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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

La prensa europea ignora la huelga pero se inquieta por los desahucios

El sur de Europa afronta un día de protesta con manifestaciones, paros y huelgas. / Efe

Carlos Elordi

La huelga general de mañana, entendida en sentido estricto, es decir, de paralización de la actividad laboral, tendrá un impacto importante sólo en el sur del continente y particularmente en la Península Ibérica. De hecho sólo en España y en Portugal todos los sindicatos han llamado a una jornada completa de paro: también lo han hecho los griegos pero adelantando la movilización a los días 6 y 7 de noviembre para presionar, con escaso éxito, a su Parlamento a fin de que no acordara nuevos y drásticos recortes. El llamamiento en Bélgica también es general, pero sólo lo ha hecho un sindicato, el socialista FGTB. En Italia el paro será de cuatro horas, pero únicamente lo ha convocado el sindicato CGIL, el que más afiliados tiene. Los sindicatos franceses CGT, CFDT, FSU, Solidaires y UNSA no han convocado huelgas, pero sí manifestaciones en el sector público y privado “en solidaridad con los trabajadores españoles, portugueses y griegos”. También la confederación de sindicatos de Austria expresará su solidaridad con los países del sur. En Alemania, Suecia, Dinamarca y Finlandia no habrá paros ni protestas, aunque sí declaraciones de solidaridad.

Será, por tanto, una jornada de agitación que en la Europa del centro y del norte no aportará mayores novedades a la actual dinámica de confrontación con los Gobiernos y con la política de la UE, que por esos lares, además, no es en estos momentos particularmente intensa. Cabe suponer, de todos modos, que las noticias de la huelga española y portuguesa llegarán a las páginas de los periódicos de esos países. Y si ocurre lo mismo que en ocasiones anteriores, los diarios conservadores harán una lectura interesada de esas informaciones, en el sentido de que, para ellos, indicarán la difícil gobernabilidad de los países del sur, confirmada por el hecho de que sus trabajadores se niegan a aceptar los dictados de austeridad que llegan del norte.

Lo que sí es llamativo esta vez, y que cada cual saque sus conclusiones de ello, es el silencio prácticamente absoluto que existe en toda la prensa europea respecto de la convocatoria de la mañana: buena parte de los grandes diarios y, en particular, los alemanes, han destacado el éxito de la huelga general griega, pero de las otras ni se habla.

Y es que Grecia es, de nuevo, el gran asunto del momento. Porque el Parlamento griego, con los manifestantes a sus puertas, ha vuelto a aprobar un nuevo recortes de gastos –de entre 9.500 y 13.500 millones de euros, según las distintas fuentes–, y porque ni así ha conseguido que la UE acepte librar un nuevo paquete de ayudas –Atenas necesita 32.600 millones más para evitar la quiebra a corto/medio plazo–, ni tampoco a conceder un retraso de dos años en el cumplimiento de sus objetivos de reducción del déficit, algo que parecía conseguido y cuya sanción ha sido postergada ayer en Bruselas por los ministros de economía de la UE hasta el próximo día 20.

Mientras tanto, Grecia se descompone. El citado recorte presupuestario ha hecho tambalearse a la coalición de gobierno, pues el tercero de sus socios, el partido izquierdista moderado Dimar, se ha opuesto a las medidas y amenaza con dejar solos en el gabinete a Nueva Democracia (centroderecha) y a los socialistas del PASOK, cada vez más hundidos en las encuestas. El PIB griego se ha reducido en un 20% en los últimos cincos años y sigue haciéndolo a marchas forzadas. Una quinta parte de los trabajadores griegos está oficialmente en paro.

Y sin embargo, Alemania, quiere más. El informa que la tristemente famosa troika -compuesta por funcionarios de la UE, del FMI y del Banco Mundial– ha hecho llegar a la citada reunión de Bruselas lo deja bien claro. El Financial Times ha desvelado el texto y llega a las siguientes conclusiones: “Atenas tiene que encontrar la manera de recortar otros 4.000 millones de euros, los acreedores de Grecia ven muy difícil el futuro del país y la troika teme el hundimiento del Gobierno de coalición”.

Otra lectura particularmente elocuente de lo que está ocurriendo es la que ha hecho el diario griego Ekathimerini: “Angela Merkel no pensará en una solución para Grecia hasta que pasen las elecciones alemanas de septiembre de 2013. Esa solución podría ser la salida de Grecia de la eurozona o una respuesta a largo plazo para el problema de nuestra deuda. El FMI y los norteamericanos tratan de convencer a Berlín de que un abandono de Grecia del euro podría tener repercusiones impredecibles”.

Todo indica que la señora Merkel no va a permitir que eso ocurra hasta que las urnas alemanas hayan hablado y, según indican la mayoría de las encuestas, revalidado su condición de canciller: varios analistas creen además que la eventual entrada de los socialdemócratas en un futuro gobierno de coalición en Berlín no cambiaría sustancialmente la orientación de la política alemana respecto de Europa. Sea como sea, lo que los que mandan en el continente prevén para los países que están al borde del abismo es más dolor y sacrificios. Hoy el Frankfurter Allgemeine Zeitung opina incluso que las inyecciones de liquidez que el BCE está haciendo en esos países es demasiado generosa.

El principal beneficiario de esta política es España: gracias a esas inyecciones, que van a nuestros grandes bancos, el Tesoro español está logrando colocar sus emisiones de deuda pública. Los medios próximos a La Moncloa se llenan la boca proclamando el éxito que suponen esas operaciones, cuando el realidad no son más que un buen negocio para nuestra banca, que compra deuda pública a tipos de interés que cuadruplican, o más, el que ellos tienen que pagar al BCE por esos fondos.

De esas y de otras cuitas españolas se habla poco en las últimas semanas en la prensa extranjera: salvo del asunto de los desahucios, que ha merecido varios editoriales. Seguramente porque de los otro ya está todo dicho y porque no ha habido ninguna novedad que lo haya modificado. Pero lo más relevante que se desprende de que ahora se cuenta de nuestro país es que los grandes inversores, los gobiernos europeos y Bruselas no creen en Mariano Rajoy y en sus ministros. Han tratado de engañarles demasiadas veces en muy poco tiempo: la última, con las previsiones de crecimiento para 2013, que a Montoro concluía que iba ser del -0,4 % y Europa ha dicho que no va a bajar del -1,5 %.

Una frase del editorial que el Financial Times dedica hoy al problema de los desahucios lo confirma: “El Gobierno pretende tomar sólo 40.000 millones de la ayuda acordada a la banca española. Es mucho menos de lo que realmente necesita. Las crisis bancarias tienen un coste humano. El que se está pagando (por parte de los españoles desahuciados) es demasiado alto. Pero hasta que Madrid y los bancos no se enfrenten a la verdad, sólo puede crecer”.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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