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Manuela Carmena sentencia la concejalía de Cultura: del 'omnia sunt communia' al relevo de Celia Mayer

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con la concejal Celia Mayer.

Andrés Gil

La expresión fue utilizada en el siglo XVI por Thomas Müntzer. Era el símbolo del protestantismo reformista, durante la guerra de los campesinos alemanes de 1524. También fue conocida como la revolución del hombre común. “Omnia sunt comunia!”, repetían los campesinos contra los que vallaban las tierras: lo que antes había sido común se iba convirtiendo en propiedad privada.

Esa bandera de lo común fue alzada aquel 13 de junio de 2015 cuando prometieron su cargo algunos de los concejales de Ahora Madrid, entre ellos Guillermo Zapata y Pablo Carmona. Zapata, participante del Patio Maravillas, uno de los comunes urbanos más decisivos en Madrid, fue el primer concejal de Cultura y Deportes de Carmena, pero lo dejó caer 48 horas después, el 15 de junio de 2015, por dos tuits irónicos publicados varios años antes de acceder a un cargo público. Aquel sumario veredicto de Carmena fue el primer golpe interno en el Grupo Municipal, del cual aún siempre quedarán secuelas: muchos de sus concejales entienden que fue un gran error.

Mayer, participante también del Patio Maravillas, asumió el área de Zapata, pero Carmena ha ido perdiendo la confianza en la gestión de cultura en los miembros de su grupo municipal hasta el punto de que, a partir de ahora, la asume la alcaldesa.

Carmena ha abierto y cerrado un proceso de reflexión personal tras el cual se ha quedado con Cultura sin haber pasado por una decisión colectiva del grupo municipal. Y rompe con la tesis de que las áreas de Gobierno son competencia de personas electas, y con Cultura ocurrirá que será asumido por la alcaldesa pero luego el trabajo político lo harán personas que no se ha presentado a las elecciones. Turismo, por ejemplo, que era competencia de Mayer, está previsto que caiga en manos de Luis Cueto, coordinador general de la Alcaldía y persona de máxima confianza de Carmena.

Carmena ya había asumido la concejalía de Cultura con la baja por maternidad de Mayer. Y ha decidido no soltarla. ¿Por qué? Porque, en el fondo, habla un idioma distinto a sus concejales, y tiene un criterio diferente sobre “lo culturalmente respetable” en una candidatura enraizada en el activismo; da un volantazo sobre qué Cultura ha de proyectar el Ayuntamiento; sobre qué manifestaciones culturales merecen apoyo o no; sobre qué expresiones culturales tendrán espacio o no. Todo eso pasa a las manos de Carmena y sus personas de confianza.

Y Carmena, ahora, de la misma manera en que ha decidido quedarse con Cultura, decide crear un área de Igualdad “ante la emergencia social existente”. Ese área lo ocupará Celia Mayer, quien ha afirmado sobre la solución pactada con la alcaldesa: “Vamos a poner especial hincapié en la violencia de género, en atajar la violencia, las agresiones y los asesinatos”.

Jueza Carmena

Manuela Carmena es jueza. Su trabajo durante años ha consistido en aplicar la ley, en tener la última palabra. Y entiende el cargo como servicio público. Ella ha vivido la lucha antifranquista en el PCE, y ha bebido de esa cultura de resistencia en la clandestinidad. Pero se ha forjado en la gestión como magistrada, como árbitro en el conflicto entre partes. Y se quiere postular como alcaldesa de todos, no fundamentalmente de sus votantes, lo cual le ha hecho conectar con mucha gente pero también marcar distancias con sectores de su candidatura: como cuando evitó apoyar a su equipo en la polémica de la cabalgata de Reyes de 2016; como cuando fue de las primeras en tirar piedras contra los titiriteros; como cuando prefirió colocar a una vieja amiga suya y veterana del PSOE, Francisca Sauquillo –otro cargo no electo y de confianza de Carmena–, al frente de la Comisión de Memoria Histórica en lugar de mantenerla bajo el área de Cultura.

Omnia sunt communia se inspiraba en una jaculatoria empleada por Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII: In extrema necessitate omnia sunt communia. Es decir, “en casos de extrema necesidad, todo es común”. Pero la sentencia sobre Cultura, conocida este miércoles, no ha sido común. Ha sido firmada por la magistrada y alcaldesa Manuela Carmena.

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