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Mazda3 Skyactiv-X, transgresor en diseño y tecnología

Nueva generación del Mazda3.

Paula Ulloa

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El adjetivo transgresor es tal vez el que mejor se adapta al nuevo Mazda3 con tecnología Skyactiv-X. Una razón que sustenta esta afirmación tiene que ver con el diseño del compacto japonés, cuyo pilar trasero “sólido” -en expresión de sus creadores- otorga un aspecto ciertamente singular y audaz a la carrocería. Otro motivo guarda relación con el hecho de que incorpora el primer motor de gasolina con encendido por compresión controlado por chispa, que teóricamente conjuga las mejores virtudes de los propulsores de gasolina y las de los diésel.

Mazda es especialista en nadar a contracorriente de la industria, y los esfuerzos e inversiones que ha dedicado a desarrollar un motor revolucionario como el Skyactiv-X así lo demuestran una vez más. El ideal perseguido equivale a la cuadratura de un círculo: ofrecer la finura y suavidad de un coche de gasolina y el consumo de uno de gasoil. Veamos si lo ha conseguido.

Durante nuestra prueba de este Mazda3, que rinde 180 caballos y en la unidad de pruebas iba asociado a una transmisión manual de seis velocidades, hemos obtenido un gasto de combustible inferior por poco a los 6 litros cada 100 kilómetros, una cifra contenida y muy cercana a los 5,8 litros/100 km de su homologación en ciclo WLTP, pero relativamente alejada de los registros de algunos diésel de potencia equivalente, que pueden rondar o superar ligeramente los 5 litros/100 km en el mismo recorrido y parecidas condiciones de uso.

En contrapartida, a bordo del modelo japonés se disfruta de un confort y refinamiento de marcha difíciles de superar, en buena parte debido a ese motor que proporciona una entrega de potencia suave, progresiva y silenciosa, muy distinta de la de los propulsores de gasolina tradicionales. De hecho, el Skyactiv-X da lo mejor de sí a revoluciones medias y bajas, como un diésel, y por lo tanto invita a un uso sosegado y carente de brusquedades.

Además, el sistema de encendido por compresión controlado por chispa (SPCCI por sus siglas en inglés) no actúa en las aceleraciones fuertes, como tampoco lo hace en los arranques en frío, así que hay que olvidarse de pisar el pedal del acelerador a fondo si queremos beneficiarnos de los bajos consumos que hace posible esta tecnología. De lo contrario, el coche pasa a funcionar como un gasolina cualquiera y gasta carburante en consecuencia.

Para mantener el consumo a raya, este modelo incorpora un sistema microhíbrido de 24 voltios que permite recuperar, en frenadas y deceleraciones, la energía necesaria para alimentar el motor eléctrico que asiste al de combustión. Gracias a esta tecnología le corresponde el distintivo ambiental Eco de la DGT, con los beneficios de diverso signo que ello conlleva.

Mazda lo tenía difícil para mejorar su compacto en un capítulo en el que ya brillaba en generaciones anteriores, el del comportamiento. Lo que ha decidido es conservar lo que ya era bueno -su aplomo y carácter predecible-, pero tratar a conductor y pasajeros con mayor delicadeza en lo que a suspensiones se refiere, y ofrecer también mayor precisión de guiado. El coche está equipado, además, con el nuevo sistema G-Vectoring Control, que ajusta la entrega del par motor para mejorar la estabilidad, sobre todo en curvas, y aumentar el confort de marcha en general.

En el habitáculo se ha optado por un ambiente despejado y carente de cualquier elemento que pueda distraer al conductor. La información más relevante a la que debe atender se agrupa en un cuadro de instrumentos de 7 pulgadas y casi enteramente analógico, así como en el head-up display (de serie en toda la gama) que se la muestra en el parabrisas, y a las funciones de navegación, sonido e infoentretenimiento se accede a través de la pantalla central de 8,8 pulgadas (en la versión probada, Zenith-X).

En las plazas traseras, los pasajeros -dos mejor que tres- disponen de espacio suficiente tanto para las piernas como para el torso. El problema en este caso no es seguramente de falta de amplitud, sino de cierta sensación de encierro debida a la alta línea de cintura del coche. En cuanto al pilar trasero sólido y a la pronunciada caída que dibuja el tramo final de la carrocería, obligan a arquear bastante el cuerpo para acceder al interior sin golpearse la cabeza con el techo. El maletero, de 358 litros, no es de los mayores del segmento, pero resulta aprovechable gracias a sus formas regulares.

El acabado Zenith-X, disponible por 26.665 euros, incorpora un extenso equipamiento de seguridad que incluye control de velocidad adaptativo, sistema de aviso y prevención de cambio involuntario de carril, control de ángulo muerto avanzado, detector de tráfico trasero, reconocimiento de señales de tráfico y detector de fatiga.

Entre los elementos de confort destacan el navegador, el freno de estacionamiento eléctrico con autohold, acceso y arranque sin llave, sensores de lluvia y luz, faros full led adaptativos, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, llantas de aleación de 18 pulgadas y equipo de sonido Bose con 12 altavoces.

Los 3.000 euros extra del paquete Safety Red instalado en la unidad que hemos podido probar añaden asientos de cuero rojo, eléctricos y con calefacción, monitor de visión de 360 grados, detector de tráfico delantero y trasero con frenada activa, asistente de tráfico de crucero y detector de fatiga del conductor asistido por cámara.

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