Riéndole la gracia al machista

Pilar iba en el metro cuando un chico se frotó contra ella. Al apartarle, él gritó un comentario y todas las personas del vagón rieron con sus palabras
“No sólo me sentí asquerosa por la manera en la que esa persona me había tratado, sino que además me sentí realmente sola, llena de frustración”

4 de febrero de 2015 21:26h

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Yo llevaba apenas unos meses viviendo en Madrid, a donde me había mudado para comenzar mis estudios universitarios. Un día pillé el metro para ir a un espectáculo de La Fura dels Baus al aire libre, idea que debí compartir con la mitad de Madrid aproximadamente. El vagón en el que iba estaba llenísimo, y en un momento de mi viaje me percaté de que había un hombre detrás de mi que no dejaba de pegarse a mi espalda.

Tras un rato, me dí cuenta de que lo que estaba haciendo era aprovechar la situación para frotarse contra mí (que no conmigo). Intenté apartarlo de forma disimulada, puesto que ni siquiera tenía claro si ese señor me estaba agrediendo o si simplemente su cercanía a mí se debía a que el metro ese día iba hasta arriba.

En un momento dado, cuando el metro ya iba más vacío pero él seguía pegado a mi, la situación me resultó demasiado violenta y estando ya muy incómoda decidí apartarle con un empujón. Entonces, el chico gritó a todo el vagón “¿Pero qué haces?, ¿no te creerás que te estaba intentando tocar, no? Vamos, a ti ni con un palo”. Tremenda afirmación provocó las risas de todos los que estaban ahí. Entonces no sólo me sentí asquerosa por la manera en la que esa persona me había tratado, sino que además me sentí realmente sola, llena de rabia y de frustración. ¿Cómo podía estar sufriendo una agresión física delante de mucha gente y que su reacción fuese reírse con un comentario completamente estúpido?

Pilar

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