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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

La madre de la universitaria palmera asesinada en Gran Canaria dice que “no perdonaré nunca”

Imagen de la sesión de juicio de este martes. Foto: EFE

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

Parientes y conocidos del joven que mató a la universitaria palmera Saray González, su vecina, que le pidió que hiciera menos ruido han respaldado este miércoles la tesis de su defensa de que dedicaba casi todo su tiempo a los videojuegos, hasta el punto de que “no salía de su habitación” para seguir jugando, según han dicho varios de ellos.

“Su foco de atención era el ordenador”, tanto que, “si se le apagaba, se le apagaba la existencia”, ha asegurado en la tercera jornada del juicio en su contra la madre del acusado, que ha relatado cómo incluso una noche descubrió que “había cogido una bolsa de hielo para ponérsela encima” y evitar que el aparato se recalentara por las muchas horas de uso ininterrumpido.

En la misma línea, una amiga de su hermana que ha explicado que visitaba frecuentemente su casa y hasta dormía en ella muchas veces ha afirmado que era “un chico muy introvertido, hablaba poco, siempre estaba jugando, metido en su habitación, y apenas salía de casa”, y, como resumen, ha sentenciado: “Desde que lo conozco, siempre estaba metido en su cuarto”.

Y también un conocido de la familia que acudía a menudo a su hogar de Las Palmas de Gran Canaria y pasaba horas allí ha dicho: “Desde que yo llegaba a su casa hasta que me iba, ya de noche, no salía”.

Además, ha rememorado que en una ocasión fue al domicilio a llevar fruta porque le habían dicho que estaba el chico, Alberto M.P., y que él le recibiría pero “tocaba en el telefonillo y no le abrían”, por lo que llamó a su madre y solo después de contactar con ella, “al rato, 10 o 15 minutos después, bajó y abrió”.

El planteamiento de su abogada defensora de que es una persona “muy tímida” y adicta a los videojuegos, circunstancias que según la letrada le hicieron confundir mundo real y virtual cuando en octubre de 2015 fue a casa de una universitaria de 27 años vecina suya y la golpeó hasta morir después de que le pidiera que hiciera menos ruido, lo han secundado igualmente por compañeros de estudios suyos.

Así, dos jóvenes que estuvieron con él durante años en el colegio y que dijeron no considerarlo un amigo porque sus relaciones no fueron tan intensas abundaron en la idea de que jugar en el ordenador era casi su única afición y de que se enfadaba si perdía, como habría ocurrido, según su defensora, cuando la víctima le interrumpió para decir que le molestaba porque preparaba un examen.

Algo que le llevó a ir a casa de la chica y golpearla en la cabeza más de diez veces con una cizalla hasta causarle la muerte y a tratar luego de ocultar lo que había hecho, influido además, conforme a la tesis de su abogada, por una personalidad poco dada a la vida social.

En concordancia con la insistencia de la letrada en que su defendido apenas se relacionaba con nadie y que no era “un chico más” que salía y se divertía con gente como otros de su edad, tal y como sostuvieron varios policías que investigaron el caso en la segunda sesión del juicio, también ha querido destacar su carácter introvertido el único testigo que ha admitido ser su amigo.

Este ha sido otro joven al que Alberto M.P. entregó una mochila cerrada con un candado días después del homicidio asegurándole que contenía ropa que quería que le guardara en su casa porque estaba pensando en mudarse cerca y prefería tenerla disponible allí, aunque en realidad había ocultado dentro el arma del crimen y lo que pretendía era evitar que fuera encontrada por la policía.

Tras declararse “amigo íntimo” del encausado, aunque matizando que eso solo implicaba que salían juntos al cine o a comer a veces, pero de un modo “bastante esporádico”, ese testigo ha opinado, a preguntas de la defensa, que, pese a tener confianza con algunos otros chicos, “seguía siendo una persona introvertida con el resto de gente a la que no conocía”.

Los testimonios de los conocidos de Alberto M.P., entre ellos su padre, que ha afirmado que “era como un ratón” porque “procuraba pasar desapercibido” en clase y fuera de ella y que, “en ocasiones, le tenía que quitar el ordenador” y hasta esconderlo en casa de una tía del chico para que hiciera otras cosas, se han llevado a cabo después de que hablaran en el juicio los parientes de su víctima.

El primero ha sido el padre de la joven, que ha recalcado su carácter amable y bondadoso, que determinó que “nunca tuviera ningún problema” por enfrentarse con nadie y que “nunca dieran quejas de ella”, según ha recordado entre lágrimas.

Sus palabras han sido apoyadas por la compañera de piso de la fallecida, que fue quien la encontró ya herida de muerte al volver a la casa que compartían encima de la de su homicida y que destacó, por otra parte, que “era como muy miedosa” y rehuía los enfrentamientos.

Una característica a la que han aludido, así mismo, su madre, que la ha calificado como “la alegría de la casa, muy cariñosa”, y su hermana, que ha relatado que viajó “feliz” a Gran Canaria para poder ir a la universidad desde su isla natal de La Palma.

Ambas han subrayado, por otra parte, que la acción de Alberto M.P. “le ha destrozado la vida a mucha gente”, razón por la que la madre de la víctima ha querido aclarar: “Perdonar, que sepan que no voy a perdonar. Ni hoy, ni mañana, ni nunca”.

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