y es que tenemos de todo: buenas costas donde se practica windsurf o surf, zonas para descenso de barrancos y senderismo, y también alta montaña, para la que no estamos preparados”, destaca Jiménez. “Las personas que nos visitan y que no conocen la orografía ni la climatología del Archipiélago pueden sufrir algún percance”, apunta.

Jiménez ha rescatado en el mar a muchísimas personas con síntomas de ahogamiento o ya fallecidas, y le sorprende “la falta de concienciación de las autoridades sobre el valor de la vida humana”. Las playas de La Palma, afirma con rotundidad, “no tienen suficientes socorristas; no se puede gastar dinero en infraestructuras en la costa para hacerla bonita y accesible y luego no invertir en servicios de salvamento marítimo”, se queja. “Tampoco se puede hacer una labor preventiva durante los meses de verano y dejar las playas sin servicio de salvamento en invierno”. “Hay que destinar dinero a salvar vidas”, recalca, porque, agrega, “los bañistas se ahogan, sufren fracturas o infartos y hay playas alejadas de núcleos de población que no tienen ni un desfibrilador para mantener con vida a una persona hasta que llegue una ambulancia”. Pone como ejemplo, “sin ánimo de ofender”, la playa de Nogales de Puntallana. “No hay un desfibrilador y cuando la ambulancia llegue se va a encontrar con un cadáver”.

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