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CRÓNICA | Niels Lan Doky deja otro concierto diez en Jazz San Javier

El trío del pianista danés Niels Lan Doky

Andrés Garrido

San Javier —

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La penúltima jornada del XXII Jazz San Javier retomaba los contrastes musicales, con una primera parte dedicada a uno de los pianistas europeos más interesantes y productivos como es el danés Niels Lan Doky y su joven trío formado por el contrabajista Tobías Dall y el baterista Niclas Bardeleben, que demostraron estar a unos niveles muy considerables para interpretar la música de este pianista del que dicen es uno de los mejores discípulos del desaparecido Bill Evans. La segunda parte sería la esperada vuelta del que fuera músico de la banda de James Brown y que más tarde, cuando abandonó la misma, creó su propia formación y continuó la estela de la música funky con la misma maestría que había demostrado durante su estancia con el Padre de este género. Nos referimos al saxofonista Maceo Parker.

Las agendas de los músicos que nos han visitado este año en San Javier han sido un tanto caprichosas ya que durante cuatro jornadas hemos tenido oportunidad de disfrutar de conciertos meramente de jazz. Pero después de ello, las sesiones de contrastes han regresado un día antes del broche de esta XXII edición. Y en su primera parte, esa agenda ha posibilitado que podamos volver a escuchar y ver a uno de los más importantes pianistas que el jazz europeo ha dado en los últimos 45 años: El buen y emocionante jazz de Niels Lan Doky. En esta su nueva visita ha venido acompañado por dos jóvenes músicos que estuvieron a su altura, como demostraron durante todo el concierto que se inició con unas palabras de salutación y la presentación de ambos por parte de Lan Doky. Su primer tema ya arrancaba con un tempo medio y alegre en una creación propia de su más reciente disco Improvisation Of Life (buena parte del concierto eran títulos de esa grabación), titulada “Forever Frank” cuya imagen sonora era como un canto a la esperanza. Y continuó con una pieza de Ballard y Garrett que llevó al éxito el también recordado Michael Jackson titulada “Man In The Mirror”, en una versión para trío que en nada desmerece la original con un Lan Doky enérgico y limpio al que es un placer escucharle ejecutar el gran cola. Y regresó a sus composiciones con “Toots Waltz”, cuyo comienzo bien podría ser la de un arpa en orquesta sinfónica, en una pieza bien ensamblada que como su propio título nos anuncia es un vals el “Vals de Toots”, al que habría que haberle añadido Thielemans en recuerdo al gran armonicista desaparecido y que, como el tiempo demostró, fue otro de los grandes músicos del género que ha dado Europa. Un tema que el público premió con sus aplausos.

Tras dirigirse de nuevo al auditorio, Niels Lan Doky continuó ofreciéndonos una selección de su amplia producción, a través de “Nature Of The Business” y “Greasy Sauce”, antes de comentar con el auditorio las nuevas piezas que iba a ejecutar. Como una preciosa balada, “Sita’s Mood”. El lirismo que desprenden las composiciones de Lan Doky es palpable en muchas de ellas aunque su repertorio no está exento de propuestas rítmicas, pero siempre encierran ese lirismo y discurso interesante, como se pudo comprobar en “Children’s Song”. Y entonces dejó sonar un medley más pausado con “December-Langt Hojt Mood Nord- Piano Interlude”, en una fusión del ayer con el presente del pianista (posee una extensa producción discográfica con más de 40 títulos publicados, además de los registrados con muchos de los nombres ilustres no sólo del jazz). Un midley que enlazó con un final explosivo en el que hubo espacio para sus dos acompañantes, Tobías Dall al contrabajo y el baterista Niclas Bardeleben (quien ya le acompañó en su anterior visita de 2011), que realizó un espléndido solo de batería tocando con las manos caja, tons y platos provocando que el público se levantara de sus asientos para aclamarle y felicitarle por tan valiosa demostración de dominio percusivo. La pieza se llama “Contemplations From A Mountain Top” con el que, como indiqué, finalizaba su concierto el trío de este pianista universal nacido en Copenhague hace 55 años. El público, como de costumbre puesto en pie y aplaudiendo al trío de Niels Lan Doky solicitó una más que, sin abandonar el escenario, interpretó ante el clamor del auditorio. “Misty Dawn”, una composición que publicó en 1999, puso el broche a un concierto para aficionados “pata negra” a esta música universal.

Como les relataba al comienzo, esta segunda parte nos iba a dejar un concierto absolutamente distinto y diferente en cuanto a tendencia. Si con Niels Lan Doky tuvimos hora y veinte minutos de verdadero placer y tranquilidad sonora, con Maceo Parker y su banda el escenario se convertiría en un púlpito desde el que este chico de 76 años (cualquiera lo diría tras verle en acción), nos iba a animar a bailar, disfrutar y soltar nuestro cuerpo y pensamiento libremente para lograr empaparnos al completo de sus vibraciones y su música. Bueno, de la suya y la de otros porque su espectáculo estuvo repleto de piezas propias salpicadas de referencias a, como no, James Brown, Stevie Wonder, George Benson o el mismísimo Ray Charles (gafas de sol oscuras incluidas). Una banda inequívocamente contundente (habría que sumar los años de todos y nos daría una cifra alta) compuesta por Greg Boyer, al trombón; Will Boulware, en los teclados; el guitarrista Bruno Speight; una mole de humanidad que maneja el bajo de cinco cuerdas como pocos llamado Rodney “Skeet” Curtis; Pete MacLean, a la batería (sus golpes de caja eran tan precisos como los que se gastaba la banda de James Brown) y la deliciosa voz de la cantante Darliene Parker, que tendría su momento de gloria para que apreciáramos su gran calidad.

El comienzo, para que nadie se despistara de qué es lo que se disponía a ver y escuchar, fue un trallazo funky titulado “Off The Hook”, que nos puso el reloj en hora. Y vaya si lo hizo, porque el foso del auditorio se llenó de inmediato, el calor apretaba lo suyo y en el borde del escenario se podían ver cantidad de vasos de plástico con cerveza, mientras un poco más hacia adentro, con letras grandes, se podía leer la palabra “Love” que presidió el espectáculo. Y la música que no cesaba. Ahora con “Make It Funky, ”Daddy’s Home“ o ”Uptown Up“ para ir tonificando los cuerpos de los que bailaban frenéticamente en ese foso. En el foso y en las gradas, porque la mayoría de espectadores estaban de pie moviéndose al ritmo que marcaba Parker y sus muchachos desde el escenario.

Toda una fiesta de luces, sonido y mucha animación que Maceo se encargaba de que no decayese ante un público que le era muy receptivo. Así que siguió la fiesta y el concierto en una relación de temas absolutamente improvisados, que iban apareciendo sobre la marcha según Maceo Parker se inspiraba en ese público cercano y ardiente, su público, que pedía más, mucho más. Una retahíla de piezas de sus diferentes discos se unían unas con otras y, en ocasiones, se escuchaban canciones enteras o fragmentos de otros artistas conocidos por nosotros como Duke Ellington (“Satin Doll”), “Love For Sale” de Cole Porter, Marvin Gaye (“Let’s Get It On”) Stevie Wonder (“Send One For Your Love”) o, cómo no recordarlo, James Brown. Fue un concierto grandioso que un chico de 76 años llamado Maceo Parker y sus muchachos, nos regalaron por espacio de dos horas con una energía envidiable (parecía como aquel anuncio de una famosa marca de pilas alcalinas, que no tenía fin).

En suma, noche preciosa con una primera parte de auténtico jazz que nos dejó uno de los pianistas más importantes que ha dado el jazz de Europa, Niels Lan Doky Trio, regalando un concierto que será difícil olvidar por su limpieza, musicalidad y excelente ejecución. Después llegaría el ciclón Parker, con toda su fiesta funk repleta de alegría y buen humor que nos devolvió a nuestras casas con energía y ánimo renovados. Y esta edición llega a su fin. Se lo contaremos.

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