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Manuela Carmena se ‘estrenó’ como jueza en La Palma

El primer destino de Manuela Carmen fue el juzgado de Santa Cruz de La Palma. Foto: MARTA JARA (eldiario.es)

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

La alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, tiene un pasado palmero. A finales de los años sesenta, en plena clandestinidad, puso en marcha el primer despacho de abogados laboralista de España, ligado al Partido Comunista y a Comisiones Obreras, que en 1977 sufrió el conocido como ‘atentado de Atocha’, en el que murieron cuatro abogados y un sindicalista, y en el que la propia Carmena estuvo a punto también de fallecer. “Yo tenía que haber estado allí, después se comprobó que cuando yo salía del despacho los asesinos ya estaban arriba”, recordaba a la Cadena Ser en enero de 2012. “Éramos muy hippies, en lugar de mesas teníamos tableros y no había cajones”, añadía.

Manuela Carmen era la titular del despacho laboralista de Atocha, y después del atentado, se distanció del Partido Comunista y opositó a juez. Su primer destino, en 1981, fue los juzgados de Santa Cruz de La Palma. Tenía 36 años.

La periodista Malén Aznárez en una entrevista en el diario El País en 1982 comenta a Carmena: “Debe de ser divertido eso de pasar, en poco tiempo, de correr de los guardias a que se le cuadren”. Ella responde: “[…] Yo recuerdo en La Palma, un día que estaba en casa haciendo la comida, con calcetines, unos zuecos y un delantal a cuadros, una pinta absolutamente innoble para una autoridad, y llegó un guardia civil para darme un parte, y yo veía que el guardia civil, que se había cuadrado al saludar, se le caía la mano, que había un peso de gravedad desde la sien hasta el suelo, que le resultaba absolutamente difícil mantenerse cuadrado ante ‘aquello’. En estos momentos sí que ves que son los sectores más conservadores. En algún sector de jueces, por ejemplo, no les habrá gustado mucho mi llegada. En la Audiencia de Tenerife había cierta expectación cuando iba ‘la comunista de La Palma’, pero conmigo han procurado estar encantadores”.

Malén Aznárez recuerda que un oficial de Marina llegó a pedir a ‘su señoría’ que se fotografiara con él, porque nunca había visto una juez. Y Carmena cuenta: “Es que allí, en La Palma, cuando van los barcos de guerra, hacen una recepción con las autoridades. Son recepciones donde las esposas están en un rincón, en otro las autoridades y en el centro las jovencitas casaderas, con los tenientes y solteros del barco, llenas de risitas. Entonces llegué yo y me preguntaron que dónde estaba mi marido, el señor juez, y cuando contesté: ‘No, el juez soy yo’, pues vi que se quedaban atónitos, que no sabían qué hacer”.

En la entrevista, la periodista de El País le dice: “Creo que su llegada a La Palma produjo una auténtica revolución en los juzgados. Las mujeres prácticamente hacían cola para hablar con ‘la juez’”. Carmena relata: “Este tipo de mujer sencilla, de entrada, al ver una mujer se sentía mejor y te empezaba a contar tu vida. Y salía todo lo que es una vivencia matrimonial, esas terribles historias de amor y desamor que pasan todos los matrimonios litigiosos, se creaba una situación de muchísima más confianza, que no podía surgir con un hombre”.

La magistrada Manuela Carmena obtuvo en 1986 el Premio Nacional de Derechos Humanos, concedido por la Asociación Pro Derechos Humanos (APDH), por “su defensa de los derechos socioeconómicos y su permanente intento de acercar la justicia al justiciable”. Es autora de dos libros: ‘Crónica de un desorden. Notas para reinventar la Justicia’ (1997) y ‘Por qué las cosas pueden ser diferentes. Reflexiones de una juez’ (2014).

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