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Citroën C5 Aircross: SUV por fuera, monovolumen por dentro

Tres cuartos delantero del Citroën C5 Aircross.

Pedro Urteaga

Citroën es una de las marcas que más se especializó, en la década pasada, en vehículos monovolumen, y hoy figura entre las resistentes que aún mantienen por lo menos un modelo de este tipo (que entonces llamábamos MPV, o Multipurpose Vehicle) en su catálogo, en este caso el C4 SpaceTourer, que ha tomado el testigo del popular Picasso. La experiencia de la marca francesa se ha integrado en un ADN propio que se transmite a otros miembros de la gama por mucho que su estética sea la que imponen los tiempos, y esta es la razón por la que el nuevo C5 Aircross, a todos los efectos un SUV a la moda, sirve a la multitud de propósitos que en su día se le encomendaban a un MPV como el Picasso.

Lo que da de sí el C5 Aircross con apenas 4,5 metros de longitud, no lo consiguen algunos vehículos bastante más grandes, ni en amplitud interior ni en huecos para guardar objetos ni en capacidad de carga, que es donde se demuestra el saber hacer de un fabricante de monovolúmenes. Para hablar de las virtudes del maletero es necesario explicar antes que la segunda fila de asientos del coche puede desplazarse 15 centímetros y alberga tres plazas independientes, iguales en tamaño, abatibles y reclinables, esto último en cinco posiciones, a resultas de lo cual contamos con entre 580 y 720 litros de volumen a nuestra disposición (contando solo hasta la bandeja cubrecarga). Al abatir los asientos, uno se encuentra con 1.630 litros y 1,90 metros francos para introducir objetos largos.

Otra cualidad del maletero es, en función de las versiones, el accionamiento eléctrico del portón, que lleva aparejado un sistema de apertura gestual con el pie. En caso de prescindir de la rueda de repuesto y sustituirla por un kit de reparación de pinchazos, dispondremos de un piso del maletero que cabe colocar en dos alturas; en la más baja de las dos se habilita un significativo espacio extra de almacenamiento.

Acostumbrados a modelos en que es difícil encontrar dónde depositar el móvil, la cartera y hasta la propia llave del coche, pues la mayoría se arrancan ya mediante un botón, el C5 Aircross nos sorprende con multitud de compartimentos en los que vaciar los bolsillos. Su herencia de monovolumen es palpable, para empezar, en los generosos huecos de las puertas, en una guantera donde caben todos los documentos necesarios y en un reposabrazos delantero de gran capacidad interior, y refrigerado para más señas.

Tres asientos traseros como ya no se encuentran

En la segunda fila se dispone de longitud holgada para las piernas y de tres asientos como ya no se encuentran: iguales en tamaño, motivo por el que el quinto pasajero, siempre tan maltratado, puede viajar aquí con la misma comodidad que el resto, teniendo en cuenta además que el túnel de transmisión apenas levanta unos centímetros del suelo. Solo hay un reproche que hacer, y es que, como no sobra anchura en el habitáculo, los ocupantes de las plazas laterales van muy pegados a la puerta y pueden golpear con la cabeza en el revestimiento donde se alojan los correspondientes asideros (y con ellos mismos). Para paliar esta incomodidad puede ser de ayuda aprovechar que los respaldos pueden inclinarse e ir ligeramente más tumbado.

La versión probada incorporaba asientos delanteros Advanced Comfort con tapicería de cuero, regulación eléctrica para el conductor y funciones extra como calefacción y masaje (esta última también solo para el conductor). En general, ofrecen un mullido grueso que resulta cómodo y buen apoyo para la espalda, aunque sujetarían mejor el cuerpo con un soporte lateral más pronunciado.

De mover este híbrido entre SUV y MPV se encargaba un motor de gasolina Puretech de 1.600 cc y 181 caballos que se caracteriza por unos extraordinarios silencio y suavidad de funcionamiento. En combinación con un cambio automático de ocho velocidades que se puede accionar por medio de dos levas situadas tras el volante (y fijas, es decir, que no giran con él y que, por tanto, no perdemos en plena curva), empuja con contundencia cuando es necesario y se muestra sosegado en un uso rutinario y tranquilo.

Se puede influir, pero mínimamente, en la respuesta del coche escogiendo entre dos modos de conducción: Eco, con el que se activa la función de avance por inercia, y Sport, cuyo único efecto perceptible es que el cambio engrana las marchas con un poco más de agilidad. Haciendo uso de ambas opciones y manejando con calma, el consumo del C5 Aircross se sitúa en una media de 7,5 litros/100 km. Si exprimimos los 181 caballos disponibles, esa cifra aumenta de forma ostensible.

Como es deseo de Citroën al desarrollar todos sus automóviles, este también monta unas suspensiones blandas que comúnmente se consideran cómodas. Sus amortiguadores progresivos hidráulicos resultan, en efecto, confortables en autovía y autopista, pero se entienden peor con las carreteras de curvas y con las frenadas fuertes, donde el cabeceo de la carrocería es notable. Igualmente, al toparse con un badén o un bache reaccionan con una acusada brusquedad; eso sí, sin que el comportamiento del vehículo se vea comprometido.

Aunque el SUV de Citroën dispone únicamente de tracción a las ruedas delanteras, puede equipar el sistema Grip Control, un control de tracción avanzado que permite mejorar la respuesta en terreno irregular, pedregoso, nevado o helado. Sus discretas capacidades off road se ven muy beneficiadas además por un dispositivo de control de velocidad en descensos pronunciados y por una considerable distancia libre al suelo de 23 centímetros.

De las ayudas a la conducción embarcadas merece la pena destacarse por su buen funcionamiento la que combina el programador de velocidad activo con el sistema de mantenimiento en el carril. El coche lleva también frenada de emergencia con reconocimiento de peatones, detección de vehículos en el ángulo muerto, cambio automático entre luces largas y cortas, lector de señales de tráfico y cámaras de visión 360º.

A la venta desde 21.250 euros, el C5 Aircross cuesta 32.600 euros en la versión de pruebas, equipada con el motor de gasolina más potente de la gama, cambio automático de ocho velocidades y el acabado más lujoso de los cuatro disponibles, denominado Shine.

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