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Puerto de Cartagena: Escenario (y víctima) de la historia

Barco mercante descargando contenedores en el muelle.

José Miguel Vilar-Bou

Cartagena —

Ha sido asediado por romanos, visigodos, árabes e ingleses. Lo han amenazado los piratas berberiscos y la armada genovesa. De él zarparon las naves vencedoras en Lepanto y partió Aníbal con su ejército de elefantes camino de Roma. Desde que fue fundada por los cartagineses en el 227 a.C., Cartagena, inseparable de su puerto, ha sido escenario y, a menudo, víctima de la historia. Hoy, con un glorioso -y accidentado- pasado militar, el puerto vive volcado en otro tipo de conquista: la del comercio y el turismo.

“En las dos últimas décadas, el volumen de tráfico en el Puerto de Cartagena se ha multiplicado por tres”, afirma Mari Carmen López Bernal, responsable de comunicación de la Autoridad Portuaria durante la visita de un grupo de alumnos de marketing del centro de formación Euroformac.

En 2015 pasaron por el puerto de Cartagena 32,6 millones de toneladas en mercancías, que generaron un volumen de negocio de 42,3 millones de euros, según datos de la Autoridad Portuaria.

Cartagena posee conexiones marítimas con África, Mediterráneo, norte de Europa y mar Báltico, además de América, Extremo Oriente y Oceanía.

Sólo con la crisis el puerto afrontó una disminución coyuntural de su actividad: “Durante años se importó mucho cemento, pero con el estallido de la burbuja inmobiliaria este comercio se redujo”, explica López Bernal.

Sin embargo, paradójicamente, la crisis convirtió al Puerto de Cartagena en la principal vía marítima de exportación de ganado en España: “Dado que el consumidor nacional optó por carnes más baratas, los ganaderos se encontraron con dificultades para dar salida a sus cabras, vacas y ovejas. Finalmente, hallaron una alternativa en la exportación a los países del Magreb de ganado vivo de acuerdo con la ley islámica, muy estricta en este sentido”, explica Bernal.

En sólo un año -de 2014 a 2015-, las exportaciones en barcos establo desde Cartagena crecieron un 66 %. En la actualidad, más de 500.000 cabezas de ganado salen anualmente de los muelles del puerto, principalmente al Líbano, Túnez, Argelia y Libia.

La Región de Murcia es, por otra parte, la segunda exportadora de cítricos de España. Aunque en su mayoría se distribuyen por carretera al resto de Europa, el Puerto de Cartagena es una vía fundamental de salida: “Las cámaras frigoríficas el puerto tienen capacidad para 10.000 palés”, detalla Bernal.

Un puerto codiciado

Un puerto codiciadoCartagena se halla en una bahía natural, lo que la ha convertido en plaza codiciada por muchas civilizaciones.

Originariamente, la urbe se alzaba en una península marcada por cinco colinas. Aunque con los siglos el mar interior se fue secando, este espacio delimita, todavía hoy, el casco histórico de la ciudad.

Colonos fenicios y griegos se establecieron en ese estratégico enclave, conscientes de su valiosa situación para el embarque de los minerales que extraían del suelo ibérico. Fueron los cartagineses, sin embargo, quienes, en el siglo III a.C., lo convirtieron en base de operaciones navales.

Así se inicia la turbulenta historia de Cartagena, donde el afán comercial y la guerra se entrelazan sin descanso: En el 209 a.C. la ciudad se rinde al general romano Escipión. En el siglo V la saquean los vándalos, dos veces. En el 615 d.C. la arrasan los visigodos. Después la toman los musulmanes y, en 1245, Fernando III de Castilla.

En 1516, naves genovesas bombardean Cartagena. En los siglos XVI y XVII la ciudad se fortifica frente a la amenaza de los piratas berberiscos. En 1706, durante la guerra de Sucesión, Cartagena será tomada por los ingleses.

En la rebelión cantonal de 1873-1874 se convierte en la ciudad que más largamente resiste el asedio de las fuerzas del Gobierno central.

Cartagena fue puerto de la República en la Guerra Civil, lo que la hizo víctima de intensos bombardeos por parte de la aviación alemana e italiana, aliadas de Franco. Con todo, fue la última ciudad en ser tomada por las tropas nacionales.

Plomo y oro negro

Plomo y oro negroDesde el siglo XIX y hasta entrado el siglo XX, Cartagena había basado su pujanza económica en la exportación de metales procedentes de las minas de la Unión.

Este comercio alcanzó su cota máxima durante la Primera Guerra Mundial, cuando la demanda de plomo para munición por parte de las potencias enfrentadas se multiplicó.

En 1950, con la inauguración en el valle de Escombreras de la primera refinería de petróleo en España, se iniciaría una nueva fase que relanzó el crecimiento urbano y el tráfico portuario.

La planta comenzó a funcionar con una capacidad para destilar 1,2 millones de toneladas anuales de crudo.

El complejo alcanzó su máximo en 1971, cuando se destilaron 10,7 millones de toneladas. Sin embargo, la producción caería con las dos crisis del petróleo de los setenta y, en la década posterior, la reconversión industrial sumió la ciudad en el estancamiento.

A finales de los noventa, el puerto fue recuperando su actividad comercial, diversificándola, hasta triplicar su volumen de negocio. La ciudad despertaba de nuevo.

“El valle de Escombreras, gestionado por la Autoridad Portuaria de Cartagena, aloja hoy la concentración industrial más importante de Murcia”, afirma Lopez Vernal.

Repsol construyó allí una nueva refinería en 2012.

Era del turismo

Era del turismoPese a su largo historial bélico, la última conquista de la que ha sido objeto Cartagena no ha requerido armas: Los atractivos de la ciudad y su fachada marítima de postal, con los museos naval y de arqueología submarina a tiro de piedra, la han puesto rápidamente en el mapa del turismo.

Hoy Cartagena es parada habitual en la ruta de los cruceros del Mediterráneo. 109 de ellos atracaron en su puerto en 2015, lo que supuso el desembarco de 151.000 pasajeros.

“Los turistas valoran mucho que la terminal de cruceros esté tan cerca del casco histórico”, asegura López Bernal.

Ésta se ubica en el muelle Alfonso XII, recuperado en los años noventa como espacio urbano. Igualmente, allí se encuentran el puerto deportivo y el pantalán de yates.

Dos mil años de historia han dejado en Cartagena un reguero de leyendas siempre con el mar como protagonista. Una de ellas cuenta que, una vez al año, un barco fantasma, incendiado por un galeote reo de la Inquisición, se aparece envuelto en niebla. Según la tradición, la nave espectral se materializa cada 15 de agosto no lejos del puerto, bajo la atenta mirada del fuerte de Navidad que desde hace siglos custodia la entrada a la ciudad.

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