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Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

Desdichadas que no cagan

Gabriel Díaz

En la televisión rioplatense aparecen anuncios publicitarios dedicados al tránsito intestinal femenino. El estreñimiento por estos parajes es cosa de mujeres, nunca de hombres.

Tanto en la tele uruguaya como en la argentina, jóvenes y adultas ventilan su malestar con gestos eufemísticos, insinuando estreñimiento crónico o falta de evacuación circunstancial. A simple vista se las ve tan agraciadas, que puede ocurrir que el “ingenuo” espectador las perciba satisfechas, con posición económica relajada y emocionalmente independientes, pero se equivoca: son pobres desdichadas que no cagan.

Inevitablemente surgen las preguntas: ¿pero qué les pasa a estas mujeres? ¿Por qué se ven privadas de unos de los actos más liberadores del ser humano?

Amigos míos, quien no caga muere. Y hasta donde yo sé no hay noticia de que en mi país de origen, Uruguay, hayamos tenido que lamentar masivas defunciones femeninas a causa del estreñimiento. ¿Y bien? Pues como en otros casos, la estupidez se filtra en nuestro modus vivendi y nos acostumbramos rápidamente a ver sin chistar a estas débiles procreadoras, pegadas al detergente, dependientes del yogurt diurético y adictas a la aspirina de rápida acción.

Ignoro si la publicidad refleja lo que somos o genera tendencias, pero sí sé que tiene de inocente lo que yo de boxeador.

En países como Brasil, donde resido, ocurre exactamente lo mismo. Las presentadoras de los más famosos magazines televisivos son quienes limpian el suelo, la vajilla y la ropa. El lavabo brilla también gracias a sus labores. Sin embargo, allí sólo acuden por la acción del yogurt diurético, si nos ceñimos a lo que muestra a la publicidad que a diario ven millones de personas (en Brasil, con 200 millones de habitantes, el 95% de los hogares tiene por lo menos una tele).

He llamado a la defensa del consumidor de Río de Janeiro para reclamar por algo que considero sexista. Ésta ha sido la respuesta: “Es una cuestión de mercado y marketing, señor, no sé cómo procesar su reclamación”. Lo dicho, una cuestión de mercado…

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