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Un medidor de contaminación fuera de servicio impide conocer el impacto completo del cierre de Gran Vía

La Gran Vía de Madrid durante el corte de tráfico en el puente de diciembre.

Raúl Rejón

El Ayuntamiento de Madrid no va a contar con los datos completos de contaminación en el entorno de la Gran Vía durante el mes de peatonalización extra de esta arteria urbana. No se sabrá con precisión cómo se comportó el aire. La estación medidora de la plaza del Carmen, situada en los aledaños de la calle, no funcionó durante 15 días por trabajos de mantenimiento. Siete de ellos correspondieron a jornadas de restricción del tráfico.

El plan especial de movilidad de la Gran Vía comenzó el 2 de diciembre de 2016. La primera fase se alargó hasta el 11 de ese mes. La estación más céntrica dejó de ofrecer datos el día 9. Con todo, Ecologistas en Acción calculó que la concentración de NO había caído un tercio respecto a otros años en esas fechas. También es cierto que diciembre de 2016 comenzó con un nivel de polución más bajo que en años anteriores. 

A partir del 9 de diciembre, el medidor de plaza del Carmen tuvo que detenerse por trabajos de mantenimiento. Una portavoz municipal ha contestado que no pudo cambiarse ya que “las revisiones técnicas están calendarizadas muchos meses antes de cualquier decisión”. Así se rompió la secuencia de mediciones en esa zona. La revisión fue rápida en comparación con otras estaciones pero duró hasta el 23 de diciembre.

Por tanto, no hay datos obtenidos durante la segunda fase de peatonalización –del 16 al 18 de diciembre– ni de los días anteriores o posteriores para compararlos. La serie se reanuda el 24 de diciembre, según los datos municipales. Y ya abarca la fase más prolongada del plan especial que llegó al 8 de enero.

En la Concejalía de Medio Ambiente se muestran tranquilos por esta eventualidad: “La de Gran Vía no es una medida tanto de anticontaminación como de remodelación del espacio público”, expresan.

La concejala de Medio Ambiente, Inés Sabanés, en un artículo en El País al comienzo del plan de Navidad reseñaba lo poco eficaz que era destinar el 80% del espacio público al vehículo privado “aunque mueve a menos del 30% de los madrileños”. Y ligaba que ese tráfico es el foco principal de contaminación. “Las consecuencias sobre toda la ciudadanía son graves y es necesario minimizar su impacto”, escribía.

Obligación de resolver la contaminación

La ciudad de Madrid está obligada a solventar su problema con la contaminación, ya que la baja calidad del aire ha provocado un expediente sancionador contra España por parte de la Comisión Europea. La clave de las emisiones contaminantes está en el transporte privado y de mercancías, como refleja el informe del Parque Circulante de Madrid y recordó la directora de Sostenibilidad y Control Ambiental, Paz Valiente, a finales de 2016 al informar sobre el protocolo de alta contaminación.

“En la Gran Vía hay menos contaminación gracias a los cortes de tráfico. Menos coches es igual a menos contaminación”, recuerda la ONG Ecologistas en Acción. E ilustra este análisis con, por ejemplo, el informe ambiental del 27 de diciembre –jornada pico de contaminación– que muestra cómo a las 20.00, en la hora de máxima concentración de dióxido de nitrógeno, había hasta 11 puntos con valores por encima de lo permitido y la plaza del Carmen se había salvado. Entonces ya habían vuelto las lecturas.

En este sentido, Medio Ambiente espera tener culminado su plan de calidad del aire para febrero de este año: “Será el que marque las medidas estructurales”, ha expresado Sabanés. Según el Gobierno local, “la Planificación Especial de Navidad no se va a evaluar desde el punto de vista del dióxido de nitrógeno”.

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