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Sobre este blog

Aprovechando la celebración del Mundial de Rusia lanzamos este blog para contar las historias más curiosas o desconocidas de los mundiales: política, literatura, algún test de conocimientos, economía y algo de fútbol.

Cuando la conciliación laboral era un problema para los futbolistas

Óscar Abou-Kassem / Paco López

Han pasado casi nueve décadas desde la primera Copa del Mundo de fútbol allá por 1930 en Uruguay. Tiempo suficiente para haber transformado por completo tanto al deporte en sí, como a todo lo que le rodea. De hecho, ese primer Mundial tuvo problemas para convencer de la viabilidad del proyecto, en especial, con las selecciones europeas: España, Italia, Austria y Hungría se niegan a disputar el torneo por el enorme coste que suponía el viaje a Uruguay y la selección francesa va obligada por el presidente de la FIFA Jules Rimet.

Aquella expedición francesa tuvo muchos problemas para hacer la convocatoria y Lucien Laurent, primer goleador de la historia de los Mundiales, es buena prueba de ello. Sólo unos pocos privilegiados percibían sueldos de sus equipos, el fútbol incluso al primer nivel era considerado una actividad para el tiempo libre. Lucien Laurent decidía partidos con el Sochaux pero vivía de su trabajo en la fábrica de Peugeot, empresa propietaria del equipo. Sus buenas actuaciones llamaron la atención del seleccionador francés que le llamó para el Mundial. La parte complicada venía después: Laurent tenía que negociar con sus superiores. La Federación francesa se comprometía a cubrirle los gastos durante el torneo pero si Laurent decidía acudir sin permiso de Peugeot perdería su trabajo. Tras una intensa negociación, Laurent y otros tres compañeros consiguieron un permiso de dos meses para acudir al Mundial aunque sin cobrar.

La realidad del primer Mundial

Era otro mundo. La selección francesa tardó 3 semanas en llegar a Uruguay en barco. “Allí no había ni charlas tácticas ni preparación de partido. Nuestro entrenamiento era correr por la cubierta”, recordaba Lucien Laurent. Una vez empezó el fútbol, sólo necesitó 19 minutos para pasar a la historia: el 13 de julio de 1930 abrió el marcador del Francia – México con una volea desde el borde del área. “Jamás imaginé la trascendencia de aquello, cuando llegué a casa apenas lo mencionaron algunos periódicos. Ahora estoy muy solicitado, ni yo esperaba que se siguiera recordando”,  bromeaba Laurent meses antes de fallecer en 2005.

Tras caer en primera ronda, Lucien y sus compañeros regresaron a su trabajo habitual en la fábrica Peugeot mientras lo compaginaban con el fútbol. Su carrera como delantero siguió progresando llegando incluso a percibir un sueldo, aunque la Segunda Guerra Mundial truncó sus mejores años: Lucien combatió en el frente contra el ejército nazi quienes le saquearon su casa llevándose los recuerdos de aquel Mundial 1930, incluida la equipación con la que anotó el famoso tanto. La fortuna para Laurent fue descubrir que el paso del tiempo trató bien a su gesta y que no necesitaría de su camiseta para ser recordado. Seguro que no se arrepintió de enfrentarse a su empresa.

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