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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

La ultraderecha es más que una amenaza

Carlos Elordi

Las elecciones regionales de Berlín han sido sólo el último capítulo de lo que parece un proceso imparable. Si la dinámica en curso se mantiene, Europa podría ser un territorio invivible dentro de muy pocos años. Porque, sin que hasta ahora haya saltado ninguna alarma de catástrofe, el peso electoral y político de los nacionalismos xenófobos está creciendo en todo el continente. Mientras la izquierda sigue atascada y sin ideas, la ultraderecha intolerante adquiere nueva carta de naturaleza y condiciona cada vez más la acción del centro-derecha. Es deprimente, pero la reacción más contundente contra los poderes que generaron la crisis económica y social que empezó en 2008 es la de quienes echan la culpa de todo a los emigrantes. Y nadie parece poder pararlos.

En Estados Unidos los plazos pueden ser aún más cortos. Porque Donald Trump, la versión norteamericana de esos mismos planteamientos, puede perfectamente ganar las elecciones presidenciales el próximo noviembre. Los sondeos le colocan ya empatado con Hillary Clinton y la prensa norteamericana más opuesta a él no sólo ha pasado de despreciarle a reconocer sus posibilidades, sino que empieza a entonar algo que suena a canto de derrota. El mismo país que hace ocho años dio un ejemplo al mundo eligiendo y reeligiendo a un presidente negro, eso sí por muy pocos millones de votos de diferencia, podría estar disponiéndose a propiciar una revancha sobre esa decisión, a borrar toda traza de la experiencia Obama y a lanzar al mundo un mensaje de intolerancia que seguramente merecerá no pocos aplausos en todo el planeta. Por algo Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso.

Es cierto que Hillary Clinton puede aún ganar. No lo es menos que Angela Merkel puede reponerse de sus heridas y ella misma, o su sucesor, encabezar un nuevo gobierno de coalición con los socialdemócratas tras las elecciones generales de dentro de un año. Que en Francia el moderado Alain Juppé se imponga como candidato de la derecha a Nicolás Sarkozy, cada vez más próximo a la ultraderecha, y luego bata al xenófobo y antieuropeo Front National en las presidencia de 2017, mientras los socialistas se limiten a acompañar ese viaje. Y que el verde Van der Bellen arranque finalmente la presidencia austriaca al ultra Hofer.

Pero si aún todo eso ocurre será solo una tregua. Porque el nacionalismo xenófobo seguirá presente y amenazante en toda Europa. En los países citados, en los escandinavos, en Holanda y en Dinamarca y en la antigua Europa del Este en dos de cuyos países más importantes, Polonia y Hungría, está ya en el poder. Y sin que la Unión Europea, cada vez más débil e impotente, vaya a servir para truncar esa dinámica. Es poco consuelo el que España, Italia y Portugal no participen de la misma porque su situación de partida es distinta y bastante tienen con sus dramas sociales internos. Porque si lo peor termina imponiéndose o consigue determinar las políticas de sus rivales de la derecha y quién sabe si también de la izquierda, también la Europa mediterránea terminará siendo influida por el viento de la intolerancia.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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