Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Prueba del Toyota RAV4 Hybrid: una cuestión de eficiencia

Tres cuartos trasero del Toyota RAV4.

Pedro Urteaga

Después de su última renovación, de principios de año, el Toyota RAV4 muestra un aspecto más robusto que nunca, especialmente si se lo mira de frente, y parece que se hubiera transformado de discreto y tranquilo SUV en aguerrido 4x4. La realidad podría coincidir con la apariencia a la vista de las travesuras que pudimos hacer sobre hielo con la versión de cuatro ruedas motrices (puedes leer el artículo aquí), pero lo cierto es que el modelo japonés conserva la esencia de lo que ha sido siempre, un todocamino sin especiales aptitudes camperas en su más habitual configuración 4x2, pero cargado de otras cualidades destacables.

No creemos equivocarnos en exceso al afirmar que el actual comprador de un RAV4, un coche de 4,6 metros, hace una década se habría decidido por un monovolumen mediano-grande, y que busca en él lo que este le daba: altura respecto al suelo para disfrutar de mejor visibilidad y acceso al coche, habitáculo amplio para cinco personas y gran maletero (aquí 580 litros, o 1.690 con los asientos traseros plegados). Tal vez perdería algo de eso que entonces se llamaba modularidad y ganaría varios gastos que llevan aparejados los vehículos del tipo SUV, como unos neumáticos más grandes y costosos.

Lo dicho valdría casi para muchos todocamino de cierto tamaño de los que tanto abundan actualmente, pero el cliente de este Toyota busca sobre todo su sistema de propulsión híbrido, que en este caso destaca tanto por la potencia, nada despreciable, de 218 caballos como por la eficiencia del conjunto, que nos ha permitido completar nuestro acostumbrado recorrido de pruebas con un gasto de gasolina que apenas supera los 6 litros/100 km de media, nada lejos de los 5,5 litros/100 km homologados en el ciclo WLTP.

La cifra está fuera del alcance incluso de los modelos equivalentes en tamaño y peso con los motores diésel más parcos en consumo. A diferencia de éstos, además, se reduce cuanto mayor es la utilización del coche en ciudad, donde la participación del motor eléctrico crece, y se incrementa, aunque no demasiado, si se transita durante periodos prolongados por vías rápidas. Para obtener más de 7 litros/100 km de promedio hay que forzar mucho el ritmo y someter al vehículo a constantes y fuertes aceleraciones.

En estas últimas circunstancias es donde el RAV4 exhibe tal vez su peor cara. Hablamos en términos no de respuesta, sino de comodidad, porque esas reacciones solo pueden lograrse a costa de que la transmisión automática de variador continuo eleve el régimen del motor de combustión hasta el punto de resultar molesto. En una conducción relajada y fluida, sin brusquedades, el funcionamiento del cambio pasa inadvertido, y en ciudad se antoja inmejorable por su suavidad.

El bajo consumo del SUV de Toyota solo cabe atribuirlo a la buena interacción de las partes térmica y eléctrica de su tren híbrido, que, según informaciones de la marca, hace posible que muchos de sus modelos puedan recorrer con el motor de combustión apagado buena parte de los trayectos urbanos y una proporción significativa de los de carretera. Para garantizar que esta dinámica no se altere, es importante que la batería del sistema híbrido, de 1,6 kWh de capacidad, esté siempre en un rango operativo; para recargarla se cuenta con un sistema de frenada regenerativa que recupera energía en las desaceleraciones y frenadas, por lo que conviene forzar el mecanismo dejando avanzar el vehículo por inercia siempre que sea posible.

Durante la conducción del RAV4 hemos podido observar dos facetas opuestas de su comportamiento. Se trata de un vehículo que absorbe bien los cambios de dirección y digiere las curvas sin apenas balanceo de la carrocería cuando la maniobra se realiza con suavidad. Ahora bien, si se le pide una reacción rápida (ante un obstáculo imprevisto, por ejemplo) a cierta velocidad, la zaga se descoloca bruscamente y tiende a descontrolarse sin que el ESP pueda hacer nada por remediarlo. Por otra parte, con asfalto mojado o resbaladizo en general, es frecuente sufrir pérdidas de tracción, algo que no sabemos si achacar al coche o a los neumáticos montados en la unidad de pruebas.

El RAV4 Hybrid está disponible a partir de 33.000 euros en versión Advance -la que hemos tenido oportunidad de probar-, que ofrece de serie prácticamente todo lo que un conductor normal puede demandar en estos tiempos, desde climatizador de dos zonas y pantalla central de 8 pulgadas hasta cámara de visión trasera y sensores de aparcamiento posteriores. Lo que sí puede echarse en falta es una iluminación más potente del habitáculo, un tanto mortecino cuando la luz diurna decae.

El equipamiento de seguridad, bien extenso, comprende sistema precolisión con detector de ciclistas, avisador de cambio involuntario de carril con corrección de volante, control inteligente de luces de carretera, detector de peatones en condiciones nocturnas, control de velocidad adaptativo y reconocimiento de señales de tráfico.

Etiquetas
stats