El sumiller Josep Roca elogia un vino de las bodegas Matías i Torres de Fuencaliente

En la imagen, el prestigioso sumiller Josep Roca. Foto: EFE

La Palma Ahora

Fuencaliente —

El prestigioso sumiller Josep Roca, copropietario de El Celler de Can Roca, en Gerona, uno de los restaurantes más influyentes del mundo, publicó el pasado 5 de septiembre un artículo en el periódico La Vanguardia, bajo el título 'Evocación del infinito en La Palma', en el que alaba el vino malvasía aromática naturalmente dulce de Matías i Torres que se elabora en Fuencaliente, según informa el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Vinos de La Palma, cuyos responsables felicitan a la bodega por este reconocimiento.

A continuación reproducimos el artículo de Josep Roca en La Vanguardia:

'Evocación del infinito en La Palma'

Un vino naturalmente dulce, de contemplación, de sorbo lento, hechicero, nocturno, para mirar el cielo y seguir a Neruda cuando, inspirándose en los cielos de Chile, recitaba: “La noche está estrellada y tiritan azules, los astros a lo lejos...”. Victoria T. participa del legado de ser quinta generación transitando por una isla bonita, hechicera. La Palma es uno de los mejores lugares del mundo para observar las estrellas. Cuentan que en La Palma, el cielo es sagrado, protegido, como su viñedo. Victoria mantiene el laboreo tradicional: plantas sin injertar, secano estricto, viñedos de 50 a 70 años, mantenimiento de las uvas locales albillo criollo, negramoll, las machuqueras-listán blanco, diego y la original malvasía aromática palmera que prensa y macera en pino-tea canario. Artesanía ancestral. Las viñas viven en Los Llanos Negros, entre un mar de agua y un mar de nubes, en las inmediaciones del monumento natural de los Volcanes de Teneguía. Se sitúan sobre lecho de lapilli, marginales, en conducción arrastrada, y algunas son centenarias. Con el clima tropical cálido, mediterráneo seco, su vendimia es tardía; su elaboración, sin paradas forzadas, sin levaduras, sin correcciones, para que fluya un vino entre generaciones, lentamente. Flores marchitas, frutas pasas, miel de palma, confitura de cítricos y sabores evocadores de plátano flambeado al ron isleño. Quizás si Neruda hubiera conocido La Palma, con una copa en mano de esta malvasía palmera admirando el cielo, sabríamos cómo es el infinito.

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