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El aire de Madrid rebasa los límites legales de polución por séptimo año consecutivo

Contaminación en Madrid. Foto: Sergio Cambelo | Flickr

Raúl Rejón

La calidad del aire de Madrid deja que desear. De hecho, los datos revelan de nuevo que la concentración de contaminantes incumple la ley. Por séptimo año consecutivo, el dióxido de nitrógeno (NO) superó el límite permitido para la protección de la salud, según la recopilación llevada a cabo por Ecologistas en Acción.

La ciudad tiene un problema con los gases que exhalan los tubos de escape de los coches: origen de las tres cuartas partes de este dióxido. El umbral máximo anual está situado en 40 microgramos por metro cúbico de aire. Y además, las estaciones no pueden superar 18 horas en todo el año con picos por encima de 200 microgramos. En Madrid, cuatro de los 24 puntos medidores estuvieron por encima de ese valor: Escuelas Aguirre, Fernández Ladreda, Ramón y Cajal y Barrio del Pilar. 

Así que aunque 2016 volvió a una senda de cierta contención en cuanto al NO (2015 fue especialmente malo) y la media de toda la red quedo justo al borde: 39 microgramos de media para los 12 meses, no se cumplió con la ley.

“Aunque se han puesto en marcha actuaciones inéditas frente a los picos de contaminación es obvio que las medidas adoptadas hasta ahora son insuficientes para garantizar el derecho”, han comentado los ecologistas.

El ozono ha venido para quedarse

Pero no todo es dióxido de nitrógeno. El ozono troposférico también ha alcanzado niveles muy elevados. En siete de las 14 estaciones que miden esta contaminación llegaron a superar más de 25 veces (el el máximo permitido) el valor límite legal –120 microgramos en periodos de ocho horas– .

Las características de este gas quedan patentes al ver qué estaciones están peor: El Pardo, Tres Olivos, Juan Carlos I, Casa de Campo, Farolillo, Ensanche de Vallecas y Barajas Pueblo. Todas alejadas de la almendra central. El ozono troposférico se produce por el efecto de la radiación solar sobre otros gases precursores como, por ejemplo, el dióxido de nitrógeno que han viajado con el viento. “El ozono troposférico ha irrumpido con fuerza en Madrid desde 2013. Ha venido para quedarse en la capital”, razona el análisis de Ecologistas en Acción. 

Este gas, un potente oxidador con consecuencias directas en la salud humana, ha experimentado un crecimiento en España y otras regiones de Europa y se está vinculando con el proceso de cambio climático al constatarse veranos más calurosos.

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